El Tourmalet

Siempre nos quedará Mikel Landa

Tourmalet por Sergi López Egea

Tourmalet por Sergi López Egea / EPC

Sergi López-Egea

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A Mikel Landa se le podría denominar el ciclista silencioso, el que corre la Vuelta sin hacer ruido, tal como hizo en el Tour donde acabó en quinta posición, justo el lugar en el que ahora se encuentra clasificado con algo más de una semana para terminar la carrera.

A Landa también se le podría aplicar aquella teoría que dice que si no existiera se le tendría que inventar porque siempre acostumbra a estar en el lugar idóneo y no en el equivocado, hasta el punto de que esta Vuelta no sería igual si él no participase.

Ahora empieza el capítulo final de montañas, el más complicado y difícil; un episodio que va más allá de las rampas de garaje que llegan en las etapas llanas y de las que últimamente no abusa la Vuelta; de hecho, en este aspecto, sólo se podría catalogar a la etapa que finalizó el sábado de la semana pasada en Cazorla, donde Primoz Roglic consiguió la segunda victoria en una Vuelta que quiere volver a ganar.

La madurez

Y eso, precisamente, lo sabe Landa, que ya lleva muchos años corriendo en bici, entre alegrías, castañazos desdichados, alguna desaparición de los puestos de honor de una general, retornos a lo grande y esta etapa de madurez, en el equipo Soudal que en la Vuelta se denomina T-Rex, por cuestiones publicitarias de la marca patrocinadora, donde, aunque lo quiera esconder, exterioriza que se encuentra muy feliz.

Sabe Landa que el favorito es Roglic y ni por asombro tratará de responder a un ataque porque tiene claro que el intento sólo puede conducir al desastre, como le ocurrió el viernes a Enric Mas en tierras leonesas del Bierzo.

A lo suyo

Él irá a lo suyo y lo suyo es marcarse un ritmo fuerte de escalada, tratar de remontar con paciencia y si no puede alcanzar a Roglic pues ya vendrán días mejores para él porque, aunque casi parezca una quimera, igual el ciclista esloveno tiene un día malo, porque aunque sea esloveno, hombre, su caso no es el mismo que el de su paisano Tadej Pogacar, de lo contrario la Vuelta ya llevaría días finiquitada, seguramente desde la cuarta etapa, cuando se buscaron cumbres extremeñas para que Roglic apuntase el nombre como vencedor del día.

Siempre nos quedará Landa, el ciclista afortunado que pudo disfrutar del Tour sin tener que trabajar en exceso para su jefe Remco Evenepoel, porque no falló en la montaña y no necesitó de los servicios de su compañero vasco.

Siempre nos quedará Landa porque nos podemos pasar sin protestar hasta las mismas calles de Madrid esperando el ataque, que si llega perfecto y si no habrá que aguardar hasta la próxima cita ciclista.

¿Una gran alegría?

Y, si se da el caso, será como si se lanzasen los mejores cohetes en una fantástica noche de fuegos de artificio con el cielo iluminado de cohetes y la gente aplaudiendo.

Ha perdido un podio del Tour por un segundo, y eso es duro de digerir. Se cayó en un Giro donde llegaba en un estado de forma maravilloso y por su pedaleo, constancia y fortaleza Fabio Aru consiguió la victoria en la Vuelta de 2015, cuando Landa se anotó su único triunfo de etapa en la carrera, en los Pirineos de Andorra, ahora tan de moda gracias al ciclismo de montaña y las visitas sorpresa.

Por eso, siempre nos quedará su nombre para disfrutar de una carrera ciclista y esperar su reacción, aunque sea como hasta ahora para enlazar con la cabeza de carrera y estar muy cerquita de pelear por el podio de la carrera. Landa sólo hay uno.

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