Resultados 2020

El Santander pierde 8.771 millones por los deterioros aflorados por la pandemia

La devaluación del fondo de comercio, los menores derechos al pago futuro de impuestos y los costes de reestructuración le restaron 13.746 millones

El beneficio ordinario del negocio fue de 5.081 millones, con una caída del 38% debido al aumento de las provisiones

El banco confirma su intención de repartir el 15% del resultado recurrente máximo permitido por el BCE como dividendo a sus accionistas

Botín pide al Gobierno ayudas de capital para empresas, rechaza participar en fusiones y justifica la necesidad de recortar empleo por la digitalización

Banco Santander pierde 8.771 millones en el 2020 por provisiones y saneamientos

Banco Santander pierde 8.771 millones en el 2020 por provisiones y saneamientos. En la foto, el logo de la entidad reflejado en un cristal en un edifico de Madrid. /

Pablo Allendesalazar

Pablo Allendesalazar

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El Santander perdió 8.771 millones de euros el año pasado, el peor resultado de su historia, como consecuencias de distintos impactos provocados por la pandemia del coronavirus. Los abultados números rojos se deben a varios factores extraordinarios que reflejan el deterioro de las perspectivas económicas: la devaluación en 10.100 millones de los fondos de comercio de varias filiales (que miden el valor de los activos intangibles, como la marca), la reducción en 2.500 millones de los derechos al menor pago de impuestos (activos fiscales diferidos, que compensan pérdidas pasadas con beneficios futuros) y los 1.146 millones reservados para pagar reducciones de plantilla (700 millones para España, donde recientemente ha pactado el ajuste con los sindicatos).

Se trata de las cuartas mayores pérdidas registradas por una empresa española tras las que sufrieron Bankia (19.056 millones en 2012), el Popular (unos 12.000 millones en el primer semestre de 2017, justo antes de su desaparición) y Catalunya Caixa (11.856 millones en 2012). La naturaleza de los números rojos es, sin embargo, bien distinta: mientras las tres primeras entidades padecieron un impacto real por su elevada carga de ladrillos tóxicos, el resultado negativo del Santander responde principalmente al efecto contable de la amortización de los fondos de comercio y los activos fiscales, con lo que no tiene impacto en su caja, liquidez, provisiones, morosidad, ni capital. "No prevemos que se repita", ha asegurado este miércoles su presidenta, Ana Botín.

El mayor banco español ha destacado que, sin esos impactos y los costes de reestructuración, su beneficio ordinario hubiera sido de 5.081 millones. Supone un retroceso del 38% provocado principalmente por los 3.500 millones en provisiones extraordinarias (entre 600 y 700 millones en España) que realizó para protegerse de las futuras pérdidas que le provocará la crisis del coronavirus cuando comience a aumentar la morosidad.

La entidad prevé que la partida total de provisiones baje a partir de este año. Botín, así, ha afirmado tener una visión de "optimismo realista": existe "incertidumbre" a corto plazo por el ritmo de vacunación, pero las vacunas van a ser un "fuerte catalizador" de la recuperación, a lo que se suma un crecimiento de los depósitos (9% en el banco sin tener en cuenta el tipo de cambio) que, a su juicio, implica una demanda embalsada que comenzará a fluir cuando la economía se recupere.

Capital y dividendo

El capital del Santander subió el año pasado del 11,65% al 11,89%, dentro de su objetivo de que esté entre el 11% y el 12% pero todavía de los más bajos del sector. Botín ha argumentado que, aunque no prevé que sea necesario, el banco podría duplicar este año sus provisiones sin que ello afectase a su solvencia y ha defendido que ese colchón es el que explica que no eleve su objetivo de capital y haya retomado el pago de dividendos.

El grupo, así, ha confirmado su intención de abonar 0,0275 euros por acción en efectivo con cargo al resultado ordinario del 2020, "dado que esta es la cantidad máxima permitida" por el Banco Central Europeo (BCE) el pasado diciembre (el 15% del beneficio recurrente). También ha asegurado que tiene la intención de recuperar su política de distribuir entre el 40% y el 50% del beneficio ordinario en efectivo a sus accionistas "a medio plazo" y que espera que el BCE levante en septiembre la recomendación de no pagar ningún adelanto con cargo a 2021 para hacer nuevos abonos a los accionistas en el último trimestre de este año o el primero del próximo.

Fusiones y empleo

La banquera, asimismo, ha aplaudido las medidas económicas adoptadas por el Gobierno, pero le ha instado a aprobar cuanto antes medidas de apoyo al capital de autónomos y pymes para que sus problemas de liquidez no se conviertan en problemas de solvencia, un campo en el que se lleva tiempo trabajando, como adelantó este diario el pasado noviembre. También ha vuelto a rechazar que el Santander vaya a realizar alguna fusión o compra, más allá de alguna adquisición de tamaño menor de negocios digitales, descartando así un hipotético interés por el Sabadell tras la ruptura de este con el BBVA.

En cuanto al ajuste de plantilla, pactado meses después de que el banco se comprometiera en marzo a mantener el empleo en España "durante el brote del coronavirus", Botín lo ha justificado por la necesidad de "seguir a los clientes, que cada vez utilizan más los canales digitales", pero al mismo tiempo lo ha enmarcado en su apuesta por un "nuevo contrato social". "Es una decisión estructural y estratégica: todas las industrias se están transformando y tenemos que hacerlo si queremos estar aquí dentro de 50 años", ha argumentado antes de apuntar que, si bien no hay planes de ajustes adicionales, son "posibles" en el futuro.

Los ingresos básicos del grupo por los intereses del crédito y los depósitos cayeron un 9,3% el año pasado. El descenso de las comisiones (15%) solo se vio parcialmente compensado con la mayor aportación de las carteras de deuda y otras operaciones financieras (42,8%), con lo que la bajada de los ingresos totales del negocio se situó en el 10,1%. El descenso de los gastos fue menos pronunciado (9,2%), lo que sumado al incremento de las dotaciones (31%) provocó una caída del 35% del resultado antes de impuestos e impactos extraordinarios. La morosidad ha bajado ligeramente del 3,32% al 3,21% (si bien subió desde el 3,15% de septiembre, el primer alza en muchos trimestres) y la cobertura (el peso de las provisiones sobre los activos de dudoso cobro) aumentó del 68% al 76%.