LA INDUSTRIA DEL DEPORTE

Los retos de la capitalidad deportiva

Imagen del paso de la Vuelta Ciclista a España por Barcelona.

Imagen del paso de la Vuelta Ciclista a España por Barcelona. / Jordi Cotrina

Marc Menchén

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En un mundo sobreinformado y con capacidad para conectarnos con cualquier punto del planeta, ser relevante es cada vez más complicado. Sea un periodista, un atleta, un club o, incluso, una ciudad. No podemos negar que Barcelona sigue en el recuerdo de muchos por lo que supusieron los Juegos de 1992, ya que hasta el Comité Olímpico Internacional (COI) los sigue usando como ejemplo de cuál es el legado que una gran prueba deportiva debe dejar en el territorio. Dicho esto, podemos quedarnos viviendo en el recuerdo del pebetero de Montjuïc o definir de qué modo la ciudad puede seguir apoyándose en estas citas para su dinamización económica.

Los estudios internacionales son reveladores, y la capital catalana continúa bajando posiciones en los rankings. La ciudad ha pasado de ser la séptima a la octava en términos deportivos, mientras que Madrid ha escalado una posición y ya es la quinta, según el estudio Ranking of Sports Cities de Burson Sport. Y uno de los elementos clave que marca subidas y bajadas es la verbalización de sus ambiciones sobre la captación de eventos, según el estudio, que se basa en la opinión de federaciones internacionales, ejecutivos y medios de comunicación.

Aquí hay que confiar en que el cambio reciente de estrategia impulsado por el alcalde Jaume Collboni dé sus frutos a medio plazo. Copa América, La Vuelta, los esfuerzos por mantener la Fórmula 1… La ciudad vuelve a querer ser protagonista y es una buena noticia, aunque habrá que hacer mucha pedagogía a nivel ciudadano para hacer entender que esto ya no va de ver quién pone más dinero sobre la mesa para captar grandes eventos. 

Aprender de los fracasos

El sector ha aprendido de los fracasos y ahora busca proyectos que den certezas y donde las inversiones que se planteen realmente supongan mejoras para el tejido deportivo local o sean un acelerador obras públicas que ya estaban contempladas. Y ahí es donde Barcelona debe definir un plan, en colaboración con el sector privado: ver qué hace falta modernizar, de qué carecemos y qué complementariedad de públicos y elementos desestacionalizadores del turismo puede tener uno u otro torneo. Una estrategia con una visión a largo plazo.

La ciudad tiene tradición, instalaciones, propiedades deportivas relevantes y un gran atractivo. Falta convencimiento interno de que el retorno es claro y favorece al conjunto de la ciudadanía, y para eso están los planes de legado, para recordarnos qué fue posible gracias a la llegada de aquel evento. La competencia es alta, y ahí están los ejemplos de Miami o la fulgurante subida de Madrid. Y la atención internacional por la que se compite es la misma.

El subidón del futfem

El fútbol femenino va superando hitos de manera constante, y todos encaminados a situar a la modalidad como una de las más dominantes dentro del deporte practicado por mujeres. Invisible hace menos de cinco años para la inmensa mayoría de la población, hoy sus competiciones son las que más atención mediática acaparan. Y también a las que con más atención miran los inversores junto al baloncesto. Las perspectivas son altas y donde ponen su dinero son el reflejo de donde su olfato de obtención de retornos dice que estarán las grandes marcas. Y Estados Unidos claramente parte con la ventaja de ser un histórico del soccer femenino, de tener un gran mercado de consumo y albergar a algunas de las principales fortunas. Tres elementos que ayudan a entender por qué el CEO de Disney, Bob Iger, y su mujer, Willow Bay, han tomado el control del Angel City FC con una valoración de 250 millones de dólares. No solo eso, sino que además invertirán otros 50 millones para apoyar su crecimiento. Cifras que, en Europa, darían para financiar una dinastía viendo los presupuestos de aquí. Así que las alternativas son dos: dejar que EEUU domine este territorio, o las grandes potencias europeas pisen el acelerador.