ASÍ PARIÓ 'LA MASIA' AL MVP DE LA EUROCOPA
Sepa cómo y por qué Lamine Yamal es el nuevo 'D10S' del fútbol
Todo se decidió cuando Lamine Yamal, hijo de Sheila Ebana, de Guinea Ecuatorial, y el marroquí Mounir Nasraoui, fue sometido a una de las cientos de pruebas, en 'can Barça', cuando tenía solo 6 años. Nadie le vio nada prodigioso, pero tenía chispa, dribling, gol, características que, a esa edad, suenan a tesoro.
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
“No sé, Jordi, no sé, fíjate, corre con los pies hacia dentro”. “¡Caray!, no me había fijado, Aureli, tienes razón. Es más, mira, sus rodillas chocan entre elaos, es raro verlo correr”. Jordi Roura y Aureli Altimira, despedidos fulminantemente del Barça nada más llegar Joan Laporta, por segunda vez, a la presidencia del ‘mès que un club’, eran los encargados de supervisar y, a menudo, dar el visto bueno, el OK, a la incorporación de niños, auténticos niños de 6 años, a la disciplina del Barça.
Lo que estaban viendo estos dos amigos inseparables era, simplemente, uno de los muchos, muchísimos, partiditos de ‘fútbol 7’, entre niños de 6 años de todos los rincones de Catalunya. Esa era, es, una de las maneras de seleccionar a los ¿jugadores?, no, a los niños, a los proyectos de futbolistas, que los ‘scouting’ que el Barça tiene distribuidos y organizados por zonas en toda Catalunya proponen.
Pura intuición, no más
Es decir, llega un momento en que a esos niños, aunque tengan 6 años, ha de verlos alguien, alguien que debe ayudar a tomar la decisión y, sobre todo, “alguien que no esté viciado, contagiado, saturado de ver niños de esa edad, que te parecen todos iguales”, como explica a El Periódico uno de los técnicos del fútbol base que lleva años en La Masia.
Así que la misión de Roura y Altimira, auténticos creadores de la saga que ha salvado al Barça de una ruina mayor, 'padres' de los Ansu Fati, Lamine Yamal, Gavi o Cubarsi (y más, muchos más), no es nada fácil y, por descontado, está expuesta a múltiples aciertos, por supuesto, pero también a una enorme cantidad de errores. “Cierra los ojos”, me comenta Roura, "y coloca a 20 niños de 6 años corriendo detrás de un balón. El que te diga eso de ‘lo vi clarísimo, ese niño tenía un áurea especial', te miente. Te lo digo yo: a esa edad no ves nada. Intuyes, tal vez adivinas, pero ver, ver, no ves nada”.
"Quien te diga que, a los 6 años, ya es capaz de ver que un niño será Lamine Yamal, te está mintiendo. A esa edad, cuando ves a 20 niños correr persiguiendo un balón, solo intuyes, adivinas, pero es imposible acertar"
Eso sí, aquel niño, que deambulaba por el césped como si la cosa no fuese con él, corría con los pies hacia dentro mientras sus rodillas tropezaban una contra otra, pero cuando el balón llegaba a sus pies, ¡uf!, se paraba el mundo y siempre ocurría algo. Muchas veces, gol. “Por eso, después de verle un ratito, estábamos convencidos de que no era un prodigio, ya ves lo mucho que acertamos, pero nos dimos cuenta que tenía algo y que, en una selección de varias decenas de niños, él, Lamine Yamal, tenía que estar, no debíamos perderlo”.
El niño había llegado a esa selección, es decir, a las puertas de La Masia, al examen definitivo del ‘fútbol 7’, porque Isidre Gil, uno de los veteranos y mejores, con diferencia, ‘scourting’ (ojeador, olfateador) que tiene el Barça, les había sugerido a la pareja de examinadores que probasen, que viesen, que le echasen una ojeada a un niño que a él le había llamado mucho la atención.
