Turismo

El rechazo social creciente pone en cuestión el modelo turístico español

A la protesta en Canarias se suman otras manifestaciones en Mallorca y Málaga contra las externalidades negativas de una actividad que no para de sumar récords

Decenas de personas protestan durante una manifestación contra el modelo turístico en Canarias.

Decenas de personas protestan durante una manifestación contra el modelo turístico en Canarias. / Europa Press Canarias - Europa Press

Sara Ledo

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El 20 de abril, decenas de miles de canarios salieron a la calle contra el turismo masivo. Fueron los primeros, pero no serán los únicos. El próximo 25 de mayo hay convocada una manifestación en Mallorca. El 20 de junio, en Málaga. Y desde el sector no descartan réplicas en otras ciudades, como Sevilla o Madrid. El rechazo social pone en cuestión el exitoso modelo turístico español debido a las externalidades negativas manifestadas a través de problemas de tráfico, sueldos bajos, aumento del precio de la vivienda, peores servicios públicos o agotamiento de los recursos.

Tras el parón de la pandemia, España volvió a batir en 2023 su propio récord con 85 millones de turistas extranjeros, un 1,9% más que en 2019, y 108.662 millones de euros de gasto, un 18,22% más. Y el año en curso se avecina todavía mejor. Entre enero y marzo se alcanzaron los 16 millones de visitantes, el mejor primer trimestre de la historia y un 17,7% mejor que el del año pasado y un gasto que crece un 27,2% hasta un total de 21.948 millones de euros.

Pero el sector no quiere volver a oír hablar de récords cuantitativos. “Es una grave irresponsabilidad seguir hablando del éxito turístico basado en batir récord de afluencia”, afirma el vicepresidente del lobi turístico Exceltur, José Luis Zoreda. Y avisa: "Hay que ser conscientes de que el crecimiento del turismo tiene límites". Esos límites se aprecian a simple vista, con la desaparición de tiendas y servicios de barrio, el auge de las franquicias en determinadas zonas o el aluvión de personas desembarcando de un crucero o atravesando la vía principal de casi cualquier gran urbe.

Aunque quienes más los sufren son los residentes, que en la mayoría de los casos acaban expulsados de sus barrios por las precarias condiciones laborales, el encarecimiento de los alquileres y del precio de la vivienda en propiedad, la despersonalización del entorno o el alza de la inseguridad. Según un estudio que está elaborando el profesor Javier Romaní Fernández en la Universidad de Tarragona a partir de una encuesta del Ayuntamiento sobre la opinión de los residentes sobre el turismo, cuánto más lejos del centro está un barrio y, por tanto, más alejado del foco turístico, más positiva es la percepción de sus residentes sobre el turismo.

"La gente no está en contra del turismo, sino de las condiciones en las que se desarrolla", aclara el profesor de la Universidad de La Laguna, Juan Agustín Santana. El caso más claro es el de Canarias, cuyo motor económico es el turismo (35,5% de su PIB en 2022) y es la región española con el segundo salario medio más bajo de España.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Las protestas no son nuevas. Empezaron hace siete u ocho años en Barcelona "porque la Barceloneta se prostituye como barrio, se despersonalizan los signos de identidad", explica José Luis Zoreda. "Ahora es Canarias. Y también en Santiago están que trinan. Málaga se está convirtiendo en una ciudad decorado, con un centro de la ciudad sin residentes ni cafés de toda la vida. La problemática está latente con más o menos intensidad en todas las zonas de España donde el turismo tiene un peso importante”, añade.

El detonante de la masificación ha sido "la crisis de 2008, que empobreció a la clase media, creando una dependencia del crecimiento turístico en muchas ciudades" y la aparición de "Airbnb porque ha aumentado la capacidad receptiva de los destinos”, según explica Antonio Paolo Russo, profesor de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y coordinador del proyecto de investigación Smartdest, que reunió a 11 universidades de siete países europeos para desarrollar soluciones innovadoras a los conflictos del turismo en las ciudades. "Hoy en día el sector es muy diferente a lo que era hace 20 o 30 años. Los grandes desarrolladores del turismo son corporaciones financieras, fondos inmobiliarios y fondos buitres que modifican la geografía de las ciudades y cambian la ciudad. Se escapan de los tradicionales modelos de planificación turística", agrega.

¿Y cómo se sale de aquí?

Desde el sector creen que la receta pasa por poner límites al turismo, combatir la oferta ilegal de pisos turísticos, establecer "códigos de conducta al empresariado para mejorar la contratación de empleo o la sostenibilidad medioambiental" y mejorar la gobernanza público-privada. "Lo que falla también es una visión transversal de otras políticas que inciden en este problema. ¿Es coherente que Baleares reduzca el número de plazas turísticas y al mismo tiempo quiera ampliar el aeropuerto de Palma con un 20% más de vuelos", se pregunta José Luis Zoreda.

En la protesta de Canarias, los ciudadanos plantearon como soluciones limitar el número de visitantes, hacer una moratoria de plazas turísticas, la regulación del alquiler vacacional o la implantación de una tasa. Fuentes de la secretaría de Estado de Turismo afirman que casi todas esas cuestiones son competencia de las comunidades autónomas y de los municipios. "En cualquier caso, el gobierno central está preparado para liderar y apoyar esta transición medioambiental y social, y está a disposición de las comunidades autónomas para avanzar hacia un mejor modelo turístico en nuestro país desde el respeto a las competencias de cada administración y la conciencia de la idiosincrasia de cada territorio", añaden las mismas fuentes.

Pero muchas de estas medidas ya se aplican sin éxito, como las tasas turísticas en Catalunya o Baleares. "Las políticas nunca pueden actuar sobre la demanda. No se pueden poner vallas al movimiento del turista. Es deseable que todos podamos ser turistas. Hay que cambiar el 'chip' de la forma en que se promocionan los destinos. Y regular el crecimiento y la industria a través de los aeropuertos, los puertos, los cruceros, el uso del espacio público o el precio de la movilidad hacia y dentro de los destinos", propone Antonio Paolo Russo. Por ejemplo, las superillas en Barcelona son "un buen proyecto para generar espacio público inclusivo para los vecinos", mientras que el pago de 5 euros por entrar en Venecia "no sirve para nada y tiene efectos negativos".

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