Frankenstein nos sigue

Los grandes equipos del fútbol europeo tienen como mercado de origen para conformar sus plantillas cualquier liga del mundo de cualquier cultura del mundo, una macedonia sabida y aceptada que no es ni buena, ni mala, pero sí puede ser, seguro, peligrosa. Tan cierto es que, en nuestro universo doméstico, hoy, es conocido el complicadísimo momento que atraviesa nuestro querido Barça, como es reconocido, como monstruo a batir, el opulente y poderoso equipo merengue.

De la situación de ambos clubs, podríamos tener la tentación (de hecho, la inmensa mayoría de medios la tienen) de pensar que los azulgranas lo van a pasar muy mal, y los blancos van a pasearse entre laureles, pero ojo, un servidor ya saben que suele tener la tentación de diferir, y no poco, de esa inmensa mayoría de medios.

Ganar en el cielo

El lunes vivimos un 'tast' inicial de lo que tal vez nos espere: Por un lado, el machacado club azulgrana, solventó con una solvencia que solo la osadía juvenil puede ofrecer, una de las visitas más hostiles de la temporada en Valencia, y casi al mismo tiempo, el equipo blanco, llamado a contar sus compromisos por goleadas, se pegó una bofetada como una ensaimada en un foro a priori menos exigente como Son Moix.

Los peligros de Son Moix

¿Qué ha sucedido? Superficialmente, ha pasado que, en esto del futbol, 2 y 2 suele sumar lo que le da la gana, y profundizando un poco más, que cuando uno se aleja de su origen y esencia, y lo hace exageradamente, corre el peligro de perderse, y de hacerlo puede luego tener problemas para encontrar el camino de regreso a casa.

En Son Moix, el Real, saltó al verde con un solo español, madrileño y madridista de origen, Carvajal. Antes, en Mestalla, se había firmado una victoria con la participación de ocho jugadores catalanes y culés de cuna, más 3 del resto del estado español… ¿Me siguen?

No me chupo el dedo, el Real Madrid puede ser una bestia insaciable, lo sé, pero de momento ve de lejos nuestro catalán trasero, y no olviden como acabó la creación del Dr. Frankestein, enloquecido y desconectado…