“Yamal no es rápido, ¡piensa rápido! Quiero decir que no es Adama Traoré, que es una bala. La guerra no va con él. Jamás se precipita, jamás intenta algo que sabe que no le saldrá. Nunca se pone nervioso, porque tiene infinidad de recursos para matarte"
Ese es un cambio decisivo. Cambian los compañeros, pues ya empiezan a competir de verdad contra los que quieren quitarles el sitio a ellos. Cambia el tamaño del terreno de juego. Cambia el balón y empiezan a tener la necesidad de ganar (siempre). “En esa fase, se pierden muchos niños, muchos jóvenes, y te sorprenden otros muchos, sí. Aquel que te parecía que jamás daría el salto, lo da y aquel en el que tenías grandes esperanzas, desaparece”.
Los que saben explican que hasta los 15 o 16 años ves cosas, destellos, pero es a esa edad cuando todo empieza a esclarecerse. “Con Lamine teníamos, en principio, la duda de encontrarle la mejor posición. Bueno, con Lamine y con muchos otros. Esa es otra decisión delicada, que puede catapultar una carrera o hundirla. Lamine era rápido y podía ser un lateral zurdo de largo recorrido. Y podía ser un extremo veloz, porque es muy hábil y tiene gol. Podía ser un falso 9, tan de moda en el Barça. Y hasta podía ser un gran centrocampista, pues entiende el fútbol, el ‘tempo’ del juego de maravilla”.
No quiere lios
Dicen que la opinión del joven también contó. A Yamal le encantaba, nunca supieron si por imitar a Leo Messi, aunque parece que no, jugar de extremo derecha para encarar (tipo el golazo ante Francia, esa carrera y chut ‘messianica’). Y así lo hicieron. “Le voy a decir algo que, posiblemente, desde fuera o para los no expertos, suene a bravuconada”, me dice el técnico del fútbol base azulgrana anónimo: “Yamal no es rápido, ¡piensa rápido! Quiero decir que no es Adama Traoré, que es una bala. Volvamos a eso de que la guerra no va con él. Jamás se precipita, jamás intenta algo que sabe que no le saldrá. Nunca se pone nervioso porque tiene infinidad de recursos para matarte. Y lo sabe”.
Parece, en efecto, que encontrar la ubicación ideal para cualquier niño, para cualquier promesa, es vital. “Sobre Yamal, no tuvimos dudas. Y, sin embargo, con Alejandro Balde nos equivocamos en una primera instancia”, explica Roura. “Lo colocamos de extremo y sí, pero no. Llegando, sí; pero estando, no. Y lo convertimos en un gran lateral izquierdo. Eso sí, a Balde había que zarandearlo de vez en cuando, pues jugaba demasiado relajado, que no quiere decir sobrado”.
“Repito”, insiste Altimira, “sin ser ‘la bomba’, Yamal te entraba por los ojos en cualquier categoría, en cualquier equipo, en cualquier competición. Es evidente que, en el fútbol, el prodigio, lo que decide los partidos, la diferencia entre un proyecto de crack y alguien que será bueno, pero, simplemente, se ganará la vida con el fútbol, está, precisamente, en lo que hacía, hace, Lamine: coger el balón, no precipitarse nunca, encarar endiabladamente al rival, buscar el hueco y, con ese pie prodigioso que tiene, meterla en la escuadra. Y eso, Lamine, siempre nos lo mostró”.
Yamal pasó todos los exámenes, superó todas las cribas, que en un gran club, en el fútbol de formación de todos los grandes, son demoledoras. “El salto del ‘fútbo 7’ al ‘fútbol 11’ es muy exigente, muy dañina. Es más, parece otro deporte. No tiene nada que ver. Y ahí, Lamine, se salió, dio el gran salto y empezó a ser visto como un joven con un futuro enorme, tremendo”.
Nuestra ‘garganta profunda’ de La Masia desearía que no perdiéramos de vista que “estamos hablando de muchachos, de jóvenes, como Ansu Fati, Yamal, Fort, Cubarsí y varios otros con los que el Barça, si quisiera, podría ganar, cómodamente, no la UEFA Youth League del año pasado sino la de los próximos dos años. Muchos de ellos, por ejemplo, Ansu Fati y Yamal hicieron algo que no ha hecho nadie: saltaron del cadete al juvenil A, saltándose tres etapas. Eso ya demuestra su progresión y, sobre todo, su madurez futbolística, que si tú los has observado, entrenado y vivido, desde que tenían 6 años, no te extraña nada, en absoluto”.
