JUEGOS OLÍMPICOS PARÍS 2024

Mariano Haro, con él empezó todo: "Yo comencé a correr tras las liebres para cazarlas"

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Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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No sé qué esperan de mí, pero sé que ya lo saben todo, todo, de Fran Garrigós, bronce en judo y nuestro primer medallista en París. Así que déjenme que vaya a lo mío, qué ojalá sea parte de lo suyo, aunque yo ya tengo 72 años y, tal vez, no coincidamos en los gustos, ni siquiera en los deportivos.

Acaba de morirse uno de los grandes, pero de los grandes de verdad. Mariano Haro, el ‘león de Becerril’, el primer atleta español de verdad, en serio, profesional, que tuvo España. Es decir, acaba de morirse, justo el día que arrancaban los JJOO de París-2024, el más grande, el padre de todos, el mejor, el único, el pionero, el precursor, el que lo ganaba todo, el que los ayudaba a todos, el que daban vueltas sin parar a las plazas de toros para llevarse un sueldo a casa y ayudar a la familia.

Campeón infinito

He hablado con tres monstruos que lo conocieron y gracias a ellos, a los tres monstruos, Gerardo Prieto, enorme periodista de atletismo; Victorio Duque, tremendo comunicador de la COPE, uno de los tipos más originales de esta profesión y Juanmari Iriondo, un vasco-vasco, un tipo único, organizador del Cross de Elgoibar, uno de los santuarios, la catedral, donde se adoraba a Mariano Haro, ganador de todos los títulos de mediofondo y cross y casi, casi, medalla en los 10.000 metros de los JJOO de Munich-72. Todo lo que viene a continuación, me lo han contado ellos tres. Y les doy las gracias.

Cuentan que un día, un grupo de atletas se estaba entrenando en la residencia Blume de Madrid. Les hablo, como poco, de 1973. Y por allí apareció Haro y su amigo Joan Hidalgo, un maratoniano. Salieron a entrenarse por la Casa de Campo y, de pronto, apareció una liebre y Haro dejó el grupo, su disciplina, el ritmo y salió disparado detrás de la liebre, hasta que la atrapó.

“Miren”, cuentan que les explicó Haro, como justificándose por el desplante. “En casa, en Becerril, eramos siete hermanos, papá era albañil y, como comprenderán, todo lo que llevábamos a casa era poco. Debíamos comer y yo aprendí a correr como los etíopes, como los keniatas, persiguiendo a los animales para cazarlos y llevar comida a casa”.

Luego, explican mis sabios, todo se perfeccionó. Bueno, tampoco, tampoco. Haro se presentó un día en Madrid en una especie de competición que organizaba el Frente de Juventudes. “Total, fui allí para salir de Becerril, para pasearme, para correr un poquito y poco más”. El caso es que, sin equipación alguna, Haro, que entonces tendría 17 o 18 años, salió a correr contra atletas de verdad. Les metió una paliza histórica. “Era una carrera de 3.5 kilometros y yo, a los 400 metros, ya les sacaba 200. Y me dije, bueno, tira, haber hasta donde llegas”.

Fotografía de archivo del 25/09/1967 del ex atleta Mariano Haro mientras cruza la línea de meta en los Campeonatos Nacionales de Atletismo absolutos individuales y con clasificación por federaciones, en el estadio de Vallehermoso de Madrid. Mariano Haro, cuatro veces subcampeón del mundo en la modalidad de campo a través, ha fallecido a los 84 años de edad.

Mariano Haro, en una de cientos de victorias. / EFE

Llegó hasta el final. Ganó. El Gobernador Civil de turno le entregó el trofeo y salió en la portada del Diario Palentino. “Compré cinco ejemplares para enseñárselo a todo el pueblo”. Ese fue el principio de todo. Hasta llegar, tres veces seguidas, frente al Generalísimo, el Caudillo, como le llamaba Mariano Haro. “Siempre muy correcto conmigo. Y punto”.

Les contaré otra cosa. Felipe VI no se acuerda, o sí, ¡vaya usted a saber!, pero Mariano Haro fue su profesor de atletismo, en un clinic en Mallorca. “Yo le enseñé a correr, junto a otros 49 atletas o jóvenes más. Y, la verdad, corría estupendamente. Y le enseñé a correr porque la Casa Real quería que el entonces príncipe practicase todos los deportes. Buen atleta lo era. Y rey, también”.

Prohibido correr

Mariano Haro, repito, el padre de todos, absolutamente todos, los campeones españoles de atletismo, se reveló contra su madre porque no le dejaba correr “no vaya a ser que enfermes”. Pero en su casa, con un padre albañil y seis hermanos más, no solo hacían falta muchos brazos, sino mucha comida. Y Mariano se escapaba de casa, a escondidas de su madre, se llevaba al campo a ‘Toni’, su perro’ y se pasaban el día persiguiendo conejos y liebres “pues las perdices eran inalcanzables”.

