Andà p'allá, bobo

El título que desnuda a los sabios del fútbol europeo

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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La gesta protagonizada por la selección española de fútbol dirigida por Luis de la Fuente no solo ha supuesto, como han señalado todos los sesudos que han escrito sobre ello (y esperemos que ya nadie lo olvide), la demostración de que hay un millón de Españas y todas son sanísimas, sino que no importa la procedencia de cada uno si existe el deseo, la voluntad, el apoyo, le decisión de aceptar a todo el mundo, darle la bienvenida y compartir con ellos todo lo que tenemos.

Ese movimiento, real, ha terminado convirtiendo a los jugadores de esta selección, no solo a Nico Williams y Lamine Yamal, en signos inequívocos de esa complicidad, en auténticos ídolos de millones y millones de españoles, aunque no faltará quienes consideren que ésta no es su selección. Nada que decir.

Incompetente UEFA

Pero esta selección, estos jóvenes, este seleccionador y, sobre todo, su manera de comportarse, de competir, de disfrutar, de hermanarse y demostrar, como ha señalado Rodri, “que, en el fútbol, nadie está por encima del equipo, tengas o no grandísimas estrellas que, en un momento dado, son capaces de resolver un partido”, ha dado una lección de vida y saber competir.

España no tenía, antes de empezar el campeonato de Europa, ninguna gran estrella. Es más, el desprecio de la organización y, por tanto, de la mismísima e incompetente UEFA (no necesitábamos esa prueba, para considerarlos unos ineptos y equivocados) al fútbol español, a su selección, que ya es la que más Eurocopas ha ganado de todas, fue tan grande que de los ocho futbolistas que aparecían en el cartel del torneo (De Bruyne, Musiala, Mbappé, Bellingham, Modric, Van Dijk, Leao y Barella) ni uno, ¡ni uno solo!, era español. Para la UEFA, para la organización alemana, España no existía y su selección no tenía nada que hacer en su Eurocopa.

Celebración de la selección española en Madrid

Celebración de la selección española en Madrid / EFE_FERNANDO VILLAR

Todos, absolutamente todos, han quedado retratados con ese desplante, con esa falta de tacto, de visión. España, no solo ha ganado de calle el torneo, sino que lo ha hecho venciendo en los siete partidos que ha jugado, conquistando los 21 puntos en juego y los dos grandes premios individuales, de la mano de Rodri (MVP) y Yamal (joven más valioso). El rostro (y nunca mejor dicho) de quienes confeccionaron ese cartel no ha podido quedar más ridiculizado.

La selección, sus futbolistas, su seleccionador, su estilo de juego, el desparpajo al enfrentarse y derrotar a cuatro campeonas del mundo, su fútbol atractivo y moderno, también han acabado con un montón de cuentistas de los banquillos y palcos que tienen fama, sueldos y posiciones de estrellas planetarias y que han sido barridos del mapa por un señor, Luis de la Fuente, admirador de Julio Iglesia, al que le importaba poquísimo ser anónimo.

La victoria aplastante de España ha venido a desmontar y dejar desnudos a todos los que defienden que para ganar se deben comprar a los (teóricos) mejores futbolistas del mundo. Hoy, sin ir más lejos, el Real Madrid, por fin, después de siete años y 125 intentos frustrados, presentará, ante miles y miles de aficionados, al famosísimo Kylian Mbappé, dicen, el mejor futbolista del planeta. De momento, según ha reconocido él mismo, un “fracasado”.

España, el ecosistema creado por De la Fuente y puesto en práctica por Rodri&Cia, también ha pateado y destrozado las tesis de que solo se puede jugar a fútbol de una manera. La selección ha tenido siempre la posesión, sí, pero cuando ha tenido que contragolpear lo ha hecho, cuando ha tenido que pegar un paradón, lo ha pegado, cuando ha tenido que defender se ha defendido y cuando ha tenido que sobrevivir, ha sobrevivido con el balón.

“En el fútbol, nadie está por encima del equipo, tengas o no grandísimas estrellas que, en un momento dado, son capaces de resolver un partido”

Rodri

— Jugador del Manchester City y campeón con España de la Eurocopa-2024

Durante muchos años, el armazón de la selección ha sido el Barça o el Real Madrid. O la suma de los dos. Y también eso ha sido destrozado por la selección más plural de todos los tiempos. Nunca antes, España ha jugado con un once que representaba, nada más y nada menos, que a 10 clubs distintos. En el conjunto titular, solo Unain Simón y Nico Williams repetían club, el ejemplar Athetic.

No ha hecho falta verse cada día, compartir campeonato, fines de semana, entrenamientos o videos para unirse y jugar a fútbol de maravilla. Si Simón y Nico salían de Lezama, Carvajal era el único representante del Real Madrid; Lamal, el único culé (cierto, se lesionó Pedro el primer día) y Morata, por hablar de los grandes clubs españoles, del Atlético.

Celebración de la selección española en Madrid

Celebración de la selección española en Madrid / EFE/Sergio Pérez

Le Normand está en la Real, aunque parece ser que por pocos días; Laporte, en Arabia Saudí; el tremendo e incansable Cucurella, la gran apuesta de De la Fuente, en el Chelsea; Olmo, el jugador más minusvalorado del fútbol español, en el jovencísimo y brillante Leipzig alemán; Rodrigo, cómo no, en el campeonísimo Manchester City y el filigranero y fino Fabián, en el perdedor PSG.

Todos ellos y más, muchos más, pues los que salieron de reservas brillaron (¡ni les cuento Merino y Oyarzabal, con sus dos golazos!), todos, todos, al mismísimo nivel, han pateado, con elegancia, señorío y un fútbol galáctico, todos y cada uno de los tópicos del fútbol europeo y mundial. E, insisto, para muestra, ese vergonzoso cartel, que merecería una disculpa por parte de la UEFA y la organización alemana, que tampoco debería irse de rositas diciendo, tal vez, que “nosotros no nos cuidábamos de eso”. Pues haberos cuidado, sí, antes de ser eliminados por esa selección que despreciasteis.

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