La ronda española

Urko Berrade amplía la fiesta del Kern Pharma en la Vuelta

El ciclista navarro afincado en Barcelona consigue la tercera victoria de su equipo el día en el que Mikel Landa se deja casi cuatro minutos después de un ataque de Richard Carapaz.

El Tourmalet: cuando no había pelotones femeninos en la Vuelta.

Urko Berrade triunfa en la meta de Maeztu, en Álava.

Urko Berrade triunfa en la meta de Maeztu, en Álava. / LA VUELTA / CXCYCLING

Sergi López-Egea

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A Juanjo Oroz, mánager del Kern Pharma, le preguntaron en Lisboa, de donde partió la Vuelta, qué iban a hacer en la carrera, que las oportunidades no hay que dejarlas pasar y que hasta 2026 no regresarían a la prueba, porque, como van de invitados, el año que viene no les correspondía la plaza. “Ganarnos el billete para 2025”, respondió el técnico navarro, el que quiere recoger el testigo como descubridor de talentos que un día llevó José Miguel Echávarri, el mismo que dio la oportunidad primero a Pedro Delgado y luego a Miguel Induráin.

El Kern Pharma estará el año que viene en la Vuelta. La organización ya se las apañará para que nadie, entre el resto de los equipos continentales españoles, se sienta ofendido. Porque una escuadra que con la de este jueves ha conseguido tres victorias de etapa tiene que estar sí o sí en la ronda española de 2025.

Si Jaime Castrillo consiguió ganar en Manzaneda y en el Cuitu Negru, Urko Berrade, otro pamplonés que quiere ser ilustre, venció en Maeztu, en las tierras de un Mikel Landa que sucumbió en las carreteras por las que entrena, el único as de la general que se descolgó en un ataque de Richard Carapaz y cruzó la meta a 3.20 minutos de todos los favoritos, entre ellos el todavía líder Ben O’Connor. “He reventado”, justificó Landa. Poco más que añadir.

Tras los pasos de Castrillo

El Kern Pharma, en cambio, sí tenía cosas que añadir y contar, en la inmensa felicidad de Oroz, que está buscando capital de los patrocinadores, intentando que la empresa farmacéutica amplíe presupuesto, que seguro que lo tienen de vender tantos y tantos ibuprofenos y paracetamoles por todas partes. “Es el lugar donde estará mejor Castrillo. Voy a intentar que se quede”, porque sabe que, pese a negociar con el Ineos, aún no ha firmado con la escuadra británica, mientras le llueven ofertas de todas partes.

Pero es que no es sólo Castrillo, es todo el equipo, el que dirige desde el coche Mikel Nieve, el mismo que fue octavo en la Vuelta, 12º del Tour, dos veces décimo en el Giro, con victorias en las rondas española e italiana. Es el Nieve que incentiva a los ciclistas del Kern Pharma para que se cuelen en la fuga buena del día. Y no lo hace con un ciclista, si no con tres: Berrade, Castrillo y el catalán Pau Miquel, al que designan como candidato al triunfo en Maeztu si la escapada llega con esprint a la vista.

Y lo que son las cosas; si Castrillo en el Cuitu Negru sacó de rueda a todo un Alexsandr Vlasov, el mejor escudero de Primoz Roglic, Berrade, en Álava, se deshace de Steven Kruijswijk, un tío que ha sido tercero en el Tour y que no ganó un Giro porque se estampó contra un muro de hielo cuando tenía la victoria en el bolsillo. Era Kruijswijk el más famoso de la escapada y el que quería regalar a su compañero retirado Wout van Aert con otro triunfo en la Vuelta para que le alegrara la velada en el hospital donde está ingresado por la caída camino de los Lagos.

Pues, no señor, atacó Berrade para ir a la caza de Kruijswijk, al que remató para que en la llegada a Maeztu ondearan bien alto todas las ikurriñas y banderas palestinas que había en la meta, y para que los aficionados les dieran las gracias y felicitaran a los ciclistas del Kern Pharma rezagados y que ya sabían que habían logrado otro éxito en una Vuelta de la que son héroes y protagonistas.

Entrenando por Barcelona

Berrade, 26 años, nunca había levantado los brazos en la meta. Llevaba meses preparando la Vuelta por la carretera de la Rabassada, camino de Sant Cugat, los días que quería hacer más kilómetros se iba a Montserrat para llegar a lo más alto de la montaña más simbólica de Catalunya. “Me vine a Barcelona porque le salió un trabajo a mi pareja y quería estar con ella. Enseguida vimos que teníamos que buscarnos un piso por la zona de Sarrià porque por allí es más fácil salir de la ciudad. Hay mucho tráfico, pero mejor tiempo que en el norte y una cosa compensa la otra”.

La pareja es Andrea, que como si tuviera una premonición, se había acercado a la meta de Maeztu, con los padres del corredor. Todos ellos llegaron a la zona del podio para dar los primeros besos a Urko por su mejor hazaña sobre una bicicleta. Quedan dos etapas de montaña en la Vuelta (este viernes, llegada a Moncalvillo, en la Rioja, y el sábado, a Picón Alto, en Burgos), descartar un nuevo triunfo del Kern Pharma sería una aberración.

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