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Residencia universitaria en Barcelona, una opción cómoda a partir de 800 euros

La inversión en residencias de estudiantes se dispara y ya supera los 1.300 millones

Las familias se quedan más tranquilas y es una elección fácil para los estudiantes extranjeros, sin red social en la ciudad

Piso destinado al 'coliving' de la empresa CoTOwn en Barcelona.

Piso destinado al 'coliving' de la empresa CoTOwn en Barcelona. / JORDI OTIX

Montse Baraza

Montse Baraza

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Las residencias universitarias son un negocio en auge. Lo evidencia el interés de los fondos de inversión en este sector y la construcción de nuevos equipamientos en ciudades como Barcelona. Este pasado curso 2021-22 había en funcionamiento en Barcelona 79 residencias con más de 13.000 plazas y de cara a este curso 2022-23 la previsión es que haya 5.500 plazas más. El próximo 1 de septiembre, la plataforma Aparto abre en la calle Pallars su primer complejo en España, un edificio con 743 plazas.

Los precios de la vivienda en alquiler y la escasa oferta han complicado a los estudiantes la opción del piso compartido. Y hay otros factores que favorecen a las residencias; uno guarda relación con las familias de los jóvenes, que se quedan más tranquilas con la opción residencia, y otro tiene que ver con el perfil del estudiante: cada vez hay más extranjeros. Recién llegados a la ciudad, sin red social, la residencia les ofrece facilidades y comodidad.

Lo corrobora el personal de The Student Hotel (TSH) Campus Marina, ubicado en la calle de Sancho de Ávila, en pleno distrito 22@, donde últimamente las residencias proliferan junto a los edificios de oficinas. Con 570 plazas, el 80% de sus inquilinos son extranjeros. De estos, un 40% provienen de Estados Unidos. El resto son europeos y de Oriente Medio, básicamente de Egipto. El 20% restante son jóvenes de Tarragona, Lleida o Girona, además de Baleares, Comunidad Valenciana o Madrid, entre otros puntos de la geografía española. "Muchos de estos estudiantes llegan a Barcelona sin conocer a nadie. Las familias prefieren que al menos el primer año lo pasen en una residencia. Se quedan más tranquilos porque sus hijos cuentan con todos los servicios y no se tienen que preocupar de cosas como el alta de los suministros de agua, luz o calefacción", explican desde el Campus Marina.

Pasado ese primer año, en que los jóvenes conocen gente y se integran en la ciudad, la opción del piso compartido vuelve a tomar fuerza. Sin embargo, también hay quienes se quedan en la residencia. "Hay un ambiente de gente de entre 18 y 24 años. Socializan, se conocen y son como una gran familia", añaden desde TSH.

Residencias como las de los grupos TSH, Resa o Liv Student ofrecen diversos tipos de habitaciones individuales de entre 12 y 25 metros cuadrados con baño y cocina a partir de 800 euros mensuales. Un precio no apto para todos los bolsillos y más elevado que el del piso compartido pero que, a diferencia de este, incluye los gastos de agua, luz, calefacción y wifi. Y en algunos casos también servicios de limpieza, lavandería y gimnasio. Hay residencias que ofrecen, además, tarifas que incluyen desayuno, media pensión o pensión completa o descuentos en restaurantes cercanos.

También en verano

En el grupo TSH solo aceptan estudiantes matriculados en universidades de la ciudad. Sin embargo, otra opción que gana fuerza es la del 'coliving'. Este grupo inaugurará en breve un nuevo edificio en el Poblenou en el que podrán convivir universitarios, viajeros y emprendedores, según anuncian en su web.

Aunque hay residencias que cierran en agosto, otras siguen funcionando. Lo hacen al ralentí, a menos de un 50% de su capacidad. Acogen entonces a jóvenes que vienen a Barcelona a estudiar idiomas o a participar en programas de verano de universidades y aprovechan también para hacer turismo. También se quedan, aunque son menos, aquellos alojados habituales que hacen prácticas en verano o que necesitan estudiar para preparar asignaturas cara al nuevo curso.

El fin de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia del covid-19 ha dado aire a este sector. Y Barcelona sigue siendo un gancho. "Los jóvenes tienen ganas de viajar y de estudiar fuera y Barcelona tiene mucho nombre. Es una ciudad abierta, cosmopolita, con playa, buen clima y, de cara a los extranjeros, una ciudad en la que se habla inglés", describen desde el Campus Marina de TSH.

Impacto en el barrio

La población universitaria supone un impacto económico para el sector inmobiliario, ya sea en residencias o en alquileres de vivienda. Y también, aunque relativo, en los comercios de la zona. "Los universitarios no gastan mucho. Los extranjeros más, pero los españoles no tanto", comenta el encargado del restaurante Foraster, en el 22@, con el que TSH tiene convenio para ofrecer descuentos a sus estudiantes. En Poble-sec, donde TSH tiene una residencia en la avenida del Paral.lel, los comerciantes tampoco aprecian un volumen significativo del gasto que hacen los universitarios. En este barrio notan más el gasto de los turistas que no el de los jóvenes.

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