La ronda española

La Vuelta se estrena con líder estadounidense entre el viento y el calor

Brandon McNulty toma el mando de la carrera al ganar la contrarreloj inicial donde Primoz Roglic fue el mejor de los favoritos y Enric Mas el más diestro entre los aspirantes españoles a la general.

Brandon McNulty, en acción.

Brandon McNulty, en acción. / UNIPUBLIC / SPRINT CYCLING AGENCY

Sergi López-Egea

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Algunos utilizaban aparatos portátiles de aire acondicionado, los famosos pingüinos. Otros entrenaban la contrarreloj con chalecos de hielo, como si fuesen botellas de vino blanco buscando la frescura. Los más clásicos hacían mover las aspas de los ventiladores y nadie atendía al saludo si no había una sombra cerca en la salida de la contrarreloj inaugural de la Vuelta.

Aún hubo suerte que el viento, que todas las tardes parece despertar al contacto con el agua del Tajo, refrescase un poco el ambiente porque la carretera era un horno a más de 34 grados de temperatura. Tal vez, por eso, se voló literalmente en una contrarreloj de 12 kilómetros que ganó el estadounidense Brandon McNulty para ampliar la leyenda que acompaña al equipo UAE. Si el jefe está de vacaciones y sigue la Vuelta desde su apartamento de Mónaco, da igual, tranquilo Pogacar que te cubrimos las espaldas, porque uno del equipo, en este caso un norteamericano de Arizona, nacido en Phoenix hace 28 años, ganó la primera etapa y de paso se llevó la recompensa del primer jersey rojo, que lucirá este domingo por las carreteras portugueses que conducen desde Cascais a Ourém, muy cerquita del famoso monasterio de Fátima.

Todos más o menos hicieron los deberes, porque como acostumbra a suceder muchas veces, las contrarrelojes cortas que proclaman el inicio de una gran vuelta suelen ser territorio de especialistas contra el cronómetro y los que realmente lucharán por la victoria se quedan en un segundo plano. Es lo que ocurrió en Lisboa donde los tres primeros puestos de la etapa fueron ocupados por contrarrelojistas puros y duros, con la salvedad de que Wout van Aert, que partió el último y acabó tercero, aparte de contrarrelojista es una estrella mundial.

Hasta si hubiese que buscar a alguien que no acabó de hacer los deberes como se tenían que hacer habría que encontrarlo al margen de la bicicleta. No vale sólo con pagar el dineral que cuesta traer a una carrera de tres semanas a tu país. Hay que promocionar la prueba para que los vecinos y los turistas que hacen escala en Lisboa, y la verdad es que este mes de agosto son muchísimos, miles, se enteren de que la capital portuguesa acoge la salida de la Vuelta. Y, la verdad, las vallas entre Lisboa y la playa de Oeiras, estaban muy vacías, demasiado, para el prestigio de una carrera como la Vuelta.

De la ciudad a las afueras

Es cierto que llevar a los corredores al casco viejo de la ciudad era una misión de locos porque es imposible pedalear entre kilómetros de raíles de tranvías, pero en Lisboa hay anchas avenidas en el sentido contrario del que cogió la carrera, desde la ciudad a las afueras. Los organizadores acostumbran a seguir los consejos de los municipios en este tipo de etapas; en una Vuelta que ya el año pasado tuvo la desgracia de iniciarse en Barcelona con una tormenta que oscureció el cielo de la capital catalana.

En lo deportivo, entre los favoritos, Primoz Roglic fue el mejor y evidenció que ha llegado a la Vuelta en forma y recuperado de una caída en el Tour que le provocó una pequeña fractura en una vértebra. Cuenta que le duele la espalda con la posición de la bici pero que está seguro de que las molestias irán mejorando poco a poco se superen kilómetros y la prueba se vaya aproximando a Madrid.

No hubo diferencias de locura entre los que aspiran a luchar por la victoria. Si Roglic fue el más rápido, Joâo Almeida, el mejor ciclista portugués de la actualidad, sólo le cedió un segundo; Adam Yates se dejó 17 y Enric Mas, que buscó la estrategia de partir al principio con el viento algo más sereno, aunque con muchísimo más calor, entregó 22 segundos, uno menos que el corredor ecuatoriano Richard Carapaz.

Carlos Rodríguez y Mikel Landa

Los otros dos corredores españoles que aspiran a la victoria, Carlos Rodríguez y Mikel Landa (ya se sabe que el ciclista alavés detesta los recorridos cronometrados cortos y llanos), pedalearon con algo más de discreción, 29 segundos con relación a Roglic perdió el andaluz y 48, el más distanciado de todos, el ciclista vasco. Sepp Kuss, último vencedor, empleó 36 segundos más que Roglic.

No deben ser, ni mucho menos, diferencias insalvables, sólo una muestra para ver cómo llegan unos y otros a la carrera, aunque la primera prueba de valor se verá el martes, en la cuarta etapa, ya en territorio extremeño, con la subida al Pico Villuercas, tras dos días en Portugal donde Van Aert peleará por arrebatar el jersey rojo a su rival estadounidense.

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