APUNTE

Ver lo que nadie ve, por Jordi Puntí

Ilkay Gündogan, durante el partido ante Suiza.

Ilkay Gündogan, durante el partido ante Suiza. / Europa Press

Jordi Puntí

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Acabo de chuparme un vídeo con todos los goles que se han marcado en la Eurocopa 2024. Son algo más de 20 minutos, sin repeticiones de las jugadas, para ver 117 tantos con sus respectivas celebraciones. Remates imparables, goles acrobáticos, penaltis, cabezazos a centros medidos, chuts desde fuera del área, y nada menos que 10 goles en propia puerta. A pesar de que son la salsa del fútbol, los goles no me cuentan qué equipo ha jugado mejor. La trayectoria y la victoria nos dicen que el mejor ha sido España, y no creo que ningún aficionado al fútbol lo discuta (ni siquiera Bellingham), pero me obsesiona otra cuestión: la escasa influencia de los números 10, los creadores, esos talentos que ven los que los otros no saben ver y ponen el balón donde nadie lo espera.

Hablando de su música, Miles Davis dijo: “No toques lo que está ahí, toca lo que no está”, y lo que busco es ese carácter visionario, distinto. Añoro los pases en profundidad, las jugadas entre líneas, esos instantes que detienen el tiempo en el campo y el aficionado subraya con sorpresa y admiración. Entre todos los goles que se marcaron en la Eurocopa, solo tres responden a esta calidad distintiva. En el Alemania-Escocia inaugural, Gundogan da un pase entre un bosque de piernas para Havertz, que sirve a Musiala y es gol; en el España-Croacia, Laporte pasa en largo desde el centro del campo para que Morata defina en gol; ante Inglaterra, Schranz consigue un gol para Eslovaquia tras un pase medido y meditado de Strelec. Y eso es todo.

Desde el extremo derecho, Lamine Yamal ha ofrecido varias asistencias imprevisibles, y si Pedri no se hubiera lesionado quizás nos habría ofrecido su repertorio de pases inesperados: a lo Xavi, a lo Iniesta, a lo Pirlo, a lo Platini (¿me entienden, verdad?). A menudo se dice que este tipo de jugadores saben leer los partidos. Comprenden que el juego es más complejo que pasarse un simple balón e intentar que el contrario no te lo quite. En el fútbol, encontrar lo que no es evidente es más parecido de lo que creemos a la operación de leer literatura: ver y leer entre líneas, buscar la profundidad de lo aparente.

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