Valencia - Barcelona (1-2)

Flick comienza su era rehabilitando a Lewandowski

El técnico alemán se estrena en la Liga con una remontada en Mestalla (1-2) facilitada por el ariete polaco, autor de dos goles

Robert Lewandowski celebra uno de sus dos goles en Mestalla.

Robert Lewandowski celebra uno de sus dos goles en Mestalla. / Afp7

Francisco Cabezas

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Hacerse viejo es una faena. Hay quienes lo disfrazan desfigurándose la cara o jugando a pádel. Pero quizá lo que más necesitamos sea que alguien nos diga que aún servimos para algo. Lewandowski se mueve lento. Se queja cuando no llega a los balones. Y tiene el carácter propio de quien se ve rodeado de críos a los que aleccionar. Xavi Hernández, antes de ser despedido, lo hubiera mandado a cualquier cementerio de elefantes. No así Hansi Flick. De acuerdo, comparten el mismo agente –Pini Zahavi–, pero el técnico alemán tiene fresco en la memoria los tiempos en que el polaco le socorría en el Bayern. Flick, en el partido en Mestalla que sirvió para inaugurar su era, vio que rehabilitar a Lewandowski era posible. Marcó dos goles y concedió el triunfo a un Barça de adolescentes. Suficiente.

Hay dos maneras de atender a los recursos de La Masia: porque la conoces y crees en ella como santo y seña; o porque la fragilidad y la urgencia empujan a la elaboración de un equipo imberbe, sin tiempo para templar el aterrizaje a la vida adulta. 

En cualquier caso, debería ser motivo de orgullo que, en un escenario con dientes de sierra, comparecieran en el centro del campo dos chicos que hace unos meses se ganaban el jornal en el filial (Marc Bernal, de 17 años, que se comportó como un mediocentro de categoría; y Marc Casadó, de 20, que se hartó a tapar deficiencias de sus compañeros). O que Pau Cubarsí (17), recién llegado de los Juegos, clavara su posición en el eje defensivo. O que Lamine Yamal (17), pese al apuñalamiento de su padre, se viera no solo con fuerzas para ser titular, sino para ser determinante en el 1-1 asistiendo a Lewandowski. De los diez futbolistas del campo que formaron en el once, cinco se criaron en la cantera. Tras el entreacto salieron el lateral izquierdo Gerard Martín (22), que tuvo que suplir a Balde después de que no se recuperara de un problema muscular, y Pau Víctor (22), sensación ofensiva de la gira.

Grietas

Hansi Flick, quizá advertido por las continuas quejas de sus antecesores (Xavi Hernández y Ronald Koeman) ante esas grietas que el gobierno de Laporta no disimula, se ha propuesto adaptarse a todo. Incluso a esa economía de guerra que lleva al club a exponer sus graves limitaciones siendo incapaz de inscribir aún a su gran fichaje veraniego, Dani Olmo. El último capítulo tampoco desmerece, con la dirección deportiva pensando que no es mala idea deshacerse de Ilkay Gündogan. No viajó a Valencia, oficialmente, por el golpe en la ceja sufrido en el Gamper.

Con todo, el grupo de Hansi Flick, pese a un discreto primer tiempo, mejoró mucho en el segundo. El técnico apostó por un 4-3-3 que Raphinha, interior diestro, se encargó de corromper. Es el brasileño un jugador que, al desmarque y con intervenciones breves, puede servir. Lo demostró provocando un penalti en el segundo acto. Pero nunca como pieza capital en la elaboración, donde sus costuras resultan sonrojantes.

Así, el Barça quedó expuesto a la verticalidad y el talento individual en un arranque demasiado peligroso. Cubarsí estuvo a punto de marcarse en propia meta dos veces antes de que, bajo la misma línea de gol, le arrebatara el gol a Hugo Duro. Aunque el valencianista ya había puesto en ventaja al equipo de Baraja en una acción que desveló un sainete. Koundé defendió con la mirada a Diego López, que centró a sus anchas. Iñigo Martínez marcó el cogote de Hugo Duro. Claro, se tragó el balón. Y Balde, en primera fila, no se movió de su sitio para incomodar en el 1-0.

Flick, desesperado, encontró el consuelo después de que Balde se redimiera con un cambio de orientación para que Lamine Yamal sirviera el empate a Lewandowski en el quinto minuto de añadido del primer acto. El polaco, con Flick en el banquillo, está más que nunca para eso. Y también para lanzar los penaltis. No se anduvo con tonterías y martilleó a la escuadra después de que Mosquera, atolondrado, inaugurara al segundo tiempo llevándose por delante a Raphinha en el área.

Ferran Torres, en su curiosa línea de regularidad, falló un uno contra uno. Entró en su lugar el recuperado Pedri. Aunque por entonces el Valencia ya ni respiraba.

Sí lo hacía Flick, que, rodeado de niños, no vio a nadie más joven que a Lewandowski. ¿No es eso amor?