La ronda española

A Van Aert no lo frena ni la hoguera de la Vuelta

Segunda victoria del astro flamenco, que triunfa bajo el calor de Córdoba en la primera ofensiva de Primoz Roglic contra el líder australiano Ben O’Connor.

El Tourmalet: Una piedra en el zapato de la Vuelta.

Wout van Aert triunfa en la meta de Córdoba.

Wout van Aert triunfa en la meta de Córdoba. / UNIPUBLIC / SPRINT CYCLING AGENCY

Sergi López-Egea

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Wout van Aert se destapa en la Vuelta del sudor y el calor, donde una sombra o la manguera de los bomberos vale su peso en oro. Es la Vuelta en la que faltan manos en todos los equipos que sitúan a masajistas, mecánicos y quien haga falta en cualquier zona de la carretera para repartir bidones. Se ha abierto la veda, no hay restricciones en la entrega de agua, ríos de hielo y lo que haga falta para combatir el calor intenso de Córdoba.

En los bares cercanos a la meta tienen conectada la tele con las imágenes de la carrera. Los clientes se refugian con el aire acondicionado del interior para tomar la cervecita, la tapa de ensaladilla rusa o el salmorejo mientras apuran el tiempo antes de dirigirse a la sartén de la llegada donde el termómetro más cercano a la línea de meta indica los 40 grados, aunque seguramente hace alguno menos, que no es que sea un consuelo.

Para acudir a la cuneta y animar a los corredores hay que tener una dosis doble de pasión por el ciclismo y valentía para enfrentarse al fuego que parece caer del cielo. “Con este calor los jueces permiten entregan bidones hasta la misma meta. No sé si en un futuro, con el cambio climático, habrá que plantear cambios”, cuenta José Luis de Santos, un segoviano que fue gregario de Pedro Delgado y hoy es el presidente del sindicato de los ciclistas españoles. Sigue la Vuelta para tratar cualquier desavenencia entre los corredores y los organizadores, que aún no se ha producido.

Existe un protocolo de seguridad y que vela por la salud de los corredores. Se activa cuando hace mucho frío o calor, aunque parece que sólo se pone en marcha cuando el cielo se cierra y amenaza nieve en la Volta, en Catalunya y en el mes de marzo. Aquí en la Vuelta los ciclistas llegan a meta tan mojados que parecen nadadores, entre el sudor del cuerpo, el agua que se arrojan y el hielo que se va derritiendo poco a poco en las bolsas que se colocan debajo de la nuca.

El puerto del 14%

Cuando Van Aert, vencedor en Córdoba, segunda victoria en la Vuelta, se abraza con su compañero Sepp Kuss salta agua de sus uniformes en lugar de chispas de lo mojados que van. Porque Kuss, ganador de 2023, se ha quitado los anillos de jefe de filas para recompensar al astro flamenco con un control extraordinario del pequeño pelotón de apenas 33 corredores que se juega la victoria en Córdoba, con una Vuelta rota en mil pedazos tras afrontar el ascenso a un puerto que se llama el Del 14%, porque tiene una rampa con ese porcentaje.

Y es allí, con el grito de unos aficionados a piel descubierta, donde Primoz Roglic inicia la ofensiva contra Ben O’Connor, líder de la Vuelta y candidato a la victoria, después de la exhibición del jueves. En la cima hay bonificación, 6 segundos, que quiere amarrar el esloveno para demostrarle al corredor australiano, que viste el jersey rojo, que tendrá que sudar para ganar en Madrid incluso más que bajo el azote del sol andaluz.

Roglic pasa primero por la cumbre, O’Connor se esfuerza para cerrar el hueco y Marc Soler busca un ataque imposible ante un Van Aert que se ve ganador de la etapa, porque él sube como el que más, y porque Kaden Groves, el velocista australiano ganador de la segunda etapa, se ha dado un leñazo justo al cruzar la cima, al tropezar con la rueda un rival, quizá demasiado cansado por el esfuerzo titánico que ha hecho.

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