JUEGOS OLÍMPICOS PARÍS 2024

Sirenas que caminan sobre las aguas y gigantes que vuelan a ras de suelo

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Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Señoras y señores, locos del deporte, de cualquier deporte, esto se acaba. Hoy es el último día de los Juegos Olímpicos de París. Que sepan que a mí me gusta (y veo) hasta curling, sobre todo si juega Canadá; también el ‘snooker’, cuando juega Ronnie O’Sullivan y hasta los dardos, cuando el protagonista es el niño Luke Little.

No sé cómo acabará esto hoy. Desde luego, no nos pueden enseñar ya más museos, más monumentos, más edificios antiguos, más veces la Torre Eiffel, a la que le han construido una playa artificial a sus pies para jugar el volei…playa, claro. Dicen que hoy aparecerá Tom Cruise en la ceremonia de clausura. No me extrañaría nada. Ayer ví a Mick Jagger, que de correr (por el escenario) sabe un rato, en la final femenina de fútbol. Cualquier cosa, en serio.

Oro que se destiñe

Eso sí, podrían haber hecho las medallas de mejor calidad. Los deportistas que las ganaron hace una semana se están quejando en las redes sociales porque “parece que las ganamos hace 50 años”. La que no está ya vieja, ha perdido el oro, la plata o el poco bronce que las bañaba. En serio, entre la ceremonia inaugural bajo la lluvia, las aguas contaminadas del Sena (y eso que se gastaron 1.500 millones de euros en limpiarlo), la pésima comida de la Villa Olímpica, atletas durmiendo con sacos de camping en los parques y las medallas de hojalata, no creo que nadie se atreva a proclamar esta noche que han sido “los mejores Juegos de la historia”.

Pero, eso sí, en la penúltima jornada vimos dos finales apoteósicas. Vimos sirenas nadando bajo y sobre el agua, elevándose para marcar goles y proclamarse flamantes campeonas de uno de los torneos más duros y difíciles del París 2024: el waterpolo femenino. Estuvieron tan, tan, prodigiosas, tan, tan acertadas, tan, tan bárbaras, que ni siquiera tuvieron la posibilidad de hacernos sufrir. Ganaron como solo ganan las que están llamadas a entrar en la historia, así, de sopetón, de palizón, providencialmente.

Entrega de las medallas de oro al equipo femenino de waterpolo de España durante los Juegos Olímpicos de París 2024

Entrega de las medallas de oro al equipo femenino de waterpolo de España durante los Juegos Olímpicos de París 2024 / EUROPA PRESS

Toda la selección juega, cómo no, en Catalunya. Hay cinco chicas del Astralpool Sabadell: Judith Forca, Laura Ester, Maica García, Beatriz Ortiz y Paula Leitón. Hay cuatro muchachas del Sant Andreu: Martina Terré, Paula Crespí, Nona Pérez y Elena Ruiz. Hay tres campeonas del Terrassa: Isabel Piralkova, Pili Peña y Paula Camus. Y una del Mataró, Anna Espar.

Las nombro porque han tenido un comportamiento increíble y, sobre todo, porque han logrado la meta que se propusieron cuando decidieron practicar un deporte, cuya mayor recompensa es jugarlo y acabar convirtiéndote en la mejor del mundo.

Ellas, como tantas y tantas predecesoras suyas, lo han conseguido y lo han hecho en nombre de todas las muchachas que les enseñaron el camino. El waterpolo ofrece gloria, no dinero; el waterpolo significa sacrificio, mucho sacrificio. Y, de vez en cuando, reconocimiento. Ellas pasaron ayer a la historia del deporte mundial, aunque ya eran sirenas doradas mucho antes.

Stephen Curry celebra la victoria con Kevin Durant después de ganar el partido de baloncesto masculino por la medalla de oro entre Francia y EE.UU.

Stephen Curry celebra la victoria con Kevin Durant después de ganar el partido de baloncesto masculino por la medalla de oro entre Francia y EE.UU. / THIBAUD MORITZ

Y es que cuando digo que la penúltima jornada de los JJOO nos han ofrecido dos finales impresionantes, lo digo porque, en el otro lado de la balanza, está la opulencia, el derroche, los millones, el show, el espectáculo, la diversión, el prodigio deportivo que emana de los mayores deportistas de la tierra que son, no lo duden, esos gigantes de la NBA. Bueno, gigantes todos, menos ese tipo llamado Stephen Curry, de los Golden State Warriors, que, anoche, como ya hiciera ante Serbia en semifinales, salvó a los suyos, con sus bestiales triples de última hora ante la digna y pletórica Francia, del mayor ridículo de su historia.

Repito, nada que ver con las sirenas del waterpolo. Estos gigantes vuelan bajito, se divierten en plan Harlem Globetrotters y no dejan de ganar a base de chulería bien entendida, esa que ellos disfrazan de diversión, entretenimiento, show y espectáculo.

Ellos no necesitan el oro, les sale por las orejas a todos. Ellos quieren la gloria, la fama, la popularidad, aparecer en los televisores de todo el mundo y lucir la bandera de las barras y las estrellas. Y alguno hasta desearía que ganase Kamala Harris, pero eso, me temo, no forma parte de sus posibilidades, pese a que son muchas.