Día del orgullo

El deporte y sus debes: la falta de referentes lastra la lucha contra la LGTBIfobia

En ámbitos como el fútbol masculino apenas hay jugadores que se hayan declarado gays o bisexuales

"Ser pionero da mucho miedo, hacen falta personas que abran esa puerta"

Un espontáneo con la bandera LGTBI en un Alemania-Hungría en 2021

Un espontáneo con la bandera LGTBI en un Alemania-Hungría en 2021 / MATTHIAS HANGST

Iván Trigo

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Las competiciones deportivas van a ser una constante este verano. Actualmente se está jugando la Eurocopa y la Copa América y en menos de un mes comenzarán los Juegos Olímpicos de París. Y hoy, día del Orgullo, cabe preguntarse una cosa: ¿cuántos deportistas de élite se han declarado LGTBI? ¿Y cuántos lo han hecho sin que ello haya supuesto una lluvia de insultos? "El deporte es uno de los ámbitos en los que más LGTBIfobia percibimos, sobre todo en el deporte que más difusión tiene a nivel global". Es decir, el fútbol.

Habla David Lechón, de la Asociación Deportiva Cierzo LGTBI, una entidad que lucha por la integración de las personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales en el deporte. "Realizamos varias actividades anuales y tenemos varios equipos de voleibol, fútbol sala femenino y baloncesto. Defendemos la igualdad creando espacios inclusivos", explica.

Hasta la asociación acude gente que generalmente se inicia en la práctica deportiva «más mayor» y que prefiere «rodearse» de iguales porque lo perciben como un entorno «seguro», cuenta. Un espacio que, en el caso de algunos deportes, no existe. «En el baloncesto hay menos. Y en el volei yo nunca he percibido LGTBIfobia. Pero el problema se da en el caso del fútbol y, muy especialmente, en el fútbol masculino. Tanto en los clubs como en las gradas», explica Lechón.

El listado de futbolistas hombres que se han declarado LGTBI es corto y ninguno de ellos juega en una liga de máximo nivel. El primer jugador en salir del armario en la historia fue el inglés Justin Fashanu, que se declaró abiertamente gay en una entrevista en 1990. Se suicidó ocho años después tras una campaña de acoso social, mediática y judicial. Desde entonces, los ejemplos de futbolistas gays se cuentan con los dedos de las manos. "El problema es que desde el mundo del fútbol nunca se ha hecho un esfuerzo por erradicar los insultos LGTBIfóbicos. Hay personas que si pudieran hablar te contarían que en el contrato que firmaron con su club se explicitaba que no podían manifestar su tendencia sexual", asegura Lechón.

Pero este problema no solo lo tienen las personas LGTBI, sino todas aquellas que pueden ser «leídas como tal». En la mente de todos estará el Guti, Guti, Guti maricónY es que la lista de insultos y violencia verbal contra deportistas por esta cuestión sí que es larga: hace poco, la campeona del mundo con la selección española Jenni Hermoso recibió un aluvión de homofobia por subir una foto a sus redes con otra futbolista, Misa Rodríguez. Y más allá del deporte rey, reciente es el caso de Dennis González, campeón de Europa de natación artística, al que le dijeron de todo por practicar su disciplina. "A mí me da igual –declaró tras los insultos–, pero sé que un niño que esté empezando a hacer natación artística y que reciba comentarios así, le va a afectar y no quiero eso".

Demasiados insultos

Y es que este panorama, en cierta forma desolador, no solo supone un atentado contra las personas que sufren la LGTBIfobia en primera persona. También lastra la integración de todo un colectivo en un entorno, como el deportivo, del que todos tendrían que poder disfrutar.

«Que existan referentes en todos los ámbitos es importantísimo. Sentirse representado, en este caso en el mundo del deporte, permite a las personas LGTBI poder identificarse con distintas forma de ser y formar su identidad de forma libre», explica la psicóloga Eva Serós, que atiende una asesoría gratuita para personas del colectivo. "Tiene que haber referentes LGTBI representados en todos los ámbitos, no solo en el activismo más puro", añade. Y en el caso del deporte también: «Ser pionero es algo que da mucho miedo, pero encontrar una persona que ya lo ha hecho antes que tú nos llena de valor y abre muchas puertas».

No obstante, si es triste que alguien no haga deporte por miedo a los insultos por ser LGTBI, hay casos más extremos fuera de este ámbito. «Atendí a una mujer trans racializada y trabajadora sexual que me dijo que ya de pequeña aprendió que no iba a hacerse mayor. Que iba a morir joven como otras muchas compañeras iguales que ella. No tenía ningún referente positivo y es muy importante poder ubicar a estas personas en un futuro para que puedan vivir libres y sin miedos. Sea para llegar a ser una viejecita o para hacer natación artística», cuenta Serós.

Desde la asociación Somos LGTBI el diagnóstico es el mismo. «Necesitamos referentes en todos los ámbitos: el deportivo, el político y también en el educativo. Nosotros damos charlas en los colegios y, por ejemplo, es muy importante que un niño, una niña o un niñe escuche hablar a una persona trans, porque si también es trans va a encontrar en él un referente. Por eso es tan importante que defendamos este año la prohibición del pin parental. Si no les explicamos a nuestros jóvenes lo que después se van a encontrar en el mundo real, va a seguir aumentando la LGTBIfobia», declara la portavoz de esta entidad, Leticia Ojeda.

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