LA INDUSTRIA DEL DEPORTE

Una élite ampliada en el fútbol español por Marc Menchén

El Espanyol supera al Oviedo y vuelve a Primera División

El Espanyol supera al Oviedo y vuelve a Primera División

Marc Menchén

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El descenso de categoría siempre es un gran quebradero de cabeza. De un año para otro, los clubes asumen una caída de ingresos por televisión de más de 35 millones de euros y caídas en ingresos por taquilla y comercial que en algunos casos llega a superar el 50%.

Hace unos años, descender era sinónimo de graves problemas económicos, despidos de personal de oficinas… hasta que llegó la comercialización conjunta de los derechos audiovisuales, su valor se disparó y LaLiga pudo permitirse emular la idea del parachute de la Premier League con las ayudas al descenso. 

Este mecanismo ha permitido establecer una especie de grupo de 25 clubes con cierta estabilidad en Primera División, algunos de ellos operado claramente en modo ascensor entre las dos categorías del fútbol profesional español. Sin ir más lejos, RCD Espanyol y Real Valladolid llevan tres años bajando y subiendo, gracias precisamente a ese extra de competitividad que han recibido.

El conjunto catalán ha recibido 49,9 millones de euros, repartidos entre 2020-2021 y 2023-2024, por los 24,2 millones de los pucelanos, que han encadenado dos ascensos en tres temporadas desde 2021-2022.

Descenso con paracaídas

Estos no son casos aislados, ya que hay que remontarse a 2018 con la SD Huesca para encontrar un debutante en Primera División. Por ello es habitual escuchar a algunos clubes con cierto tamaño en Segunda quejarse de las dificultades crecientes que tiene luchar por el ascenso frente a los equipos que bajan con paracaídas. Hasta ahora, estas ayudas podían equivaler al presupuesto completo de entidades como Real Oviedo, Real Sporting o Real Zaragoza, que son capaces de generar 15 millones al año. 

Ahí entra la decisión de LaLiga de dividir en dos años el consumo que puede hacerse de esa ayuda a efectos de límite salarial, ya que los hechos estaban empezando a reflejar que el paracaídas protegía empresarialmente el sistema, pero producía desequilibrios competitivos al mismo tiempo. 

Y eso que el crecimiento en Segunda División ha sido importante, con presupuestos cada vez más altos y la sensación de que los clubes con una masa social reducida cada vez van a sufrir más por mantenerse en el fútbol profesional. Con el regreso de Córdoba, Málaga y RC Deportivo, la categoría va a estar formada por históricos del fútbol español con cifras de asistencia propias de Primera División.

Y una sensación: ya no hay excusas para armar estructuras profesionales en Segunda que permitan hacer crecer los proyectos. La alternativa, y riesgo, es caer a Primera Federación, donde sí se abre un abismo económico.

Barcelona respira deporte

Tras varios años en los que al deporte se lo demonizó desde el propio Ayuntamiento de Barcelona, es agradable ver cómo los actuales responsables de la ciudad vuelven a confiar en él. La capital catalana es una de las que históricamente más se ha apoyado en los grandes eventos para posicionarse internacionalmente, y hoy todavía se reconoce en todos los estamentos que los Juegos de 1992 son claramente uno de los mejores, sino el mejor, caso de éxito sobre la transformación económica y social que puede propiciar una cita así. 

Repetir aquello es difícil y los Juegos de Invierno quien sabe si algún día llegarán, pero es positivo que claramente haya una renovada estrategia de captación de derechos de sede. Este año la Copa América de vela, el siguiente la salida del Tour de Francia y por fin hemos visto una clara vocación de que la Fórmula 1 no viva de espaldas a la ciudad cuando llega a Montmeló para disputar su gran premio.

A eso se suma la propia actividad de los equipos de LaLiga y ACB, y la reflexión es la siguiente: ¿qué deberíamos mirar como ciudad para decidir por qué grandes eventos optamos? ¿Promoción internacional? ¿Desarrollo de instalaciones? Ese es el camino.