Opinión | Apunte

Lluís Carrasco

Lluís Carrasco

Publicista

Nico Williams, delatado; por Lluís Carrasco

Nico Williams, tras marcar ante Georgia en la Eurocopa.

Nico Williams, tras marcar ante Georgia en la Eurocopa. / Ap

El domingo, los culés que como yo gustamos del fútbol y seguimos la Eurocopa con interés pero sin la pasión de sentir íntimamente unos colores, y contemplamos el devenir de los partidos más en clave azulgrana que en sentido patriótico, quedamos impresionados y hasta aturdidos con una relación que empieza a resultar sospechosamente cálida y visiblemente divertida.

Ahí los tienen: Nico Williams y nuestro Lamine Yamal han creado una dupla desacomplejada, canalla y despiadada que está encandilando a toda Europa. En cuanto al juego, ya se siguen y persiguen con la mirada, se buscan sorteando dificultades y rivales como el río busca el mar sorteando peñas, cerros y barreras, se ríen y sonríen, y llegan a alternarse posiciones con el descaro que les da su insultante juventud, hasta el punto de que uno, a veces, tiene la sensación de que rotan por el campo como el que hace una gamberrada, sin la más mínima consigna técnica, directriz, instrucción o autorización de su propio seleccionador… Una rebeldía deliciosa.

Y entre bromas, codeos y complicidades, ahí me tienen a mí, otrora esquivo y desinteresado de los devaneos de la Roja, con la sonrisa clavada en la cara fijándome no solo en cómo disfrutan, sino también en que lo hacen de manera inseparable.

Este navarro, de piel negra, facciones atractivas, sonrisa contagiosa, rastas simpáticas y puntas quemadas… ¡Empieza a tener pinta de culé!

Tal vez les sorprenda (acababa contrato anteayer), renovó hace solo unos meses sabiendo del interés azulgrana, lo sé… Pero no me pregunten "por qué", que les aviso que el chaval, de repente, tiene pinta de culé.

¿Y con qué dinero lo pagamos? Preguntarán otros… Y no les sé responder. De verdad que no tengo ni pajolera idea de cómo abonar su millonaria libertad en este momento de penumbra financiera, pero a mí no me engaña… Le brillan los ojos de manera especial, le bailan las piernas, se le arquea la cabeza cuando mira al portero rival… Y sin tener información ninguna, o casi, me da que este chaval tiene pinta de culé.

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