Barraca y tangana

Conviene tener cuidado, por Enrique Ballester

Por lo que sea, existe gente incapaz de festejar una victoria sin utilizarla contra alguien o contra algo

Enrique Ballester.

Enrique Ballester. / EP

Enrique Ballester

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Son días de felicidad con la selección española, pero no conviene relajarse del todo, por si acaso. Son días propicios para la irrupción de los domingueros del fútbol, una especie que asoma a nuestro alrededor de vez en cuando. Son todas esas personas que pasan del tema durante todo el año y solo se acercan al fútbol en los momentos estelares, a rebufo del éxito, y buscando algo. La mayoría de estas personas son inofensivas, porque solo quieren sentirse integradas, aunque a la segunda frase quede bien claro que no saben de lo que están hablando, aunque se haya retirado Kroos y aún escriban su nombre mal -con una o y dos eses-, y hay que quererlos y perdonarlos. Pero hay otros domingueros del fútbol que no son así. Con ellos conviene tener cuidado.

Son aquellos que en el fondo tienen un plan. Los que utilizan la fuerza del fútbol para su interés particular, a menudo intoxicándonos. Los que convierten todo en una guerra de los míos contra los otros, los de aquí contra los de allá y los buenos contra los malos. Los que manipulan el relato con un falso barniz político, sociológico o payaso. A veces es tentador dejarse arrastrar, porque hurgan en los instintos más bajos, pero lo mejor contra esta trampa es refugiarse en lo básico. Preguntarnos por qué nos gustó el fútbol y con quién queremos compartirlo y disfrutarlo. Qué nos envilece y qué nos sana el ánimo. No nos dejemos robar la felicidad del fútbol. Construyamos un refugio íntimo y emocional que nos mantenga a salvo.

Por lo que sea, y al hilo, existe gente incapaz de festejar una victoria sin utilizarla contra alguien o contra algo. A veces no es peligroso, sino gracioso. Después del golazo de Lamine Yamal a Francia, leí en X un apunte clásico: “Si lo llega a marcar Mbappé, habrían adelantado el inicio de Deportes Cuatro a las diez y cuarto”. Y si lo piensas es verdad: si Mbappé mete ese gol a su propio portero, después de bailar a Rabiot, y lo celebra con el banquillo de España, estaría más que justificado empezar Deportes Cuatro a las diez y cuarto.

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