Residuos reutilizables
Adiós al plástico: los huesos de aceituna tienen una segunda vida
La apariencia de este biomaterial, al que llaman Reolivar, varía entre una mayor transparencia como el cristal soplado a una textura más granulada como de madera
“El hueso de aceituna es muy abundante y local. Eso ya es un punto de partida maravilloso para poder implementarlo en la economía circular”
Alicia Navarro
Redactora del suplemento 'activos'.
La carrera por encontrar un sustituto al plástico se está acelerando. Parte de la sociedad es cada vez más consciente de la importancia de reducir el consumo de este material tan perjudicial para el medio ambiente.
Es aquí cuando el ingenio entra en juego. Raíces de hongos, algas, hojas de palma, cáscara de gamba son algunos de los elementos que compiten por dar fin al plástico, pero ninguno de ellos es tan autóctono como el hueso de la aceituna. Este es el principal motivo que impulsó a NaifactoryLAB a experimentar con este residuo.
“El hueso de aceituna es muy abundante y local. Eso ya es un punto de partida maravilloso para poder implementarlo en la economía circular”, asegura a 'activos' Joseán Vilar, uno de los fundadores de este proyecto. “Podríamos trabajar la piel del mango pero son cosas que vienen de la otra punta del mundo y con una carga de C02 incorporada, mientras que la aceituna es de aquí”, añade.
La apariencia de este biomaterial, al que llaman Reolivar, varía entre una mayor transparencia como el cristal soplado a una textura más granulada como de madera. Esta versatilidad es otro punto que juega a su favor. “Es un material super resistente, es una especie de madera que el árbol genera año tras año y al finos nos regala”, comenta Vilar.
La diferencia de textura viene de los diferentes tamaños a los que se tritura el material. Al ser preguntado por si influía la variedad de aceituna, Vilar confiesa que han probado con casi todas y el resultado siempre es el mismo. Este hecho, a priori tan banal, hace que la cantidad de residuos adecuados aumente de manera exponencial.
Asimismo, Vilar reconoce que empezaron con este residuo casi de casualidad, cuando Silvana Catazine, la otra fundadora, se quedó mirando el plato después de comer en un bar y la idea llegó a su cabeza. Tenía que elegir un material para una de las clases que estaba impartiendo, y al ver los retos de su tapa lo tuvo claro.
Naif Factory ayuda a cerrar el ciclo de la aceituna
Desde entonces se han volcado en este proyecto defendiendo su importancia medioambiental. “Con NaifactoryLAB queremos cerrar ciclos de producción como el de la oliva y que ese ciclo tenga una salida para el residuo que produce”, explica Vilar.
NaifactoryLAB adquiere los huesos de aceituna triturados de la industria olivera que crea los pellets tras separar el aceite. Tradicionalmente, este “desperdicio” se mandaba directamente a quemar, pero “nosotros estamos dando un nuevo valor a algo que antes se consideraba basura o leña”.
Juguetes, sus primeros proyectos
Sus primeros pasos se han centrado en la industria juguetera, por ser un sector inundado de plásticos y con productos con una vida muy corta. Los juguetes hechos con Reolivar son biodegradables, así que cuando el niño se canse de jugar con ellos se pueden tirar sin ningún problema. “O bien se pueden reutilizar porque este biomaterial tiene la propiedad de derretirse con un poco de agua y calor dentro de tu propia cocina. Y así hacer otro juguete con otro molde”, explica Vilar.
A parte de juguetes, también han creado muebles, objetos de decoración, paneles, etc. Aunque, de momento, no han desarrollado ninguno de estos productos en serie. Y justo es ahí donde reside el punto débil de este proyecto como el de muchos otros: la falta de financiación. “La debilidad del proyecto es conseguir la financiación y ayuda suficiente para poderlo llevar al mercado”, se lamenta Vilar y añade la importancia que tiene encontrar un buen inversor. “Necesitamos crecer, que tenga más impacto”.
Y es que en NaifactoryLAB lo tienen muy claro, cuando consigan esa ansiada financiación, la producción será realizada con mano de obra social. Están en contacto con centros que ayudan a personas que tienen problemas de integración en la sociedad o víctimas de injusticia social. “Aprovechar esa mano de obra para producir piezas hace que el producto tenga mucho más valor”, explica Vilar.
Los valores que defiende este proyecto son los de ser sostenible, innovador y socialmente responsable desde principio a fin.
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