Conozca a David Guapo como la palma de su mano

Le leemos la mano al cómico catalán, que deja dolorida la mandíbula con su monólogo con tics de diálogo en el Club Capitol

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dominical 592 mano de david guapo / periodico

ANA SÁNCHEZ / Barcelona

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DE ANTEMANO

Si se busca “guapo” en Google, aparece él entre 300 cachas. “Porque no es todo músculo”, se ríe. Se llama David Callejón. 33 años. Es oficialmente Guapo desde hace 10. Su biografía parece el principio de un chiste: un catalán con padre andaluz y madre gallega. Cómico a primera vista. Hace reír con solo aparecer. Nadie diría que tuvo una época de cantautor dramático. La tuvo. Antes que humorista y cantautor, fue músico de blues. Toca la guitarra, el piano, la trompeta. El humor y la música, suele decir, son dos cosas que van muy ligadas. “Menos en el caso de Álex Ubago”. Ha pasado por 'Buenafuente', 'El Hormiguero', 'El Club de la Comedia'. Su monólogo con tics de diálogo –ahora en el Club Capitol de Barcelona– deja dolorida la mandíbula.

En la vida real, dice, es como en su show, pero no está tan solo. “Soy muy cristalino”. Hombre con sonrisa adosada. A lo Joker de Batman pero en bueno. Más que sonreír al hablar, él habla al sonreír. No sabe lo que es la resaca. Nunca ha probado el alcohol. No por principios. “No, por finales –se ríe–. Para acabar bien”. Es adicto a no tener dependencias físicas. “Ese desapego te da mayor libertad”. Optimista, familiar y apasionado “en general”. Tiene la marca del sex appeal de los manuales de quiromancia. Triunfar, según David Guapo, es: “No arrepentirme de nada al final del día”.

VIDA

El apellido que aparece en su DNI es Callejón.

Correcto.

Pues no parece un hombre sin salidas.

No, no, no. El apellido me ha ayudado a tener más salidas. Tengo la teoría de que la gente con apellidos complicados es más creativa. O eso, o caes en el intento [se ríe].

Usted ha conseguido que todo el mundo le considere Guapo.

Ay, sí. A lo tonto, a lo tonto...

¿Ahora cómo sabe cuándo le piropean?

Es una cruz que tengo que llevar [se ríe].

No se le ve con traumas.

No, yo soy alegre.

¿Feliz?

Sí. Sí, sí. Un montón. Cuando no lo soy, me esfuerzo en serlo y al final lo consigo.

¿Es una cuestión de esfuerzo?

Sí. De predisposición total. Hay gente a la que ya le puedes dar soluciones, que te sacarán 100 problemas.

¿Qué es lo más surrealista que le ha pasado?

Que me morí. Me atropelló un coche en San Francisco y estuve muerto.

¿Estuvo muerto?

Yo me vi muerto. Como se lo cuento. Y, de repente, una sensación de que me iba. Y volví.

¿Como en las películas?

Sí. De hecho, me dieron por muerto. Porque fue para haberse matado: reventé la luna del coche, salí por encima dando vueltas de campana. Puf. 

¿Y qué le pasó? Aparte de morir.

Volví a la vida [se ríe]. Me rompí la tibia y el peroné.

Eso es muy de Alaska.

[Ríe] Pero sin música ni baile. De haber jugado siempre al baloncesto, tenía el gesto automatizado del salto. Y, cuando me atropelló el coche, me salvó el salto.

¿En serio?

Salté y solo me cogió la pierna izquierda. Si me llega a pillar la rodilla… a tomar por culo todo.

¿Cuánto tardó en recuperarse?

Seis meses.

Seis meses en EE UU...

Es una pasta. Me pusieron en un programa de víctimas ilegales. Porque estaba de ilegal también. Eso ayudó [se ríe]. No tuve que pagar el hospital.

¡Víctima ilegal!

Tuve que salir por México.

Surreal, sí.

En Tijuana cogí un autobús hasta el DF. 52 horas de autobús mexicano [resopla].

¿Le quedan cicatrices?

