Medidas contra la crisis
¡Súbanme los impuestos!
Warren Buffett ha vuelto a liarla. La semana pasada escribió una carta al diarioNew York Timespidiendo al Congreso de EEUU que deje de«mimar»a los multimillonarios y les suba los impuestos. Este inversor de 80 años es el tercer hombre más rico del mundo. Su fortuna, estimada en 47.000 millones de dólares, supera al producto interior bruto de más de 100 países. Pero Buffett no es un opulento al uso. Vive en la misma casa de Omaha (Nebraska) que compró en 1958, no tiene yates ni mansiones, y solo cambia de coche cuando este ya no aguanta más.
A pocos les ha sorprendido que sea el más frugal de los multimillonarios del país quien haya terciado en la batalla política que se vive en EE UU para sanear la deuda.
Buffett es un personaje atípico, incluso como inversor. Especula lo justo, apenas se endeuda y prefiere la economía real a la ingeniería financiera. Explica que se dedica a invertir a largo plazo en empresas devaluadas pero con buenos fundamentos, compañías que después administra como subsidiarias de Berkshire Hathaway.
Este conglomerado lo dirige desde su Omaha natal, una ciudad del medio Oeste a 2.000 kilómetros de distancia de Wall Street.
«La gente cree que Buffett se pasa el día sentado en una habitación comprando y vendiendo acciones, pero la realidad es que desde los años 60 se ha dedicado a comprar empresas, ejerciendo a la vez de inversor y gestor»,explicó su biógrafa, Alice Schroeder, a la BBC.
En su cartera hay desde empresas familiares de muebles o juguetes a gigantes como la aseguradora de coches Geico. Controla parte de Coca-Cola, Kraft y General Electric, de los bancos Wells Fargo y Goldman Sachs o de la agencia de calificación Moody's.
Se podría pensar que un imperio semejante requiere una sede majestuosa y un ejército de analistas encorbatados, pero el afable Buffett, que solo bebe refrescos gaseosos y le pierde la comida basura, es diferente. En la modesta sede de Berkshire Hathaway trabajan 20 empleados y en el despacho del jefe no hay ni ordenador ni calculadora. Pese a todo, el valor contable de sus acciones crece a una media anual del 20.4% desde hace cuatro décadas, un registro imbatible en Wall Street.
Aunque su país le ha hecho inmensamente rico, el Oráculo de Omaha, como le llama la prensa, está cansado de los privilegios que conceden los políticos a su casta.«Mientras los pobres y las clases medias luchan por nosotros en Afganistán y la mayoría de estadounidenses lo pasan mal para llegar a fin de mes, nosotros, los megarricos, seguimos disfrutando de extraordinarias rebajas fiscales», escribió en el rotativo. Se refería a los recortes de impuestos a los ricos aprobados hace una década por George Bush y prorrogados por su sucesor, Barack Obama.
Gracias a aquellas rebajas, cualquiera de los directores ejecutivos de los 25 mayores fondos de inversión libre, que en el 2008 ganaron en total 25.000 millones de dólares, solo paga un 15% por sus ganancias de capital. Y poco más sobre la renta.
Buffett se pone como ejemplo en el artículo. Los 7 millones que pagó el año pasado a Hacienda entre renta y desgravaciones a la Seguridad Social, equivalen solo a un 17,4% de su base imponible, bastante menos que el 36% que pagaron de media sus empleados.
«Si haces dinero con dinero, como muchos de mis amigos superricos, puede que pagues algo menos que yo. Pero si haces dinero trabajando, tu porcentaje superará al mío, probablemente, de lejos»,aseguró. Buffett se ha pasado la vida practicando con billetes el milagro de los panes y los peces, un gen que heredó de su padre, primerobrokery después congresista. Pero sus tres hijos han tenido que sudar como casi cualquier mortal. Su padre les dijo hace unos años que, a su muerte, donará el 99% de su fortuna.
El viejo Buffett pretende influenciar al comité bipartidista encargado de proponer al Congreso una segunda ronda de ajustes contra el déficit para que incluya una subida de impuestos, como pide Obama. No está solo. Le acompañan los 200 miembros de Millonarios Patriotas. Enfrente tienen a los republicanos, reacios a tocar la fiscalidad de los ricos y las multinacionales, excepto para rebajarla.
«A mis amigos y a mí nos ha mimado ya bastante un Congreso amigo de los millonarios. Es hora de que nuestro Gobierno se tome en serio lo del sacrificio compartido». Palabra de Buffett.
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