Escapada culinaria

Les Grands Buffets, el restaurante francés que se ha convertido en un destino en sí mismo

Ubicado en Narbona, a dos horas de tren de alta velocidad desde Barcelona, es todo un fenómeno culinario que acoge cada año a 50.000 visitantes españoles

Sus puntos fuertes son la posibilidad de probar más de 300 referencias culinarias, entre ellas las recetas clásicas del siglo XIX del chef Auguste Escoffier

La fuente de bogavante, acompañada de todo tipo de mariscos, de Les Grands Buffets

La fuente de bogavante, acompañada de todo tipo de mariscos, de Les Grands Buffets

Eduard Palomares

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Normalmente, se empieza eligiendo el lugar al que se quiere viajar y luego se concretan los detalles: dónde alojarse, en qué restaurantes comer, cuáles son las mejores excursiones… El caso de la ciudad francesa de Narbona representa una de las pocas excepciones, ya que se suele empezar la casa por el tejado: el primer objetivo es ir a comer a Les Grands Buffets y luego ya viene todo lo demás. ¿Por qué este restaurante con más de 300 platos para probar se ha convertido en un destino en sí mismo? La explicación no se encuentra tanto en los números –aunque sean asombrosos– sino en la experiencia única que ofrece. Allí, el comensal vivirá cosas que difícilmente podrá encontrar en ningún otro lado por ese precio (57,90 euros por persona).

Por ejemplo, realizará un salto en el tiempo nada más cruzar sus puertas. Después de la última remodelación emprendida durante la pandemia, con una inversión de 5 millones de euros, Les Grands Buffets ha reforzado su imagen de palacio francés del siglo XVIII, especialmente en Le Salon Doré, una nueva sala decorada con más de 18.000 hojas de oro. O su carpa palaciega, con sus cortinajes, piezas de arte y grandes lámparas de araña. Todo ello con el suficiente gusto, y prudencia, para evitar la sensación de estar en un decorado de cartón piedra. El trato que recibe el cliente también es de etiqueta, con una legión de camareros siempre con una sonrisa en la boca, en lo que también representa una excepción en un espacio con una afluencia turística tan grande.

La nueva sala de inspiración palaciega de Les Grands Buffets.

La nueva sala de inspiración palaciega de Les Grands Buffets. / LGB

Otra experiencia que difícilmente se puede encontrar en otro restaurante, ni de Francia ni del resto del mundo, es la posibilidad de probar alguno de los platos más emblemáticos de Auguste Escoffier, el chef más representativo de la cocina francesa del siglo XIX y precursor del arte culinario moderno. Considerado uno de los grandes maestros culinarios, recopiló las recetas tradicionales francesas y las adaptó a los gustos contemporáneos, sentando las bases de la alta cocina. Son preparaciones que, no obstante, requieren un amplio conocimiento y tiempo de elaboración, por lo que se han ido evaporando de las cartas hasta prácticamente extinguirse. Excepto en Les Grands Buffets, en la que se ha convertido en una de las principales misiones que se ha propuesto su propietario, Louis Privat: hacer resurgir la cocina de Escoffier.  

El ritual del ‘canard au sang’

Un ejemplo es el ‘canard au sang’ (pato prensado), cuya preparación es todo un ritual y que solo pueden llevar a cabo cocineros formados expresamente para ello en el Consulat des Canardiers de Rouen. Después de aparecer en llamas ante los ojos de los clientes, como si fuera un truco de magia, los especialistas utilizan una prensa tradicional Tour D’Argent para extraer todo el jugo a la carne, que luego servirá para la elaboración de una salsa fina y sabrosa, cuyo sabor remite a esos tiempos en que las cosas importantes se hacían sin prisas.

El comensal de Les Grands Buffets, como si realmente hubiera abandonado por unas horas el siglo XXI, también puede probar otros platos refinados, como la liebre a la royal, el ‘foie gras’ escalfado en caldo de boletus o costillas de ternera ‘simmenthal’, corderos y cochinillos presentados en pesadas bandejas de mármol.

