EUROCOPA

La España del 'piedra, papel o tijera' se corona en la Eurocopa de sus vidas

Los goles de Nico Williams y Oyarzabal superaron al tanto de Palmer para hacer a España campeona de Europa por cuarta vez, único país que tiene tantos títulos

Nico Williams y Lamine Yamal celebran el gol del jugador del Athletic en la final de la Eurocopa

Nico Williams y Lamine Yamal celebran el gol del jugador del Athletic en la final de la Eurocopa / EFE /Alberto Estévez

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Cuando juegas una final estás tan cerca de ganarla como de perderla. A un palmo de tocar la gloria y a cinco dedos de caer al abismo. Pero el ser humano es antropológicamente pesimista y siempre pesa más el miedo a lo segundo que la ilusión por lo primero. Mucho sabe de esto un jugador mayúsculo como Harry Kane, que no ha conseguido un título de equipo en toda su carrera.

Sin embargo, hay un remedio para eso. Se llama inconsciencia y suele aparecer en dosis considerables en los jóvenes a los que el desparpajo empuja a desafiar los límites de lo recomendable. Esta España navega con las velas hinchadas por el descaro de sus dos extremos, Nico Williams y Lamine Yamal, dos niños que se retroalimentan en el campo y contagian esas ganas de divertirse a sus compañeros. Y dos de los grandes culpables de que España sea campeona de Europa mientras juega a ‘piedra, papel o tijera’

Plomo en las alas

En Berlín se jugaba una final. Quedó claro desde el pitido inicial. Inglaterra se resguardó atrás y no pisó el área española hasta el cuarto de hora, en una subida de Kyle Walker. Para entonces España ya había forzado dos córners, pero no creaba oportunidades porque Olmo no aparecía por dentro ante la acumulación de ingleses. Luke Shaw, que había jugado 87 minutos desde que se lesionó contra el Luton el 18 de febrero, cuerpeó a Lamine en los dos primeros desafíos del azulgrana y el prodigio no le buscó más en la primera parte. Por la izquierda las ventajas fueran tácticas al sumarse Cucurella, porque Nico tampoco desequilibraba a Kyle Walker.

España tenía plomo en las alas e Inglaterra, que perdió cruelmente la anterior final en los penaltis en Wembley, cumplía la primera premisa para ganar: no perder. La pelota viajaba de Lamine a Nico y de Nico a Lamine. No encontraban los de De la Fuente la llave, pero recuperaban rápido con su presión tras pérdida. Probó todo España, el dos contra dos de los ‘potros salvajes’ en la derecha, las llegadas de Fabián, los desmarques a la espalda de Morata… Cuando el francés Letexier pitó el descanso, España ganaba a los puntos. Pero la finales se ganan por KO o no se ganan.

Los potros salvajes

El intermedio trajo malas noticias, Rodrigo se quedó en el banquillo tras hacerse daño en la rodilla en una jugada. Zubimendi le suplía. Así que andaba el personal recalculando ruta cuando Lamine enganchó por dentro, Olmo arrastró a la defensa y el del Barca asistió a su ‘bro’ Nico para batir a Pickford con la zurda. Los ‘potros salvajes’ lo habían vuelto a hacer. Apenas había pasado un minuto más cuando otra estampida terminó en Olmo, que casi replica la jugada de Williams, pero se le fue cruzada. A Inglaterra ya no le valía con un latigazo de Foden, una llegada de Bellingham o el oficio de Kane. No le valía jugar a no perder y ganar, a los de Southgate, les costaba.

Pudo sentenciar Morata y luego Nico, de nuevo. Sin plomo en las alas España comenzó a volar, a disfrutar, a ser fiel a sí misma, más allá de la trascendencia del encuentro. Los de De la Fuente estaban marcando el camino perfecto. Nunca jamás una selección dejó en la cuneta a cuatro campeonas del mundo. Y más aún, nunca con tal superioridad. Luis Aragonés alumbró el tiqui-taca y dotó al fútbol español de una personalidad futbolística que además se tradujo en victorias. Ahora Luis de la Fuente ha evolucionado esa propuesta sumándole el descaro del patio del colegio. Si Francia encontró físico con la incorporación del gen mestizo de sus calles, España ha sumado desequilibrio. Una verticalidad que además marida bien con el tiqui-taca.

Empata Palmer, decide Oyarzabal

Pero como dijo De la Fuente, “no hay nada fácil ni logro sin sufrimiento”. Y la salida de Palmer, otro joven descarado, envalentonó a los ingleses, que descosieron el partido. Y en el ida y vuelta empataron con un gol del propio Palmer, con quien los españoles tenían una cuenta pendiente por un desplante en la Sub-21.

Con un cuarto de hora por delante España recuperó la pelota y embotelló a Inglaterra. Y en el minuto 84 Cucurella se animó a subir, Oyarzabal descargó sobre el lateral y se lanzó como un suicida al espacio donde el lateral puso la pelota para que el realista batiese a Pickford. Los 'Soldados' de De la Fuente tomaban el relevo de los 'potros'. Pudo empatar en un córner Inglaterra, pero primero Unai y luego Fabián bajo palos salvaron el empate. España volvía a hacerlo. A falta de tijera ganaba jugando a la piedra. Campeones de Europa por cuarta vez.

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