Política monetaria

El BCE baja los tipos en 0,25 puntos pero evita aclarar los próximos recortes

Lagarde concede "gran probabilidad" a que el banco central haya entrado en la fase de suavización de la política monetaria pero advierte de que su ritmo es "muy incierto" y dependerá de la moderación de los salarios

Cambio de rumbo del BCE

Agencia ATLAS / Foto: EFE

Pablo Allendesalazar

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El Banco Central Europeo (BCE) ha aprobado este jueves la largamente anticipada bajada de los tipos de interés de referencia de 0,25 puntos porcentuales que venía adelantando desde enero, al tiempo que ha dejado la puerta más o menos abierta a nuevos recortes. Pero al mismo tiempo, ha insistido en que sigue "sin comprometerse de antemano con ninguna senda concreta" de suavización de la política monetaria porque necesitará recopilar "suficientes datos, que van llegando gradualmente", para corroborar que la zona euro está en un proceso desinflacionario. "No puedo confirmar que la fase de retirada (de las subidas de tipos) esté en marcha. Hay una gran probabilidad de ello, pero dependerá de los datos. Y lo que es muy incierto es la velocidad a la que viajaremos y el tiempo que tomará", ha advertido su presidenta, Christine Lagarde.

Los tipos de referencia, así, bajan después de que la autoridad monetaria los aumentase para combatir la alta inflación a un ritmo y escala sin precedentes desde su creación en 1999: 4,5 puntos porcentuales en 10 reuniones sucesivas entre julio de 2022 y el pasado septiembre. El tipo principal se reduce al 4,25% (primer recorte desde marzo de 2016), mientras que la facilidad de depósito -el interés con que remunera el dinero que guarda a los bancos, el más relevante en el actual contexto- cae al 3,75% (primera bajada desde septiembre de 2019), en ambos casos hasta niveles del pasado agosto. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, lo ha considerado un "punto de inflexión" y una "buena noticia", y ha calculado que podría abaratar las cuotas hipotecarias de las familias que tengan que revisar sus créditos en los próximos meses en unos 400 euros anuales de media.

La autoridad monetaria comienza así, de forma muy cautelosa, la desescalada de su lucha contra la crisis inflacionaria que estalló en el verano de 2021 y se agravó por la invasión de Ucrania por Rusia en febrero de 2022. Lo contrario hubiera sido una sorpresa mayúscula, dado que lo venía telegrafiando desde hace meses. En realidad, la gran pregunta que pesaba este jueves en el mercado, los analistas y los hogares era qué hará el consejo de gobierno del BCE en las cuatro reuniones que mantendrá en lo que resta de 2024. En su versión más prudente y al contrario que en sus últimas comparecencias, Lagarde ha evitado dar pistas: "No voy a decir hoy, ni en ningún momento hasta más adelante en el verano, si haremos esto ahora o si haremos otra cosa en otro momento".

Menos bajadas previstas

Antes de que Lagarde enfriase en enero la expectativa de una primera bajada en primavera y la retrasase al verano, el consenso del mercado esperaba cinco rebajas a lo largo del ejercicio a partir de abril. Tras asumir las advertencias del BCE, los analistas corrigieron sus expectativas y redujeron los recortes esperados a entre tres y cuatro de 0,25 puntos. En las últimas semanas, sin embargo, las previsiones se han enfriado aún más: el consenso pasa por una bajada de 0,6 puntos en el año, incluida la de este jueves, lo que implica que la mayoría se divide entre esperar dos recortes (0,5 puntos) o tres (0,75 puntos).

Algunos datos recientes lo explican. Los salarios en la zona euro subieron en el primer trimestre un 4,7%, frente al alza del 4,5% de los últimos tres meses del año pasado, pese a que se esperaba que la subida se moderase. Asimismo, la inflación de la zona euro se incrementó en mayo dos décimas, al 2,6%, pero lo más relevante es que la de los servicios (la que más tira de los precios desde hace meses) aumentó del 3,7% de abril al 4,1%. Son datos que van en contra de la moderación de los precios y que complican el panorama para el BCE, que debe moverse entre el riesgo de bajar tipos demasiado lento y perjudicar con ello la actividad económica y el riego de hacerlo demasiado rápido y tener que dar marcha atrás si el IPC no baja como espera.

Máxime cuando los últimos datos le han llevado a prever ahora mayor inflación y crecimiento a corto y medio plazo de lo que estimaba en marzo, lo que reduce ligeramente su margen para suavizar la política monetaria. Sus economistas esperan que el IPC de la zona euro se situará de media en el 2,5% en 2024, el 2,2% en 2025 y el 1,9% en 2026, por encima del 2,3%, 2% y 1,9% que estimaron en marzo. También han elevado sus previsiones sobre la inflación subyacente hasta una media del 2,8%, 2,2% y 2%, frente al 2,6%, el 2,1% y el 2% precedentes. Además, auguran un mayor crecimiento económico este año (0,9% frente al 0,6% de marzo), mientras que lo han rebajado para 2025 (del 1,5% al 1,4%) y lo mantienen para 2026 (1,6%).

Baches en el camino

El consejo del BCE, así, ha bajado los tipos -con la discrepancia de un solo gobernador de un banco central nacional- porque tiene más "confianza" en que la inflación de la zona euro bajará hasta su objetivo de un 2% estable a medio plazo a mediados del año que viene, tras descender desde el máximo del 10,6% de octubre de 2022. Lagarde ya viene dejando claro desde hace tiempo que es previsible que en los próximos meses la inflación "fluctúe" en torno a los niveles actuales, para retomar su bajada en la primera mitad de 2025. En parte se deberá a que los precios de la energía se compararán con los del año pasado, en que registraron dos procesos de caídas acusadas.

La clave es que necesita confirmar que la subida de los salarios se modera como espera, que los beneficios empresariales absorben parte de esa alza sin trasladarlo a los clientes, y que todo ello se refleja en la inflación de los servicios. También está pendiente de la evolución e implicaciones de la invasión de Ucrania y el conflicto entre Israel y Palestina. Sin olvidar que todo parece indicar que la Reserva Federal no bajará tipos hasta noviembre como pronto, con las consiguientes implicaciones en el tipo de cambio entre el dólar y el euro, lo que a su vez impacta en los flujos de capitales y la competitividad de las exportaciones y, por tanto, en la economía.

Así lo ha venido a reconocer la presidenta del BCE: "Sabemos el camino en el que nos encontramos, pero también sabemos que habrá otros baches en el camino en los próximos meses". Estas incertidumbres son las que llevan al BCE a no atarse de manos dando una orientación muy explícita a los mercados sobre las futuras bajadas y a insistir en que irá decidiendo reunión a reunión en función de los datos que reciba. Al contrario que tras anteriores comparecencias, Lagarde ha evitado incluso confirmar que es más probable que, de producirse, los recortes de tipos coincidan con las próximas actualizaciones de las previsiones macroeconómicas (septiembre y diciembre), como esperaban los analistas.