"Es muy lamentable que los tres técnicos que más han hecho por la progresión y explosión de Lamine Yamal, Jordi Roura, Aureli Altimira y, cómo no, Xavier Hernández, hayan sido despedidos por Joan Laporta, que también ha propiciado que su amigo Jorge Mendes desplace a Iván de la Peña como agente de la joven estrella.
Tras ser despedidos del Barça y tardar lo suyo en cobrar, Roura y Altimira han seguido vinculados y trabajando en y para el fútbol. Miran, observan, aconsejan, muchos padres contactan con ellos para asesorarse y ellos, gracias a su experiencia, pueden ayudar a resolver situaciones delicadas. En ese sentido, Roura y Altimira coinciden en señalar que Yamal es, sin duda, un producto ‘puro Barça’. O mejor, el producto perfecto de La Masia, entendida La Masia como una forma de vida, de educación, de convivencia, de estudios, de desarrollo.
De la Peña, decisivo
“Es posible que alguien considere esta reflexión mía exagerada: Lamine Yamal no hubiera llegado hasta tan arriba si no se hubiese dejado aconsejar, él y su familia, por Iván de la Peña, que consideró vital la entrada del niño en La Masia”, señala Altimira, que recuerda que la residencia culé no se construyó ni se ideó para niños, jóvenes, de Barcelona, sino para aquellos proyectos de futbolistas de fuera de Barcelona, para que pudiesen educarse, estudiar, entrenarse y jugar sin desplazarse cada día a las instalaciones azulgranas.
Pero, en este sentido, ha habido dos excepciones muy importantes, que han sido Lamine Yamal y, antes, Ilaix Moriba. “No hace falta entrar en detalles, todos consideramos que Yamal debía ser protegido y la actuación de De la Peña con el chico y con su familia, sus consejos, su manera de tutelar su progresión fue ejemplar e, insisto, ha convertido a este joven prodigioso es la estrella que es y generado tantísima ilusión en los culés y, ahora, en los seguidores de ‘La Roja’”.
No deja de ser doloroso, aunque muchos lo consideren parte del juego, de la industria, del negocio, de la economía o de la falta de sentido común del fútbol, que las tres personas, perdón, las cuatro personas que más han contribuido a que Lamine Yamal sea quien es, juegue donde juega y triunfe como ha triunfado, hayan desaparecido de su vida o han sido despedidos.
Roura y Altimira, despedidos por Laporta; al igual que Xavi Hernández, el técnico que le hizo debutar en el Barça grande (“todos los equipos del mundo tienen jóvenes buenísimos, todos, lo único que hace falta es un entrenador que los ponga a jugar”, decía el maestro Johan Cruyff) e Iván de la Peña, quien lo llevó de la mano hasta marzo de 2023, desapareció de la vida de este mago del balón ante el poderío de Jorge Mendes, amigo personal de Laporta, que es quien, ahora, dirige los destinos del joven que, en estos momentos, le ha robado las portadas a los Mbappé, Vinicius Júnior y Messi.
Suscríbete para seguir leyendo
- La Guardia Civil sostiene que los pagos del Barça a Negreira no eran por asesoramiento de árbitros
- La federación pide a la atleta olímpica Luana Alonso abandonar la villa por 'crear un ambiente inadecuado
- Dos triatletas enfermos tras bañarse en el Sena se retiran del triatlón mixto de París 2024
- La traicionera barra de París derrota a Simone Biles
- Unai Aguirre, portero de España: 'He llorado mucho en mi habitación, pero nunca en la piscina
- Juegos Olímpicos 2024 de París, hoy en directo: nuevas medallas de España, resultados y última hora de la competición
- La tradición que respalda al mediofondista Mohamed Attaoui
- El doctor Leyes, tras operar a Carolina Marín: 'Ha ido todo bien, se había hecho bastante daño