Andà p'allá, bobo

Laporta sigue proporcionando negocios a sus amigos antes de cerrar las cuentas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A ellos no les asusta nada, ni nadie. Ellos ni se preocupan, ni se inquietan, ni se sonrojan por nada ni por nadie. Ellos tienen la piel de cocodrilo. Son auténticos tiburones, en la amplitud de la palabra. El agua les resbala, les patina sobre una piel que no siente ni el frio ni el calor. Ellos están ahí a lo suyo, que no parece ser dirigir el FCBarcelona con transparencia y limpieza.

Ya han aparecido demasiados escándalos y ellos siguen ahí, impertérritos (dícese de una persona a quien no se infunde fácilmente terror, o a quien nada intimida), a lo suyo, a los suyos, con sus familiares, amigos y enchufados.

En realidad, parece que hemos olvidado y, no, no lo hemos olvidado, que, nada más llegar, cambiaron el Código Ético del Barça, para meter y enchufar (con salarios nada detestables), no solo, a tres de los personajes que hundieron en la bancarrota al Reus, sino a hermanas, primas, familiares, amigotes y demás recomendados.

Cambios interesados

Han provocado cambios en el seno de los proveedores de servicios tantos como han querido. A ellos les da igual la calidad del catering de La Masia o del primer equipo, lo que les interesó es que fuera a parar a manos de un amigo. Como acaba de ocurrir con la iluminación del estadio. Y, en efecto, son tan atrevidos, que no les preocupa que se sepa.

Si se atrevieron a despedir, sin honores, de cualquier manera, en plan dictatorial a auténticos mitos del barcelonismo como Leo Messi, Ronald Koeman, David Barrufet o Xavi Hernández, por qué les va a preocupar que nos enteremos, por ellos mismos, que el último gran negocio lo han hecho con un amigo y exdirectivo de Joan Laporta. ¿Pasa algo? No, nunca pasa nada.

Joan Laporta y parte de sus más fieles asesores.

Joan Laporta y parte de sus más fieles asesores. / EL PERIÓDICO

Tienen tanta, tantísima cara, les importa tan poco lo que piensen de ellos/as, les parece tan normal saltarse la ética, la moral, el sentido común, que, incluso, tienen la desfachatez que ha demostrado, en más de una ocasión, por ejemplo, la vicepresidenta Elena Fort, que sigue defendiendo muchas, todas, las decisiones de la directiva.

Fort justifica todo lo hecho, amparándose en que todas las decisiones (incluso aceptar dinero de un proveedor del club) y maniobras más que dudosas han tenido el visto bueno del ‘compliance officer’, Sergi Atienza. Uno de ellos, exsocio de Laporta, amigo personal de muchos de ellos. Si esa es la mejor y mayor coartada para hacer todo lo que hacen, van a poder seguir haciendo, sin duda, lo que les dé la gana. La presencia y el visto bueno de Atienza, nada neutral, nada libre, nada ecuánime, es, precisamente, lo que demuestra que todo es demasiado sospechoso y poco ético.

Lo que más llama la atención es que todas esas prácticas, esas maniobras que parecen tener, siempre, un trasfondo económico, una sospecha de amiguismo interesada, se sigan haciendo con el visto bueno de toda la junta directiva de Laporta, que acaba de otorgar a la empresa de Jordi Torrent, uno de los compañeros de junta que sufrió la Acción de Responsabilidad promovida por Sandro Rosell, el negocio de la iluminación, interior y exterior, del futuro Spotify Camp Nou.

Todo queda en familia

No hay duda de que todos ellos son cómplices de esas decisiones, de la misma manera que han aceptado, no solo la salida de los profesionales y ejecutivos que han abandonado el club, sino la llegada, con voz y mando, de toda la familia de la secretaria personal de Laporta, Manana Giorgadze, ‘la presidenta' para todos ellos, que ha creado su propio séquito, al igual que el cuñadísimo, Alejandro Echevarría, que tiene mando en plaza sin ser nadie.

La sensación de que no les va a pasar nada es la que les lleva a seguir comportándose como una familia (y el propio presidente se enorgullece de que así sea) y gobernar el Barça como si fuese un ‘negociete’. La misma desfachatez de ni siquiera ocultar que siguen estando ahí para proporcionar negocios a sus familiares y amigos es la prueba más evidente de que se sienten protegidos, no solo por el ‘compliance officer’, amigo y exsocio, sino por miles y miles de socios (teóricos propietarios de esa gran mercería en la que se ha convertido el ‘mès que un club’) que, no solo aceptan ese estilo de gobernanza, sino que solo están pendientes de que Laporta fiche a Nico Williams.

Suscríbete para seguir leyendo