No. Me queda la cicatriz de... Muy orgulloso de afrontar algo tan bestia. En un principio, el brazo izquierdo no lo podía mover y me quedaba cojo para toda la vida. Empecé con la trompeta por eso: porque no podía usar la otra mano y yo necesitaba tocar. Aprendí mucho. Era un tiempo de parar.

La vida le dijo…

“Para”. Ya he tenido dos al borde la muerte [lo dice sonriendo]. El apéndice hace poco, que estaba a punto de petar. 

¿Cuándo?

En julio. Fui al médico porque me dolía el estómago y me enviaron a casa. Y era apendicitis. Volví e hice que me viera el cirujano. Y en 5 minutos estaba metido dentro. 

¿Hace planes?

Tengo un plan general: que es no parar. Seguir siempre para delante.

TRABAJO

Su primer trabajo fue montar escenarios en la fiesta mayor de Gavà.

Sí. 

Así que ahora sabrá montárselo usted solo.

Es lo que he hecho: he montado una empresa para mí.

Empezó a cantar para “frunjir” [se inventó este verbo porque en la tele no le dejaban decir otro “que empieza por efe y quiere decir ‘toma lo tuyo y dame lo mío”].

Radicalmente [ríe]. En verdad era una pasión que tenía de pequeño.

¿’Frunjir’ o cantar?

Las dos, las dos. Pero me vino antes la música que el frunjir.

¿Y funciona?

Sí. Cuando ves a alguien que sabe lo que hace es lo más 'sexy' que hay.

No se pone nervioso.

No. 

“Si te has comido cinco bares con borrachos y cocainómanos, puedes con una cámara de televisión”, ha dicho.

Y ya ahí no tenía nervios.

¿Qué es lo que más le ha curtido?

Al final es una actitud. Me siento una persona curtida, pero porque yo he buscado mucha vida.

¿La ha buscado?

Yo he ido a buscar las cosas que quería vivir. Cantidad de amigos me dicen: “Qué suerte que te fuiste a EE UU”. Yo les digo: “Pues vete tú” [se ríe].

¿Tareas pendientes?

Un disco que voy grabar. De humor y de amor, que son dos cosas que ligan perfectamente. Humor y desamor ligan también, pero no tengo autoridad. No puedo hablar de desamor cuando soy tan feliz.

AMOR

No puede hablar de desamor. ¿Es que nunca le han dejado?

Sí. Puedo hablar de desamor y consolar a mis amigos. Pero tengo muy poca paciencia con el drama. Con el drama y con los borrachos. Porque soy muy positivo. 

¿Llora?

Nada. Cero. 

¿Nada?

No. No sé qué pasa con mis lagrimales [se ríe], que me hidratan bien la retina, pero no tengo líquido de sobra.

Un dilema de su propio monólogo: si estuviese en lo alto de un precipicio y con una mano sujetara a su novia y con la otra, a su mejor amigo, ¿a quién dejaría caer?

[Sonríe. Suspira] A mi mejor amigo. Porque mi novia va a leer esto. Y, además, el amigo tiene esa cosa de que lo entiende. De hecho, no tendría que elegir porque mi mejor amigo se soltaría.

¿Algún chiste amoroso de sus espectáculos está basado en hechos reales?

Todos. 

¿Alguna ex, como dice en su ‘show’, le ha abandonado por teléfono con un “te dejo, que estoy conduciendo”?

No, eso lo he hecho yo. 

¿Usted?

Yo he dejado por Whatsapp. Pero porque la conversación ya iba hacia ahí. Decir las cosas en persona está sobrevalorado. 

En la mesita de noche tiene un ‘Kamasutra’.

Tenía, porque ahora no tengo mesita de noche. 

Tendrá una postura sobre las mujeres.

Siempre he sido un estudioso del tema. Yo soy más de dar placer que de recibir, en general. Lo mismo en el sexo que en la vida. Pero luego soy igual de exigente que de generoso.

Es de los que lleva el desayuno a la cama.

Sí. Yo veo el romanticismo en lo cotidiano. Creo que es muy fácil llevar rosas una vez al año. Lo difícil es hacer el zumo de naranja cada mañana.