"Mi madre no me dejaba correr, por si enfermaba. Total, que yo me escapaba de casa, con mi querido perro 'Toni', un ser maravilloso, y nos pasábamos el día persiguiendo conejos y liebres que, luego, nos comíamos. ¡Éramos siete hermanos!" Y papá era albañil"

Mariano Haro

— El primer atleta profesional de España

Los atletas de entonces no podían ser profesionales. Haro siempre ‘cobraba’ en especies. “Pero ya estaba bien, muy bien. Un día ganabas y te daban una lavadora; otro día ganabas y te daban una nevera; te diré más, un día acabé en el podio del Cross de Elgoibar (que acabó ganando un montón de veces, hasta convertirse en el mito de Elgoibar) y me lleve una escopeta FN Browning, de cinco disparos, lo nunca visto, un auténtico sueño”. Y Haro matiza: “Bueno, no la gané. Me explicaré, había varios trofeos y los atletas que me precedieron rechazaron la escopeta y yo, que era el mejor cazador del mundo, me la llevé encantado”.

Haro, para ayudar a la familia, incluso alimentar a otras muchas familias, se apuntaba a todo. Hasta a batir el récord e 100 vueltas, 10 kilómetros, a una plaza de toro. Le pagaron un montón de miles de pesetas “porque habían apuestas, claro”.

MADRID 01 12 2006 EL EX ATLETA MARIANO HARO FOTOGRAFIADO EN LA ENTRADA DE SU PUEBLO BECERRIL DE CAMPOS EN LA PROVINCIA DE PALENCIA

Mariano Haro, en una imagen de 2006. / JON BARANDICA

Si alguno de ustedes recuerdan a Mariano Haro, lo celebro un montón. Era un ser maravilloso, un auténtico señor, noble, campesino, corredor, cazador (para sobrevivir, él y toda su familia), un atleta como toca. Y llegó a ser tan grande, tan popular, tan mítico, que hasta empezó a correrse la voz de “corres más que Mariano Haro”.

Llegó a ser tan grande, tan humano, tan carismáticos, tan popular, tan celebre que Cola-Cao decidió incluirlo en un anuncio en el que aparecían, ¡ojo al dato, por favor!, el campeonísimo belga Eddy Merckx, el nadador único, irrepetible, Mark Spitz y el campeonísimo de F-1 Emerson Fittipaldi. ¿Les repito los nombres?, no, pues ahí estaba Mariano Haro.

Haro fue un bendito. “Jamás quiso hablar de cómo pudo haber perdido, tal vez, bueno, tal vez, no, seguro, la posibilidad de ganar una medalla olímpica”, me cuenta Gerardo Prieto, que lo sabe todo, todo, del atletismo. “Siempre hemos creído que el finlandés Lasse Viren, sospechoso de doparse, le derrotó por eso, por ir dopado”.

Cuando le hablaban de esas cosas, Haro, incluso con más de 70 años, siempre decía lo mismo. “Yo, lo que hagan los demás, me importa poco, nada, no puedo impedirlo. Mi doping es un cocido de garbanzos. Eso sí, pido a las nuevas generaciones, a todos, que corran tanto cuanto puedan pero no se droguen. Lo primero que hay que ser es leales con uno mismo”.

Mariano Haro llegó a protagonizar un gran y popularísimo anuncio de Cola-Cao, en compañía ¡no se pierdan los nombres! del mítico Eddy Marckx, el inigualable Mark Spitz y el campeonísimo Emerson Fittipaldi

Cuenta Iriondo, que la última vez que estuvo con Haro fue en el Cross de Elgoibar de 2018, con ocasión del 75 Aniversario. “Solo te contaré una cosa, Emilio, y te servirá para conocer la dimensión de Mariano: ¡Tardamos una hora en recorrer los 100 metros ¿te lo repito? ¡100 metros!, de la plaza a la salida de la carrera. Fotos, autógrafos, ‘selfies’, abrazos, saludos, vivas….no podíamos dar un paso. La gente lo adoraba. Perdón, lo adora”. Y, sí, Iriondo, también cree que con Mariano Haro empezó todo.

“Recuerdo un día”, le contó Haro a Duque, “que me invitaron a un acto en el hotel Presidente, de Barcelona. Y allí fui. Pero, claro, debía cumplir mi programa de entrenamiento y, por la mañana, salía a la calle a correr. Y, sin darme cuenta, pisé una parte del césped de los alrededores del hotel. Y se me acercó un segurata y me dijo ‘oiga, ¿usted quien se cree, Mariano Haro o qué?” “Mejor no le digo nada ¿verdad?, pensé”. Mejor, Mariano, mejor.