Una victoria pírrica, por Jordi Puntí

Lesión de Marc Bernal durante el partido de liga contra el Rayo / Javi Ferrándiz

El partido que el Barça ganó en Vallecas es lo que los historiadores sabios llaman una “victoria pírrica”. No porque les recuerde a Pirri, ese centrocampista histórico del Real Madrid, sino por Pirros, el rey griego descendiente de Aquiles que venció al ejército romano, pero con muchas pérdidas entre sus hombres. La lesión de Marc Bernal al final del partido, cuando había que defender cómo fuera un marcador logrado con trabajo y aciertos —ya contracorriente de un arbitraje tendencioso—, enturbió una noche para soñar. Ahora mismo, muchos culés renunciaríamos a la victoria a cambio de no perder a Bernal por tantos meses.

A inicios de la pasada temporada ya vivimos el mismo drama con Gavi, otro futbolista que nunca se arruga, pero en el caso de Bernal muchos apenas lo acabábamos de descubrir. Porque la realidad es que, antes de esta pretemporada, con excepción de los asiduos a los partidos del Johan Cruyff, había pocos culés que supieran quién era ese mediocentro de 17 años. Nos hemos pasado las últimas semanas especulando con nuevos fichajes, nombres imposibles voceados por una directiva que quiere vender humo optimista y por unos medios sensacionalistas que añoran los días en que cambiaban cromos en el patio de la escuela. Pero resulta que la sensación de este inicio de temporada la teníamos en casa.

Adicción al mercado

Ahora surgirán voces que querrán fichar a la desesperada, ofertas y rebajas antes de que caduquen el viernes a medianoche. Contra esta adicción al mercato, y contra la sensación desoladora de no poder disfrutar de Marc Bernal, el antídoto debe ser Hans Flick. En pocos partidos nos ha demostrado que para él los jugadores van por delante de las ideas y sabe arriesgar con el talento de los jóvenes.

Este Barça es un equipo en construcción y a las promesas de Pau Víctor, Casadó, Fermín o Pablo Torre, poco a poco se añadirán nombres que fueron importantes: Gavi, De Jong, Christensen, Araújo. Además, en la noche de la victoria pírrica, Dani Olmo se postuló como un jugador distintivo, el plus que necesita la plantilla: por fin los millones invertidos con criterio, sin caprichos, aventuras o servidumbres a los agentes.

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