Pero hay mucho más, claro. El visitante se encontrará a lo largo de su recorrido por los diferentes bufets –algo concurridos, eso sí—con enormes fuentes de ostras, bogavantes y todo tipo de mariscos; entremeses y todo tiempo de variedades de ‘foi-gras’; recetas con mucho fondo como guisos de ternera o civet de jabalí; verduras para descongestionar; y un asador donde se preparan al momento platos como el bogavante a la americana, el tuétano de ternera a la flor de sal, las ancas de rana, el rodaballo asado… Todo ello maridado con una amplia selección de vinos (también a copas) y champán, a precio de bodega. Es decir, que la aventura de les Grands Buffets incluye la oportunidad de acceder a una bodega que en cualquier otro sitio estaría fuera del alcance de la mayoría.

Récord Guiness de quesos

Capítulo aparte merece el bufet de quesos, que se recomienda abordar como aperitivo, si bien la libertad no deja de ser el bien más preciado en un restaurante como este. Les Grands Buffets luce un récord Guiness por poseer la mayor colección de quesos en un restaurante del mundo, con hasta 111 variedades de quesos de todo tipo, uno de ellos catalán: el Lúpulus de Formatges Muntanyola, lavado y curado con cerveza y elaborado en el marco de un proyecto de economía social de la Fundación Ampans.

La selección de quesos de Les Grands Buffets.

La selección de quesos de Les Grands Buffets. / LGB

El gran problema de la visita reside, quizás, en dejar un hueco libre para el postre. Y es algo que debería hacerse, porque la selección incluye recetas ineludibles de la pastelería francesa como la tarta tatin con manzanas al horno, la tarta Saint Honoré, el milhojas, varios tipos de ‘éclairs’, mousses, ‘macarons’, helados y, por supuesto crêpes Suzette elaboradas al momento con el famoso destello que implica su flambeado.

De esta forma, cuando el comensal sale por la puerta de Les Grands Buffets con el estómago más que satisfecho, no solo ha comido o cenado, sino que ha vivido una experiencia única y original, que en ningún otro lugar podrá repetir. Ha gozado con todos los sentidos, se ha visto trasladado a tiempos pasados, ha probado bocados en otros lugares inasequibles, ha adquirido nuevos conocimientos y se ha olvidado, por un tiempo, de todo lo que sucedía en el exterior.

Esta es seguramente la razón por la que acoge cada año más de 390.000 comensales (50.000 de ellos, españoles), que consideran este restaurante francés como un lugar imprescindible a conocer, como si fuera la misma Torre Eiffel. Y luego aún quedará visitar Narbona, que también guarda un buen número de sorpresas agradables.

Qué tener en cuenta para visitar Les Grands Buffets

  • Una de las maneras más cómodas (y sostenibles) de llegar a Les Grands Buffets es en tren de alta velocidad, gracias al AVE que conecta Barcelona con Narbona en apenas dos horas. Una conexión diaria de ida y vuelta que permite llevar a cabo una escapada al restaurante el mismo día.
  • Si se decide pasar algunos días en Narbona, también es una buena idea. La ciudad francesa, perteneciente a la región de Occitania y atravesada por el canal de la Robine, tiene un encanto que se ha ido forjando con el paso de los siglos, desde que fue fundada por los romanos. Como visitas imprescindibles se encuentran un tramo de la Vía Domitia, la primera calzada romana construida en la Galia; la catedral gótica de San Justo y San Pastor, una de las más altas de Francia pero que está inacabada; y el conjunto monumental del Palacio de los Arzobispos.
  • Para acudir a Les Grands Buffets es imprescindible reservar con tiempo, especialmente si la fecha escogida es en fin de semana. Eso sí, hay que tener en cuenta que los horarios franceses son algo más avanzados que los españoles, así que la franja de la comida va de las 12.00 a las 13.30 horas y la de la cena, de las 19.15 a las 21.15 horas. El precio para los adultos es de 57,90 euros, mientras que los niños entre 6 y 10 años pagan 28,90 euros. Para los menores de 6 años es gratuito.