El Pataleo

Así gana el Madrid, por Josep Pedrerol

La gloria del Madrid inyecta más dolor al Barça

Carvajal celebra su gol ante el Dortmund en la final de la Champions.

Carvajal celebra su gol ante el Dortmund en la final de la Champions. / EFE

Josep Pedrerol

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Quince Copas de Europa, seis en los últimos diez años, y sin mácula: final que el Real Madrid juega, final que el Real Madrid gana. No sólo se trata de creer, de no rendirse nunca. Hay explicaciones futbolísticas. El gol de cabeza de Carvajal no es casualidad. Se ensaya y sale. Ese movimiento, ese salto siendo el jugador más bajo del equipo… Para el recuerdo del madridismo por todo lo que significa. Como canterano, puso la primera piedra de la Ciudad deportiva de Valdebebas; en Wembley, la primera de otra Champions.

¿Y lo de Vinicius? Desequilibrante y con un cambio de ritmo demoledor, es el resultado de años de trabajo en un mercado, el brasileño, que el Madrid maneja mejor que nadie. El club capta y ficha futbolistas con proyección para que se conviertan en estrellas vestidas de blanco. Lo que viene siendo un plan de trabajo perfectamente definido.

Por supuesto, hay una buena plantilla dirigida, además, por el mejor entrenador del mundo, Ancelotti, capaz de sacar lo mejor de cada uno de sus futbolistas y lograr que todos remen en la misma dirección. Esto último no es nada fácil, por cierto. Un entrenador, en definitiva, que no está atado a ningún estilo, que se adapta a lo que tiene y le saca el mejor partido.

Así, con esa forma de trabajar, lleva ya cinco Champions. Ese abrazo con Zidane antes de recoger la copa representa la historia más gloriosa del Real Madrid, con un presidente que ha conseguido, gracias a un modelo adelantado a su tiempo, ganarle la partida a los clubes estado. Sonaba a misión imposible, pero es una realidad aplastante que hasta el culé más recalcitrante reconoce.

Mbappe, el Barça y Flick

Las ideas en el Madrid están claras. Estabilidad económica por encima de todo, el mejor estadio del mundo y una gestión de la plantilla clara y firme: nadie está por encima del club. Se llame como se llame y haya hecho historia o no. Cristiano o Sergio Ramos lo saben a la perfección. Y lo que viene, en cuanto a fichajes y edad media de la plantilla, apunta a que el club blanco extenderá su dominio unos cuantos años más.

Por ejemplo, con Mbappé. Florentino Pérez empezó a trabajar en su fichaje al día siguiente de su negativa, ahora hace dos años. Lo fácil era cerrarle la puerta, tirar de orgullo y buscar a otra estrella. Fue lo contrario. Sabía que el francés se arrepentiría. Y ahí estaba él, tranquilo y manejando los tiempos para ficharle gratis este verano a pesar de que ganará menos que en el PSG.

Los jugadores no van al Madrid solamente por dinero. Buscan, también, la felicidad y la gloria. Que se lo digan a Bellingham, que tuvo encima de la mesa todo el dinero del mundo de la Premier y ahora es campeón de la Champions y un chaval tremendamente feliz, algo que muestra cada vez que tiene oportunidad. Europa se rinde a un equipo que nunca deja de creer, que como decía Jude, "si no me matas voy a por ti".

El Dortmund pudo marcar tres goles en la primera parte, cierto. Pero el Madrid no perdona. Por eso es el mejor, aunque algún jugador como Rodrygo se confunda lanzando guiños a Guardiola cuando no toca. Es una evidencia que el Real Madrid es muy grande, algo que sufren pero asumen los culés. Qué remedio. El Barça necesita un plan de futuro para volver a competir por todo. Una buena opción sería olvidar el manido ADN, adaptarse a la plantilla que se tenga y jugar para ganar. Una buena manera de afrontar la reconstrucción. ¿A que sí, Flick?