El Tourmalet

¿Qué tiene la Vuelta que no tenga el Tour?

La Vuelta en las tierras del gran Agostinho.

Tourmalet por Sergi López Egea

Tourmalet por Sergi López Egea / EPC

Sergi López-Egea

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¿Qué tiene la Vuelta que empieza este sábado que no tenga el Tour? La verdad es que la pregunta es fácil de responder. Proximidad, cariño, y a pesar del crecimiento exagerado de estos últimos años, todavía es posible hablar con los ciclistas sin tener que poner los codos o estar una eternidad esperando delante de los autobuses de los equipos, un contacto que el covid empezó a convertir en un arte casi imposible hace cuatro años.

A finales del siglo pasado hubo una revista de ciclismo -‘Solo bici carretera’ se llamaba- que reunió a varios de los especialistas de este deporte que se repartían por diversos medios de comunicación. El periodista Luis Gómez, que llegó a ser responsable de deportes de ‘El País’ y que era un amante del Tour, escribía habitualmente una columna y fue de los primeros que se atrevió a comparar las dos carreras. “La Vuelta en lo único que supera al Tour es número de azafatas. En la ronda española hay más de un centenar. En el Tour, las justas y necesarias”.

En la actualidad...

Nada que ver con la actualidad. La Vuelta era un escándalo. Había azafatas que hasta afeitaban las piernas de los corredores en las salidas dando una imagen triste por no emplear otro término. En aquellos tiempos se paseaba un barbero por el Tour, que rasuraba las barbas de los ciclistas, pero era algo distinto, en una especie de barbería ambulante que se montaba en la zona vip cuando los ciclistas se dejaban ver entre los invitados… algo que acabó de forma definitiva cuando el covid levantó los muros infranqueables de protección humana.

Hoy ya no hay azafatas. Los besos al ganador han pasado a la historia. Nadie toca a nadie en el podio, ni nadie se exhibe con falda corta o escote pronunciado. Los tacones puntiagudos también han desaparecido. A los ciclistas les suena rancio lo de recibir un beso de una desconocida como recompensa por la victoria de etapa o el liderato de la carrera. Ya nadie encontrará una foto de un ganador con el carmín en forma de labios marcado en las mejillas.

La igualdad

La Vuelta retiró a las azafatas cuando el mundo comenzó a avanzar definitivamente en la igualdad. Recuérdese que en los años 70 las mujeres tenían prohibido acreditarse como periodistas en las salas de prensa y nadie podía imaginar la repercusión que tiene en la actualidad el Tour femenino, aunque haya sido programado en el tiempo de la Vuelta, porque hay demasiadas fechas comprometidas por todas partes.

La carrera ha encontrado su lugar. Los aficionados acuden a los puertos y las metas se llenan. Todavía falta mucho por aprender. Por ejemplo, decorar los pueblos con el color rojo propio de la carrera. Las localidades por las que pasa el Tour se llenan de colorido amarillo y en Italia comerciantes y vecinos se esfuerzan en mostrar las casas o los negocios con banderas, globos o lo que haga falta siempre en rosa.

El 'saluda' a la Vuelta

Aquí todavía no se ha avanzado en este aspecto y sigue sin superarse lo de poner una pancarta con el nombre del pueblo acompañado del saludo a la Vuelta. Aún hay que adoctrinarse un poco de los franceses, aunque lleven ya unos años con la Vuelta en sus oraciones como una de las principales carreras en propiedad a la estela del Tour.

Hace años la Vuelta abandonó las fechas de abril y mayo para emigrar a septiembre, mucho antes de que la prueba se adelantase a la segunda quincena de agosto. Fue en 1995 con la victoria de Laurent Jalabert. Entonces era impensable que algunos de los principales héroes del Tour y con ellos buena parte de las figuras mundiales acudiese a la ronda española después de correr la francesa.

Los suspensos de julio

La carrera española servía principalmente para que se examinasen en septiembre los que habían suspendido en julio con un pelotón de azafatas que casi igualaba al de los ciclistas. Ahora, por ejemplo, en la conferencia final del Tour, celebrada en Niza el 21 de julio, Tadej Pogacar adelantaba su presencia en la carrera española para 2025 porque este año, cansado tras los éxitos en Italia y Francia, no podía asumir el reto imposible de disputar las tres grandes en una misma temporada.

¿En qué se diferencia la Vuelta del Tour? Cada vez en menos cosas salvo en el tamaño monumental, que a veces no parece tener límite, de la ronda francesa mientras la española va recibiendo invitaciones para partir desde el extranjero, ahora en Lisboa, el año que viene posiblemente en el Piamonte y en 2026 desde Mónaco.

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