Andà p'allá, bobo

Euforia en Cornellà, risas en Gijón, locura en Córdoba, desolación en Oviedo y llanto en el ático de Laporta

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Sin la crueldad del sábado por la noche en Tarragona, donde, sí, el árbitro hizo de las suyas pero el comportamiento de una parte del público fue veneno para el Nastic y, ya no digamos, el lamentable acoso al equipo arbitral en su vestuario, deplorable, este domingo nos ha traído dos ascensos de distinto color y, sobre todo, de repercusiones muy, muy, muy diferentes.

En Cornellà, como no podía ser de otra manera tratándose de un equipo millonario, chino, pero millonario, el RCDEspanyol logró ascender, volver, a Primera División en tiempo récord, como ya viene siendo habitual en los ‘pericos’. Y lo hizo, sí, frente al Oviedo más timorato y miedoso de toda la temporada. Nunca jamás (no me hablen, no, de la ocasión en el añadido que pudo llevar el partido a la prórroga, eso no vale), el Oviedo tuvo posibilidad de vencer, eliminar, humillar al Espanyol. Jamás.

Los blanquiazules que, muy probablemente, activen ahora (bueno, su dueño chino) la venta del club a capital estadounidense, se provecharon mucho y bien del miedo con el que los asturianos, que tenían a todo Gijón colgado del televisor para celebrar su ‘no ascenso’, saltaron al repleto estadio españolista. Tuvo que ser, claro, cómo no, Javi Puado, el goleador de 26 años, quien colocara al Espanyol en el lugar que nunca debió abandonar, la Primera División.

La afición del Espanyol celebra el ascenso a primera tras vencer al Oviedo

La afición del Espanyol celebra el ascenso a primera tras vencer al Oviedo / RCDE

Lo que sucedió en Cornellà, donde el césped se convirtió en una alfombra humana, no sé si maravillosa o no, pero alfombra de alegría, de placer, de orgullo, provocó la desolación en una afición ovetense que, sabiéndose el mejor equipo (en juego, en fútbol) de estos ‘play off’, tuvo que utilizar las miles de banderas que colgaban de sus balcones para secarse las lágrimas de decepción. Dicen, cuentan, que el año que viene lo volverán a intentar. Dicen, cuentan, que su dueño mexicano, Martín Peláez, ya ha llegado a un acuerdo con su compatriota Rafa Márquez, que entrenará al Oviedo después de fracasar en su intento de ascender con el Barça Atlètic. Dicen, cuentan, que el ‘mister’ de los ovetenses, Luis Carrión, entrenará a Las Palmas la próxima temporada.

El Barça Atlètic no supo

Porque, en efecto, de la misma manera que el Oviedo no tuvo opción alguna de subir a Primera División, el filial azulgrana no tuvo posibilidad alguna, no ya de ascender, sino ni siquiera de forzar la prórroga en Córdoba. Los cordobeses hicieron un partido muy, muy, profesional y, sobre todo, muy, muy, emotivo, emocionante, de coraje y corazón, cualidades de un partido a vida y muerte. Y ganaron. Y ganaron bien. Su ‘Puado’ se llama Alberto Toril, tiene 27 años y ha marcado los tres goles de la eliminatoria que ha colocado al Córdoba en Segunda.

Decepción de los jugadores azulgranas

Decepción de los jugadores azulgranas / VALENTÍ ENRICH

La decepción generada por la cantera azulgrana, el fracaso del filial, fruto de La Masia, generó, sin duda, un puñado de lágrimas, un disgusto más, otro más (¿el último de la temporada?, no sé, no sé), en el ático del sushi, en el ático de la Diagonal, en el ático de Joan Laporta, en la sacristía donde se renovó a Xavi Hernández, que, con muy buen criterio, siempre que le hablaron del ascenso del Barça Atlètic se expresó con la sensatez que le caracteriza: “Nuestro filial no tiene la obligación de subir; si lo consigue, estupendo, pero su función es preparar a nuestros jóvenes para que puedan ascender al Camp Nou y, en eso, el trabajo de Rafa Márquez es impecable”.

Y, sí, todo parece indicar que Rafa Márquez viajará rumbo a Oviedo, visto que el dueño del ático del sushi no lo veía aún preparado para entrenar al equipo profesional. Laporta, mientras se secaba las lágrimas por su último fracaso de la temporada (y son un montón), recibió un buen repapolvo de Edu Castro, el entrenador del campeonísimo hockey sobre patines, que le lanzó un dardo muy, muy, envenenado tras conquistar la Liga. Con razón.

Demasiados despidos, demasiados fracasos, para seguir pensando que todo, todo, se ha hecho de maravilla. O eso cuentan los del ático del sushi.

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