Energía

La ‘hucha’ para pagar el cierre de las nucleares se llena y supera por primera vez los 8.000 millones

La sociedad pública Enresa engorda el fondo para gestionar los residuos radiactivos y desmantelar los reactores gracias a disparar los ingresos extra por sus inversiones financieras y que superan los pagos aportados por las centrales nucleares.

El nuevo Plan General de Residuos Radiactivos del Gobierno prevé una factura de 20.200 millones durante este siglo. El Ejecutivo acaba de subir un 30% la tasa que pagan las centrales al fondo. 

La central nuclear de Trillo, en Guadalajara.

La central nuclear de Trillo, en Guadalajara. / CNAT

David Page

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España guarda una hucha milmillonaria que ha ido engordando durante años con las tasas que pagan las compañías que generan residuos radiactivos -muy especialmente las eléctricas propietarias de las centrales nucleares- y que cada vez más se está llenando también con los ingresos extra que se consiguen con las inversiones financieras realizadas.

Se trata de un fondo que se utilizará para pagar el desmantelamiento de los reactores según vayan cerrando y para construir los almacenes donde se guardarán los residuos radiactivos. En el último año el importe con que cuenta el fondo se ha disparado hasta niveles récord y ha conseguido superar por primera vez los 8.000 millones de euros al cierre de 2023, según los datos del último informe anual de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), la sociedad pública encargada de tutelar los residuos radiactivos y que se encarga de gestionar el fondo milmillonario.

Cada una de las centrales nucleares seguirán pagando una tasa en función de la electricidad que producen cada año el fondo hasta que se produzcan los cierres de las plantas, programados para que vayan produciéndose de manera progresiva entre 2027 y 2035. El Ministerio para la Transición Ecológica, comandado por Teresa Ribera, acaba de aprobar una fuerte subida del 30% de la tasa que pagan las nucleares para ajustar los ingresos previstos a los gastos por el nuevo Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR), que contempla la construcción de siete almacenes temporales para guardar los desechos nucleares durante unas décadas y un enorme cementerio nuclear definitivo para depositar los residuos para siempre. La factura prevista por Enresa para todas las actuaciones que quedan por hacer durante todo este siglo alcanza los 20.200 millones de euros, más del doble que la cuantía que ahora guarda el fondo.

Inversiones para rentabilizar el fondo

En cualquier caso, como el grueso del dinero acumulado en esa hucha no tendrá que gastarse hasta la clausura de las centrales nucleares y hasta la futura construcción de todos esos almacenes para guardar la basura nuclear, el Estado español va invirtiendo gran parte de las cantidades acumuladas para conseguir rentabilidades que engorden el denominado Fondo para la Financiación de las Actividades del Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR). Y en el último año esas rentabilidades se han disparado, hasta el punto de que los ingresos por las inversiones financieras han superado por mucho a las cantidades aportadas por las propias centrales nucleares.

Las centrales nucleares abonaron el año pasado 461 millones de euros en concepto de la tasa que abonan a Enresa (algo menos que los 470,5 millones aportados en 2022 por las grandes eléctricas). Los ingresos financieros procedentes de las inversiones realizadas con el dinero del fondo rozaron los 626 millones de euros (casi el doble que los 340 millones del año anterior). El año pasado la inyección total al fondo superó los 1.160 millones de euros (frente a los 760 millones del año previo) y los gastos en los diferentes desmantelamientos en marcha y los programas de gestión de residuos fueron de 429 millones (635 millones en 2022), por lo que el dinero guardado en la hucha se disparó hasta los 8.004 millones de euros, con un incremento neto de 732 millones en sólo doce meses.

Desde Enresa se achaca la aportación disparada de los ingresos financieros durante el pasado año al buen comportamiento de los mercados en general, sin detallar movimientos concretos que han propiciado el aumento excepcional de la rentabilidad financiera. “La evolución y comportamiento de los mercados financieros a lo largo del año han generado oportunidades de inversión y se ha cerrado un volumen muy importante de operaciones tanto a corto como a medio plazo, que contribuyen al riguroso cumplimiento de los principios y objetivos del fondo”, reconoce el propio presidente de Enresa, José Luis Navarro, en una carta recogida en la memoria anual.

Ayuda para invertir mejor

Enresa cuenta con una cartera de activos financieros valorada en 7.385 millones de euros a cierre de 2023. Durante el año pasado, se produjeron vencimientos milmillonarios (585 millones de activos de su cartera y también de3.376 millones de activos a corto plazo) que han empujado al grupo a rearmarse para ejecutar nuevas inversiones. De hecho, la compañía pública ha contratado a la consultora financiera AFI en busca de ayuda especializada para poder invertir en unos mercados cada vez más complejos y para ejecutar operaciones cada vez más sofisticadas si se quiere obtener rentabilidad suficiente.

Durante años Enresa había seguido un modelo conservador de la gestión de sus inversiones financieras y con una evidente aversión al riesgo, destinando los fondos mayoritariamente a renta fija pública a través de deuda del Tesoro y también a deuda corporativa de grandes compañías europeas y españolas, con una importante concentración de activos a tipo fijo y referenciados a la inflación española y europea. Ahora pretende ejecutar inversiones en productos más sofistificados en busca de rentabilidades más atractivas. Enresa puso en marcha ya en 2021 un plan de diversificación de sus inversiones que ha supuesto su entrada también en los mercados de renta variable internacional, en el inmobiliario y también en el de infraestructuras.