La industria del deporte

La suerte de poder elegir inversor

Archivo - Patrick Mahomes durante un partido de los Kansas City Chiefs

Archivo - Patrick Mahomes durante un partido de los Kansas City Chiefs / Al Diaz/TNS via ZUMA Wire/dpa - Archivo

Marc Menchén

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La entrada de grandes inversores en el deporte no es ninguna novedad. La presencia de grandes fortunas y fondos de inversión se ha ido desarrollando de forma paulatina en los últimos años, pero aún quedaban resortes en los que estas firmas tenían el paso barrado. Mientras en Europa son múltiples los clubs que buscan nuevo comprador o socios para sus proyectos, en Estados Unidos hemos asistido a un escenario totalmente distinto. La NFL ha decidido quién, cómo y con qué condiciones va a poder invertir en sus franquicias. Todo lo contrario a lo que sucede en Europa, donde la fragmentación comercial del mercado y la inestabilidad del modelo competitivo aumenta la incertidumbre sobre los potenciales retornos.

La liga de fútbol americano, con un negocio internacional aún en ciernes, es el producto deportivo más potente de Norteamérica. Tiene 32 equipos distribuidos geográficamente de modo que no compitan excesivamente por la audiencia, un modelo de redistribución de los ingresos que reduce la brecha competitiva y alimenta la rivalidad, y el poder de dominar cada año las 100 retransmisiones más vistas de Estados Unidos. Todo eso, y un modelo que blinda a perpetuidad la presencia de sus franquicias independientemente de su rendimiento deportivo. Quizás les suene la versión europea de esta película.

Mercado único

Es un modelo que allí funciona a la perfección porque nacieron con él y porque es un mercado único, en el que aplican las mismas normas. Pero de difícil aplicación en un territorio que lleva 100 años conviviendo con ascensos y descensos, y que está supervisado por distintos reguladores y gobiernos. Quizás así se entienda que allí el valor medio de una franquicia ronde ya los 6.000 millones de dólares, más de lo que en se valoró todo un Chelsea FC. 

Vayamos a las condiciones. Allí, de momento sólo podrán invertir un selecto grupo de fondos, entre los que se cuentan viejos conocidos del fútbol europeo como CVC (socio de LaLiga y Ligue 1), Ares Management (accionista del Atlético de Madrid y financiador del Chelsea), Sixth Street (socio de Barça y Real Madrid) o Arctos, que ha invertido en el PSG.

¿Por qué allí podrán ir a todo y aquí sólo apuestan por los grandes? Sencillo: el modelo europeo tan solo da ciertas certezas con aquellos consolidados en cierto modo en Europa o, en su defecto, en la Premier. El resto deberá seguir convenciendo de su potencial de revalorización por méritos deportivos, pero eso cambia la película: unos son un activo refugio -siempre revalorizable- y lo otro no dejará de ser siempre una apuesta, con riesgos.

A vueltas con la ventana de fichajes

Un año más asistimos a las quejas de técnicos y aficionados sobre el decalaje que existe entre el inicio de las competiciones y el cierre del mercado de fichajes. Y tienen razón: en una actividad ya de por sí incierta, como es la competición deportiva, es un riesgo aún mayor empezar a jugar sin saber a ciencia cierta con qué armas vas a contar sólo dos semanas y cuáles tendrás al menos hasta diciembre. Con el añadido en España de que la existencia de las cláusulas de rescisión puede dejar indefenso a cualquier club en el último momento.

El problema, como con tantos otros males del fútbol europeo, es que alcanzar el consenso no es sencillo. Si LaLiga opta por sí sola en avanzar el cierre de mercado al inicio de la competición, esta se expone a que el resto de ligas no lo haga y pueda seguir pescando allí. Es decir, que es una situación cuya solución pasa únicamente por un acuerdo continental vía UEFA, y eso implica involucrar a 55 federaciones nacionales. Como poner de acuerdo a una comunidad de vecinos.