Barraca y tangana

Encuadernar en acordeón, por Enrique Ballester

Barraca y tangana de Enrique Ballester.

Barraca y tangana de Enrique Ballester. / El Periódico

Enrique Ballester

Enrique Ballester

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Mi equipo logró su objetivo el primer fin de semana de mayo. Quien quiera enfadarse o amargarse por algo siempre encontrará algún motivo, pero lo cierto es que no volverá a jugar un partido de verdad hasta mediados de agosto, cuando empiece el próximo campeonato. Este inesperado adelanto en la consecución del primer puesto nos ha regalado unos meses de vida alegre y despreocupada. Un vaciado prematuro de angustias. Respiro mejor que hace unas semanas.

De hecho, he pensado que puede ser un buen momento para buscar nuevas aficiones. Podríamos abrir una etapa de provecho en nuestras vidas. Deberíamos aprovechar esta ocasión que nos ha brindado el destino. Dejar de perder el tiempo con la estupidez del fútbol y madurar de una vez por todas. Escapar de la masa aborregada y destinar nuestra energía y nuestra atención a lo que de veras importa.

¿Qué hace esa gente moral e intelectualmente superior que aborrece nuestra afición por el fútbol? He estado investigando y se despliega frente a nosotros un enorme paisaje de oportunidades. Dejemos la idiotez del fútbol para enriquecernos por dentro y por fuera. Para evolucionar física y espiritualmente. Por qué no destinar nuestro tiempo libre a disfrutar de un fantástico vermut creativo de encuadernación en acordeón. O de un no menos creativo tardeo de pintura y transfer en posavasos. ¿Por qué no nos apuntamos a un curso de iniciación al mermaiding para nadar como las sirenas? Es la hora. Por fin cosas que mejoren nuestra sociedad y no la salvajada primitiva e imbécil de golpear con el pie una pelota. Actividades sofisticadas. Respeto y racionalidad. Cosas que importan.

Final de campeones

Pese a todo, cuando acabe la Liga, mi equipo, que es el CD Castellón, tendrá que jugar un invento llamado final de campeones. El otro día, cruzando mensajes con Nacho Carretero -que es seguidor del ganador del otro grupo de Primera Federación, el Deportivo de la Coruña-, confesé mi curiosidad por asistir a esos encuentros. De una vez por todas sabremos qué sienten todos esos seres extraños que hablan de 'la fiesta del fútbol' cuando hay una final o un play-off, esos que aseguran que lo importante es participar, que el fútbol no nos da de comer y cuentos por el estilo.

Todos esos hippies. Iremos a la final de campeones sin nada que perder, aunque en las últimas horas está germinando en mí una preocupación de lo más tonta. Porque desde que somos campeones nos hacen el pasillo antes de iniciar cada partido. ¿Qué ocurrirá en la final de campeones si los dos somos campeones? Primero uno hará el pasillo al otro. Luego el otro se lo devolverá. Y el primero dirá, 'no, no, insisto' y vuelta a empezar. Entraremos quizá en un bucle sin fin de pasillos y el árbitro se enfadará. Ya me estoy poniendo nervioso. A ratos aún pienso que nos podrían descalificar.

En el fondo, en el fútbol no hay que descartar nada. Que se lo digan a Xavi Hernández y a Laporta, que menuda liada. Esto ocurre por seguir simulando que ganar al Almería es algo que merece nuestro interés. Si Xavi hubiese cancelado las últimas ruedas de prensa para aprender a encuadernar en acordeón, nada de lo que está pasando habría pasado.

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