La ronda española

Roglic da un golpe de campeón en la Vuelta

El ciclista esloveno ataca a seis kilómetros de la cima de Moncalvillo, en la Rioja, para situarse líder de la carrera sin obtener respuesta de ningún rival a falta de dos etapas importantes para acabar la carrera.

El Tourmalet: una Vuelta entre maletas.

Primoz Roglic se impone en la cumbre de Moncalvillo.

Primoz Roglic se impone en la cumbre de Moncalvillo. / UNIPUBLIC / SPRINT CYCLING AGENCY

Sergi López-Egea

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Moncalvillo es el paraíso de las setas, los boletus crecen en el bosque como los segundos que atesora Primoz Roglic en su cesto de la Vuelta. Hay tantos, pero con tanta gente, incluso más que la que se reúne para aplaudir a los corredores en el ascenso, que tuvieron que poner el otoño pasado un peaje como el que ya ha impuesto el ciclista esloveno a todos los rivales para dar un toque de campeón con aire de ser definitivo a una ronda española que quiere ganar por cuarta vez.

Fue un triunfo deportivo y psicológico, porque Roglic dejó en la Rioja a todos los rivales tocados y casi hundidos pese a los dos días que quedan, que no son ni mucho menos de paseo (este sábado, 4.730 metros de desnivel positivo, y el domingo una contrarreloj en Madrid de 24,6 kilómetros). Tan afectados quedaron todos los rivales del corredor esloveno que ya afrontaron la recta final de Moncalvillo sabiendo que sólo les quedaba la honra de luchar por la segunda plaza de la Vuelta.

Enric Mas puede acabar segundo en Madrid, por qué no, pero la gloria en las carreras de tres semanas se la llevan ciclistas como Roglic, capaz de noquear a todos los contrincantes a falta de 6 kilómetros para la cima de Moncalvillo, mucho antes de que aparecieran las rampas singulares, las que marcan una ascensión señalada por las setas en el bosque y que contempla en la base los interminables viñedos que ya esperan con ansias la llegada de la vendimia.

La directa

Roglic puso la directa gracias a un ciclista colombiano llamado Daniel Martínez, que sin ser una gran figura, terminó el Giro, en primavera, por detrás de otro esloveno mucho mejor que el nuevo líder de la Vuelta. Tadej Pogacar ganó la ronda italiana con tal poderío que casi resultaba innecesario hablar del segundo, como pasará en la Vuelta salvó que este sábado camino del Picón Blanco se produzcan unos encuentros en la tercera fase dignos de Steven Spielberg.

Quedaban 6 kilómetros para coronar Moncalvillo, las cunetas llenas de riojanos y alaveses que habían subido en bici, porque estaba prohibido hacerlo en coche, de valientes que lo habían hecho a pie con la carga de la nevera portátil, y los que estaban en ese lugar contemplaron lo mismo que los ciclistas que ascendían a rueda de los corredores del Red Bull. Plis plas y Roglic que se va a rueda de Daniel Martínez y Aleksandr Vlasov, el ciclista ruso que se tragó Pablo Castrillo en el Cuitu Negru.

Todos quietos

Por detrás, se miraron, nadie se atrevió, nadie quería morir en el intento. Todos se quedaron quietos sabiendo que, en ese punto kilométrico, a seis de meta, estaban perdiendo la Vuelta. Lo probó Richard Carapaz. Lanzó un cohete que salió defectuoso. Luego demarró demasiado tarde Enric Mas para intentar una captura imposible, aunque realmente lo que hacía era distanciar a Ben O’Connor para intentar llegar a la segunda plaza de la general de la que ahora está a 26 segundos de diferencia. “Sólo puedo darle la enhorabuena a Roglic. Ahora toca restar tiempo a O’Connor”, defendió Mas en la cumbre de Moncalvillo.

O' Connor ascendía sabiendo que el 13º día con el jersey rojo iba a ser el del maleficio, porque iba a entregar la prenda a Roglic y que no se produciría en Moncalvillo ni el milagro por llevar el dorsal 51 con el que Eddy Merckx ganó su primer Tour. El corredor australiano ya ha hecho mucho animando una carrera que en el inicio de Lisboa no lo había escogido como uno de los protagonistas.

Un líder que estaba maduro

Roglic, en cambio, sólo confirmó en Moncalvillo lo que se siempre pareció claro, que llevaba días dejando madurar a O’Connor, que tenía marcada en rojo esta etapa y que en los Lagos prefirió adoptar un perfil bajo al ascender a rueda de Mas que, sin quererlo ni pretenderlo, se convertía en su mejor gregario.

Los 6 kilómetros finales de Roglic fueron una lección de ciclismo, el corredor que asciende regulando, aunque dando siempre un punto más para situarse al frente de la general con unos fantásticos 1.54 minutos de ventaja. “Espero mantener este ‘maillot’ llevo tres semanas luchando por ello. Me gustaría que el liderato ya sea definitivo”. Palabra de un líder sólido y tan saludable como los boletus de Moncalvillo.

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