Opinión | Apunte
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Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
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Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Xavi y las frases-escudo, por Jordi Puntí
![Xavi Hernández, en la última derrota del Barça en Montilivi.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/1c335db0-c649-4cc0-81a5-615e2ce66756_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Xavi Hernández, en la última derrota del Barça en Montilivi. / Aniol Resclosa / DDG
"Antes que entrenador soy culé". La frase la pronunció Xavi tras la derrota ante el Girona para reflejar que estaba cabreado con el equipo, y en esta liga se la hemos oído varias veces. Quizás con palabras distintas, pero con la voluntad de hacernos entender que su compromiso con el club y el equipo es indiscutible. De hecho, el mismo argumento culé se sobreentendía cuando anunció que lo dejaba a final de temporada: “No quiero ser un problema. Quiero ser una solución para el Barça”. La tentación es creer que son palabras de cara a la galería. Pero no: yo creo que de verdad lo siente así, y de ahí puede que vengan todos los males. Xavi sigue instalado en el pensamiento mágico que le llevó a ser entrenador del Barça y, sobre todo, a creer que el amor por unos colores —y una carrera fabulosa como jugador— eran credenciales lo suficientemente importantes como para asegurar éxitos. Y buen juego de raíz 'cruyffista'. Lo creían él y los dirigentes que lo trajeron, claro.
“Antes que entrenador soy culé” es una frase transparente. Nos da a entender, por ejemplo, que sus análisis de los partidos, como mínimo de puertas afuera, sean siempre en clave positiva, y las derrotas se justifiquen por errores puntuales, por inmadurez, por los arbitrajes. Sin embargo, hay poca autocrítica hacia un sistema de juego que quizás sus jugadores no entienden por confuso, o porque no se adaptan a sus ideas, o por errores de posición. "Lo habíamos trabajado" es otra frase-escudo; nos distrae, por ejemplo, del error continuado que ha sido confiar en Cancelo como lateral izquierdo.
Ahora mismo, mientras llegamos al final de temporada sin títulos y con la necesidad bíblica de quedar segundos en la liga —por el dinero que se recaudaría con la Supercopa, siempre el dinero como zanahoria—, me cuesta ver el futuro de Xavi como entrenador. Ojalá me equivoque, pero casi nada ha cambiado en el juego del equipo desde que se dejó convencer para revocar su decisión “inamovible”. En cambio como culé, sí le veo futuro, claro: seguirá gritando y sufriendo igual que los aficionados desde la grada, a pocos metros de su banquillo.
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