Andà p'allá, bobo

Morata responde con más goles al acoso que sufre en las redes sociales

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Sé que no viene a cuento. Vale. Me da igual, pero quiero escribirlo. El caso de Álvaro Morata, no ya tanto el tema del racismo, de los ultras, de los insultos, de la mala educación, de la agresividad de determinados hinchas y grupos ultras, no, no, el caso de Álvaro Morata es el ejemplo más evidente, más claro, más cristalino, de que nuestra sociedad está enferma y pérdida.

Que Álvaro Morata no pueda acompañar a sus hijos Alessandro, Leonardo, Eduardo y Bella al 'cole' porque la gente se mete con él por la calle, incluso en la puerta del colegio, es un dato que nos retrata como sociedad. No tiene sentido alguno que Álvaro Morata no pueda entrar en las redes porque, no se sabe por qué, la gente no para del maltratarlo hasta el punto de que, si hubiese tenido la oportunidad (que no la ha tenido porque o unas veces el club que lo quería no quiso pagar lo que valía o el Atlético no lo soltó) se hubiera ido a vivir fuera de España, tal vez a Italia, donde ya estuvo en la Juve o, tal vez, en Inglaterra.

Hay que ser mala gente, hay que ser un idiota, hay que ser un bobo, hay que tener mala baba y peores intenciones para convertir a este gran goleador y, sí, futbolista, en el blanco de todas las iras. Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera los expertos, críticos, periodistas y tertulianos que creen que Morata no merece ser el 9 de España, me ha sabido dar, a lo largo de la última década, una sola explicación de por qué el goleador atlético es tan odiano cuando, realmente, él no ha hecho nada, absolutamente nada, para ser maltratado así.

Del Madrid al Atlético ¿y?

Y cuando digo nada, es nada. Porque, veamos, cambiar de equipo, aunque sea del Real Madrid al Atlético, ¿es como para convertir a alguien en mofa, en diana, en blanco de todos los odios? Si es así, volvamos al primer párrafo de este texto: vivimos en una sociedad enferma, muy enferma. Perdón, en una socidad incurable que, escondida en el anonimato, en las asquerosas y perniciosas redes sociales, ataca sin piedad, no solo a Morata sino también, sí, sí, a sus hijos.

Alvaro Morata celebra su gol ante Croacia

Alvaro Morata celebra su gol ante Croacia / GABRIEL BOUYS / AFP

Yo no conozco a Morata, pero me parece un gran tipo. Yo le oigo hablar y me parece sumamente sensato. Y, futbolísticamente hablando, me parece un buen delantero, un buen 9. ¿El mejor?, pues no sé pero, desde luego, sí es el mejor 9 de España.

Porque esa es otra. Aquellos expertos, críticos, periodistas y tertulianos que no comparten la mirada de Luis de la Fuente, bueno y la de otros seleccionadores que contaron con Morata, y creen que Morata no merece ser el 9 de España o no entienden de fútbol o pertenecen, de forma oculta, a su manera, a su estilo, a la secta que odia (tampoco ellos saben por qué) a Morata.

Porque, veamos, si España tuviese a Harry Kane, vale, no debería seleccionar a Morata. Si tuviese a Kylian Mbappé, tampoco. Si contase con Erling Halland, mucho menos. Y hasta si pudiese seleccionar a Lautaro Martínez o, incluso, a Loïs Openda, tampoco. Pero es que España no tiene, lo siento (bueno, no, no lo siento ¡que caray!) ningún 9 mejor que Morata.

El segundo mejor de todos

Peor, o mejor, aún: no tiene ningún 9 que meta más goles que Morata. Álvaro (e, insisto, ni lo conozco) ya es el cuarto goleador con ‘la Roja’: Villa (59 goles), Raúl (44), Torres (38) y Morata (36). Es más, si buscamos el % de goles, Morata es el segundo. Villa marcó sus goles en 98 partidos (57%) y Morata, los suyos (de momento), en 74 (47%).

Y, que lo sepan, Morata es ya el tercer máximo goleador de la historia de las Eurocopas, por detrás de Cristiano Ronaldo (14 goles) y Michel Platini (9). Y otro detalle, como diría Pep Guardiola, lo importante, lo más importante, lo fundamental, lo vital, la clave en un partido que ganas 3-0 ante un rival difícil, complicado, con buenos resultados y mejores futbolistas es meter el primer gol. Por eso elogiaba siempre, siempre, a Samuel Etoo. Pues bien, Álvaro Morata ha abierto la lata ante Croacia. Le ha enseñado el camino a España de cómo seguir soñando.

Repito, no conozco a Álvaro Morata, ni tendré, seguro, la oportunidad de conocerlo, pero alguien, no sé quien, debería parar este acoso injusto, innecesario, absurdo y falto de educación que sufre él y su familia. Aunque sea fútbol, sí, es intolerable.

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