Opinión | APUNTE

Lluís Carrasco

Lluís Carrasco

Publicista

Futbol amistad, por Lluís Carrasco

Lamine Yamal y Nico Williams celebran el gol del segundo ante Inglaterra.

Lamine Yamal y Nico Williams celebran el gol del segundo ante Inglaterra. / EFE

Lmine Yamal surgió de la “nada” porque Rocafonda no existia. Rocafonda representaba esa “nada”.

Ocultada en su génesis, allá por los años 60, para albergar personas de orígenes diversos de la España más castigada y obrera, Rocafonda se fue transformando, y al iniciar el presente siglo, lejos mejorar y brillar, fue depreciándose más y más al perder el favor e interés de su ayuntamiento al cambiar su vecindario y convertirse poco a poco en punto de destino de miles de magrebíes anónimos buscando suelo barato en edificios mal equipados donde intentar sacar adelante a sus familias.

Y la “nada” de Mataró se hizo visible.

Un niño escurridizo y delgaducho de sonrisa perenne haciendo diabluras con la pelota calzando zapatillas de top-manta, hoy, ha convertido ese barrio enganchado a la autopista, en una rampa de lanzamiento y en el foco mundial del universo Futbol.

Y es que Lamine Yamal lo aprendió todo en esas calles complicadas, siempre al abrigo de sus amigos, y jugando entre estupefacientes, conflictos y pobreza, y puso y mantuvo la pelota frente a sus ojos para no ver lo que le rodeaba y poder volar, entre risas y empujones, hacia la estrella que hoy lo cobija. La perla azulgrana ni olvida ni olvidará, y parece vivir el futbol y su nueva realidad con una sola pero imprescindible obsesión: Compartir entre bromas y amigos lo que le está sucediendo. Por eso su juego es entre risas, por eso incluso compitiendo, Nico y él parecen empujarse en plena competición. Llevan demasiado tiempo huyendo de la realidad entre amigos, como para olvidar la importancia que tienen.

Entre amigos, en el barrio de su infancia… Entre amigos, ahora en La Masía, que pudiéndola abandonar por sobrada solvencia económica, él prefiere seguir habitando por abrigo y seguridad… Y entre amigos, y aún entre risas y empujones, acaba de encandilar al mundo entero sabedor que la “nada” y el “todo” en realidad están muy cerca, y que aun estando en el agujero más hondo, si hay amigos, solo basta alzar la mirada para ver el cielo.