Vida dedicada al fútbol

La lección del entrenador sueco Eriksson en sus últimos momentos: “No se arrepientan. Sonrían”

Ha decidido afrontar esta última etapa con valentía y entereza, compartiendo sus reflexiones y emociones en un emotivo documental para Amazon Prime Video

Sven-Göran Eriksson, durante el Mundial de Alemania en 2006.

Sven-Göran Eriksson, durante el Mundial de Alemania en 2006. / Patrick Seeger/dpa - Archivo

Alexandra Costa

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"He tenido una buena vida". Con estas palabras, cargadas de serenidad y nostalgia, Sven-Göran Eriksson, el legendario entrenador sueco, se enfrenta a la batalla más difícil de su vida: un cáncer de páncreas terminal que le fue diagnosticado en enero. A sus 76 años, y con la sabiduría que otorgan los años dedicados al fútbol, Eriksson ha decidido afrontar esta última etapa con valentía y entereza, compartiendo sus reflexiones y emociones en un emotivo documental para Amazon Prime Video.

En 'El último partido de Eriksson', el exseleccionador de Inglaterra ofrece una mirada íntima a su vida, repasando sus triunfos en los banquillos – 19 títulos en total – y revelando cómo la enfermedad le ha hecho replantearse su existencia. "La vida también se trata de la muerte, tienes que aprender a aceptarla", confiesa con una franqueza conmovedora.

Eriksson, reconocido por su elegancia y templanza en la banda, no oculta su temor ante lo inevitable. "Decir que no tengo miedo a morir sería mentira", admite, aunque rápidamente añade: "Trato de no pensar en ello". Su energía se centra ahora en disfrutar al máximo el tiempo que le queda, rodeado del cariño de sus seres queridos y el respeto de la comunidad futbolística.

Despedida anticipada

El documental, que sirve como despedida anticipada a sus seguidores, está cargado de momentos emotivos. "No se arrepientan. Sonrían. Gracias por todo, entrenadores, jugadores y público. Ha sido fantástico. Cuídense y cuiden su vida. ¡Y vívanla! Adiós", pronuncia Eriksson con la voz quebrada por la emoción, mientras revela su último deseo: descansar en las "tranquilas aguas" de su Suecia natal.

A pesar de la dureza del diagnóstico, el espíritu luchador que le caracterizó en los banquillos no le abandona. "Los médicos no saben cuánto tiempo me queda, puede ser un mes o un año", explica. "Pero ahora puedo engañar a mi cerebro, ver lo positivo de las cosas y no dejarme llevar por la adversidad. Puedo hacer algo bueno con ello". 

Eriksson se muestra agradecido por la oportunidad de despedirse y dejar un último mensaje: vivir la vida al máximo, sin remordimientos, y disfrutar cada instante como si fuera el último.

Sven-Göran Eriksson, un hombre que dedicó su vida al fútbol, se enfrenta ahora al partido final con la misma determinación y elegancia que lo caracterizaron en los terrenos de juego. Su legado, sin embargo, permanecerá intacto en la memoria de los aficionados al fútbol: el recuerdo de un entrenador excepcional y un ser humano extraordinario.