El Tourmalet

Una Vuelta entre maletas y áreas de servicio que no están a la altura

Tourmalet por Sergi López-Egea

Tourmalet por Sergi López-Egea / EPC

Sergi López-Egea

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Permitidme que hoy haga un paréntesis en la competición deportiva para hablaros de maletas, o mejor dicho de maleta, así en singular, sin más. Después de tres semanas paseando el baúl de Concha Piquer por medio Portugal y media España ya es imposible encontrar una prenda sin una arruga, ya no queda ropa interior disponible y por más que trates de ordenar cada día las prendas, siempre hay algo que te dejas encima de la cama del hotel cuando tienes la maleta cerrada. ¡Es horroroso! ¡Hala! a abrir la maleta de nuevo y a volver a colocarlo otra vez en el sitio pertinente.

Mientras tanto piensas que los ciclistas dejan las maletas junto a la puerta de su habitación para que pase el masajista de confianza, la baje por el ascensor y la coloque en el autocar del equipo. Hasta da envidia si compartes hotel con ellos, ver lo ordenado que lo tienen todo, con los nombres de los ciclistas colocados en cada valija, maletas que luego se encontrarán perfectamente situadas al día siguiente al lado de la cama que les corresponde dormir.

Claro está, ellos se esfuerzan más y son los artistas del espectáculo porque sin corredores no habría ni Vuelta en España, ni Tour en Francia, ni Giro en Italia.

El mimo de los equipos

Los equipos cada vez llevan más personal que supera con creces a los ocho corredores que disputan la carrera y en eso no hay que discutir nada a las escuadras ciclistas porque tratan de cuidar al máximo a los artistas de la competición.

Otros han de cargar con la maleta a cuestas, colocarlas cada día en el coche y, sobre todo, estar pendiente de que no te dejes nada en la habitación, algo que, a veces, resulta inevitable.

Como inevitable es no realizar comparaciones entre España y Francia. Las infraestructuras son similares, pero al sur de los Pirineos aún estamos muy atrasados a la hora de buscar la comodidad del viajero cuando quiere utilizar un área de descanso en una autopista o autovía. Si no hay gasolinera a la vista, en las áreas de descanso de las autopistas españolas tienes que orinar al aire libre, en zonas que al final son un asco, llenas de papeles higiénicos por todas partes y sin encontrar la mínima intimidad a la hora de hacer las necesidades.

El ejemplo francés

En Francia cualquier área de servicio dispone de zonas de aseos gratuitas, de mesas para poder hacer un picnic y hasta de columpios para que los niños puedan desfogarse después de andar metidos horas y horas en la parte trasera de los coches.

Y ya no digamos los precios en los supermercados de las gasolineras donde el litro de agua está muchas veces más caro que el del combustible. ¿Acaso alguien se detiene por gusto en un área de descanso para comprar una botella de agua a dos euros o más? Es un considerable abuso. Y ya no digamos si quieres comer un menú o un bocadillo que se cobra a precio de oro cuando la calidad del servicio no está acorde con los euros que cuesta.

Son detalles que quedan en la memoria después de haber conducido más de 10.000 kilómetros entre Tour y Vuelta. Hay cosas que se deben mejorar y, a veces, conviene denunciar porque de lo contrario seguiremos años y años teniendo unos servicios que no nos merecemos.

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