EL ANÁLISIS

La contracrónica del Valencia-Barça: el campeón es una escopeta de feria

El Barça no encuentra remedio en Mestalla

Xavi y la falta de efectividad: "Es alarmante"

Raphinha se lamenta de una ocasión perdida del Barça.

Raphinha se lamenta de una ocasión perdida del Barça. / José Jordán / AFP

Joan Domènech

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Un golazo de un suplente que no marcaba desde hacía un año frustró la victoria que tanto necesitaba el Barça y que tanto se estaba mereciendo. Una estadística de Opta informó que el Barça es el equipo de las cinco principales ligas de Europa que ha desaprovechado más oportunidades tanto en la primera mitad (23) como en los partidos completos. Hugo Guillamon marcó el gol de su vida y João Félix fue el único azulgrana que acertó. Necesitó estar sobre la línea de gol y completamente solo para no fallar.

Hugo Guillamon corre a celebrar su gol ante el fastidio de Frenkie de Jong.

Hugo Guillamon corre a celebrar su gol ante el fastidio de Frenkie de Jong. / Juan Carlos Cárdenas / Efe

Una estadística de Opta informó que el Barça es el equipo de las cinco principales ligas de Europa que ha desaprovechado más oportunidades.

Noche de vacas sagradas

Dijo Xavi en la víspera del Alavés que era “su momento, el momento del entrenador del Barça”. Venía el equipo de dos derrotas en tres partidos (Madrid y Shakhtar). Era el momento de Xavi en Mestalla tras perder el Barça con el Girona y el Amberes. Pero el entrenador ideó una alineación para que fuera, igualmente, el momento de los jugadores en una responsabilidad compartida.

Apareció el Barça con el once de las vacas sagradas ante la urgente necesidad de puntos que atosiga al equipo, sin tener en cuenta rotaciones ni puñetas, pese a que el miércoles se clausura el año en Montjuïc frente al Almería. Xavi pintó la alineación más titular posible con cada futbolista en la posición más adecuada y la única y discutible salvedad de Christensen. Cancelo ejerció de lateral derecho, función para se le contrató, y Balde defendió la izquierda, y Araujo y Koundé (que han sido colocados delaterales) en el centro. Con Raphinha y João Félix en los extremos y los tres centrocampistas indiscutibles. Los jóvenes debían mirar y aprender, que ya les llegará el momento de sacar las castañas del fuego.

Los jugadores del Barça celebran el gol de João Félix.

Los jugadores del Barça celebran el gol de João Félix. / Kai Forsterling

Güngodan jugó por delante de De Jong y Pedri, en un dispositivo en forma de triángulo para aprovechar la mejor llegada del alemán.

Las llegadas de Gündogan

Era el momento de los jugadores, pero el entrenador dejó su intervención con una innovación táctica. El cuadrado del centro del campo -los dos mediocentros y los dos interiores por delante- se había transformado en un triángulo invertido. En defensa, ese 4-3-3 se transformaba en un 4-2-3-1, con los extremos más sensibilizados para defender.

El cambio geométrico se aderezó con cambios de funciones. Los más atrasados fueron Frenkie de Jong y Pedri acompañándole para engrasar la salida de balón, uno de los recientes problemas del equipo: en esa zona eran cuatro azulgranas contra los dos puntas blancos y podían progresar para hacer un tres contra dos ante los mediocentros rivales.

Gündogan era el vértice de ese triángulo por delante de sus compañeros. La ventaja en la construcción fue clarísima. El beneficio añadido es la mejor llegada al remate de Gündogan respecto a sus compañeros.

Lewandowski intenta un remate de cuchara ante la oposición de Thierry.

Lewandowski intenta un remate de cuchara ante la oposición de Thierry. / José Jordán / AFP

Catorce veces remató el Barça, diez bien dirigidas, y sólo acertó João Félix y porque estaba sobre la línea de gol.

Rematar sin marcar

Apareció Gündogan en el área y, por tanto, andaba más cerca de Lewandowski. Cinco remates del delantero polaco se explican por la proximidad del futbolista que más le entiende (jugaron juntos en el Borussia Dortmund antes de que sus caminos se dividieran) y por la predisposición del ariete en mostrarse para que los compañeros le vieran. Se entretuvo poco el Barça en la elaboración después de recuperar el cuero. Contra su naturaleza, apostó por la verticalidad.

Remata más Lewandowski, pero sigue sin marcar goles. Cinco ocasiones acumuló en el primer tiempo, y ninguna aprovechó. Al equipo le lastra el declive de su emblema (13 goles llevaba la pasada Liga, 8 suma en la actual), pero nadie repara la grieta. Ferran y Joao Felix son los siguientes anotadores con 3.

Catorce veces remató el Barça, diez a portería, y no marca ni a tiros. Una escopeta de feria es ahora el campeón, que fue el rey de la eficacia. La virtud que le coronó.

Iñaki Peña desvía con su estirada el primer remate del partido, obra de Yaremchuk, antes de cumplirse el segundo minuto.

Iñaki Peña desvía con su estirada el primer remate del partido, obra de Yaremchuk, antes de cumplirse el segundo minuto. / Juan Carlos Cárdenas

El equipo no ha acabado con la mala costumbre de conceder una ocasión en el inicio: Yaremchuk remató antes del minuto dos.

El primer minuto sobra

Empezar mal el partido se está convirtiendo en una costumbre. Desaconsejable y peligrosa costumbre a la que no se encuentra remedio. Calificable de misterio esotérico de no ser porque es un fenómeno operado por humanos y visible a ojos de cualquier ser vivo.

Se repitió en Mestalla, como podía esperarse, igual que el zapatazo adelantado en el saque de inicio, una moda más reciente. Sin que se hubiera cumplido el minuto y medio, Yaremchuk recibió un balón en el área, se giró sobre sí mismo y chutó a portería. Una estirada de Iñaki Peña impidió que el Valencia se adelantara en el marcador. Como hizo el Amberes el miércoles, con una mala cesión del meta a Oriol Romeu, que se lo entregó a Vermeer. En la misma semana.

Pero llovía sobre mojado. Bryan Zaragoza marcó para el Granada a los 18 segundos y Samu lo logró días después para el Alavés en Montjuïc a los 17 segundos. Entre ambos encuentros, Barrenetxea disfrutó de la primera ocasión de la Real Sociedad a los 27 segundos. La mano de Peña fue el momento del portero.