La ronda francesa

Philipsen gana el último esprint del Tour antes de los Alpes

Girmay no pudo luchar por una cuarta victoria al caer en la zona de seguridad, aunque ya tiene casi asegurado el jersey verde como mejor velocista de la carrera antes de que vuelva el combate en las montañas.

ElTourmalet: Induráin cumple 60 años... el Tour avanza.

Jasper Philipsen triunfa en Nîmes.

Jasper Philipsen triunfa en Nîmes. / ASO

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La bici de Mathieu van der Poel relucía en blanco, de buena mañana, sobre el coche del Alpecin, aparcado junto al canal de la Robine, en Narbona, justo a la entrada de una pista que llevaba hacia el mar. Los cicloturistas que iban en gravel se detenían para fotografiarla, sabedores, posiblemente, de que sería clave para lanzar otra vez a Jasper Philipsen, que en Nîmes, bajo un calor que atormentaba, ganó su tercer esprint de un Tour extraño, el que ha querido recompensar a los velocistas que sólo pueden ver los ataques de Tadej Pogacar, por la noche, en la cama, diferidos en los ordenadores.

Fue el último esprint, por fortuna, porque ha habido demasiados. Ya gusta bajar las pulsaciones, que se aceleran con el duelo entre Pogacar y Jonas Vingegaard, pero no hasta el punto de provocar el aburrimiento en etapas como la que este martes ha servido para empezar a conectar la carrera con los Alpes, donde Vingegaard anuncia guerra, por la ruta de Napoleón, camino de su derrota en Waterloo.

En el llano nadie ataca, porque hay una auténtica artillería de velocistas, aunque unas veces gana Philipsen, impulsado a rueda de Van der Poel, al que le debe las victorias logradas, y otras Biniam Girmay, con tres triunfos también, para demostrar sobre la bici que el mundo del deporte cada vez está más globalizado. Primer ciclista de raza negra que gana en el Tour y el primero que, salvo sorpresa, llegará vestido de verde a las escaleras del podio final de la prueba.

La 'borrachera' de 1950

El Tour recuerda, precisamente en ruta hacia Nîmes, desde Perpinyà, la 13ª etapa de 1950, donde participaba uno de los primeros africanos documentados en la prueba, Abdel-Kader Zaaf, nacido en 1917 y fallecido en 1986. Zaaf creció en la Argelia administrada por Francia y con los ‘pieds noirs’ al frente de la economía. Un golpe de calor lo tumbó cuando llevaba 16 minutos de ventaja al pelotón. Un aficionado le dio un botijo para aliviarlo, con vino fresco, que bebió como si no hubiera un mañana. De la trompa que pilló se quedó dormido casi de inmediato en uno de los famosos árboles que siempre daban sombra a las carreteras francesas. Lo despertaron justo al paso del pelotón. Aturdido enfiló la carrera en sentido contrario.

17ª etapa

17ª etapa / ASO

El alcohol nunca ha sido un problema para el pelotón; otras cosas al igual sí. Miguel Induráin, sin embargo, que este martes cumplió 60 años, siempre recordaba la anécdota de cuando empezó a correr, en etapas como la superada en Nîmes. A pocos kilómetros de la llegada les entregaban a los velocistas un bidón con cava, champán o vino espumoso, que sorbían a placer. Las burbujas les daban la chispa de la vida y la graduación, la fortaleza para no atemorizarse y lanzarse como locos en el esprint.

Esas manías, por llamarlas de alguna manera, ya forman parte de la leyenda de este deporte, en un Tour donde nadie intenta fugarse en las etapas llanas sabedor de que no sirve para nada. Girmay, sin embargo, se queda con las ganas de luchar por una cuarta victoria. El poder africano se estampa contra las vallas en la zona de seguridad. Atraviesa maltrecho la meta de Nîmes ayudado por los compañeros del Intermarché. No es la despedida que habría firmado antes de entrar en el anonimato por los Alpes.

El ejemplo de Cavendish

Porque los velocistas prefieren esconderse cuando el guion llama a exprimirse en las montañas. En el Plateau de Beille, Mark Cavendish inició la ascensión cuando Pogacar, líder indiscutible, se disponía a ganar la etapa. Estaba en riesgo entrar con el control cerrado. ‘Cav’ realizó la ascensión de su vida. Algunas instantáneas recogidas por los miles de teléfonos apostados en la cuneta lo retrataron tirando como un poseso -a la vejez, viruelas- convertido en un as de las subidas. Salvó el cierre y ascendió sólo 13 minutos más lento que Pogacar, entre los mejores del día. ¡Menudo escalador se perdió el ciclismo!

En los tiempos en los que no existía la telefonía móvil y mucho menos las cámaras en los móviles habría sido mucho menos cansado ascender agarrado al coche. Ahora hay demasiados testigos para presentar la prueba fotográfica válida para la expulsión del Tour.

Todas las clasificaciones.