APUNTE

De Rijkaard a Flick, por Jordi Puntí

Así acepta Flick la "evolución" que le exige Laporta con lo que hay en el Barça

Hansi Flick, en un partido con la selección alemana

Hansi Flick, en un partido con la selección alemana / AFP

Jordi Puntí

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Escribir artículos de opinión sobre fútbol, como éste que ahora empieza, hace que los amigos y conocidos te tengan por una especie de oráculo de primera mano. Aunque sólo escribo lo que pienso, a menudo dejándome llevar por la intuición como cualquier aficionado, a veces deducen (erróneamente) que tengo más información que ellos. Estos días en que los culés estamos nerviosos por la incertidumbre deportiva del Barça masculino, agravada por los logros del Real Madrid, más de uno me pregunta qué me parece el nuevo entrenador del Barça, Hansi Flick.

Territorio escurridizo, porque, como la mayoría, sé poco de él. Hay quienes lo conocen sólo del vídeo de una bronca en el vestuario de Bayern de Múnich, y lo comentan convencidos de que este Barça necesita “mano dura”. Luego están los que dicen “era el entrenador que nos destrozó con un 8-2 en la Champions”, cuando se certificó el inicio del Gran Declive, como si con él rompiéramos un maleficio.

Todo esto es retórica para automedicarnos la esperanza. En mi caso, la presión de una respuesta y las ganas de fabular me empujan a una teoría. Me meto en la cabeza de Laporta, pues, y me pregunto por qué eligió a Flick. Como siempre se busca repetir las historias de éxito, la intuición me dice que ve en él a un nuevo Rijkaard. En 2003, Rijkaard llegó en tanto que discípulo de Cruyff para retomar su credo futbolístico (que había derrochado Van Gaal).

Ahora la tradición debe actualizarse y Flick no viene como discípulo de Cruyff, sino como libre pensador del estilo de Pep Guardiola, que como todos sabemos es la reencarnación en el siglo XXI del ideario del holandés. Aún hoy, a los ocho años de su adiós, tengo amigos de Munich que lo añoran. Tanto en Alemania como en Inglaterra Guardiola ha creado escuela y Flick toma de él algunos detalles después de crecer con Ralf Ragnick —como Klopp o Nagelsmann—. Su propuesta, pues, será la presión avanzada combinada con el fútbol de toque. Xavi quizás ha sido el epígono del cruyffismo, una esencia despojada de contenido. Flick podría ser un primer paso necesario para acabar encontrando en el Barça a un apóstol del guardiolismo.