La ronda española

Marc Soler triunfa en la Vuelta bajo la niebla en el invierno de los Lagos

Ben O’Connor salva por 5 segundos el jersey rojo ante un Primoz Roglic que empieza a oler la victoria y un Enric Mas que no se da por vencido y que no renuncia a una ofensiva en la carrera, en el día del abandono de Wout van Aert por caída.

El Tourmalet: "siga a ese coche", el relato del abandono de Miguel Induráin en 1996.

Marc Soler gana en los Lagos de Covadonga.

Marc Soler gana en los Lagos de Covadonga. / LA VUELTA

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

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La niebla lo esconde todo en la cima de los Lagos donde el verano se transforma en invierno. El aficionado que ha subido a la cumbre en bici no ve ni torta y casi ni se percata de la llegada de los corredores, los que se desprenden de las gafas y a duras penas tratan de no perder la línea de la carrera, la que tumba a Wout van Aert kilómetros antes, la que deja sin épica al mejor Enric Mas de la historia, la que conduce a meta a un inteligente Primoz Roglic, que ya empieza a verse ganador de la Vuelta, y la que lanza a Marc Soler hacia su tercera victoria en la prueba.

Todos son héroes, porque el día no está escrito para cobardes. Soler lo es por su empeño en buscar triunfos en la carrera. A veces ataca a destiempo, otras bebe cuando no debe, pero sabe reservarse, como si fuera un juguete, la mejor etapa de la prueba, la que conduce a la leyenda de los Lagos, donde inscribe su nombre para suceder a Roglic, el último ganador, en solitario, hace tres años… entonces triunfo en Covadonga y carrera sentenciada.

Ben O'Connor, en Covadonga

Ben O'Connor, en Covadonga / LA VUELTA

Ahora, la Vuelta aún no está decidida porque la igualdad domina entre los que pelean por el triunfo, porque Mikel Landa quiere y no puede, aunque ataca al inicio de los Lagos. Porque, aunque despierte un apetito de victoria y un hambre caníbal por triunfar en la carrera, los demarrajes de Mas -el que lo probó, ver para creer, a 60 kilómetros de la meta-, no hacen daño a Roglic, que utiliza una calculadora mental mientras sube por encima de los lagos de Enol y de la Ercina pendiente de los datos que le ofrece el ciclocomputador, de lo poco que puede ver ante una niebla espesa que se cierra como una celda.

El líder que resiste

Son también los lagos de Ben O’Connor. Nadie le ha regalado nada en esta Vuelta que no ganará, porque ha sido el único que se ha merendado a todos los equipos en un ataque estilo Pogacar en la sierra de Málaga. Salva el jersey rojo por apenas 5 segundos y porque los jueces castigaron el domingo a Roglic con 20 de sanción por actuar como un juvenil yendo a rebufo de su coche demasiado tiempo y con las cámaras como testigo después de cambiar de bici camino del Cuitu Negru, lo que está absolutamente prohibido por el reglamento. Aún tuvo suerte de que los jueces no quisieran hacer sangre con él por ser quien es.

O'Connor no se desespera cuando se ve solo al empezar a perder la rueda de la Vuelta en la Huesera, el principal muro de la subida a los Lagos. Todo le empieza a salir del revés. Es el primero de la general, pero asciende en última posición entre los cinco primeros de la clasificación. Lejos de desesperarse, se arranca el pinganillo. No quiere oír los gritos de ánimo de su director para salvar de rojo el imposible de ganar la Vuelta.

Soler ya ha llegado a meta. Ni se lo cree. Se acuerda de sus dos hijos. Lo había intentado otros días, pero siempre encontró un rival como un roble, una vez Van Aert y otra Pablo Castrillo, el nuevo referente del ciclismo español. Soler es el que contempla de cerca, en la bajada de la Collada Llomena, la caída de Van Aert. La pista está resbaladiza, llena de charcos y de caca de vaca. Se estampa contra un muro. Trata de seguir. Se pasa minutos al cuidado de Pedro Sanz, el médico navarro de la Vuelta, cardiólogo, apasionado del ciclismo. Le sangra abundantemente la rodilla derecha. Sigue siendo el año maldito del Visma. Tenía ganada la clasificación del jersey verde, que es la de los puntos y la regularidad, y lideraba también la montaña, sin ser un escalador… porque no quiere. Adiós a la Vuelta y quién sabe si también al Mundial.

La Vuelta sigue, Soler gana, O’Connor se mantiene al frente de la general por los pelos y Mas continúa dando guerra porque tal como dijo el lunes, “hasta el sábado hay carretera para ganar la carrera”. Confianza no le falta al ciclista mallorquín.

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