Opinión

Juan Cruz

Juan Cruz

Periodista y escritor. Adjunto al presidente de Prensa Ibérica.

Pedri De Jong

Pedri, en acción, durante el primer tiempo.

Pedri, en acción, durante el primer tiempo. / AFP7

Dos cabalgan juntos y ahora dos cabalgan solos, en las habitaciones separadas de los futbolistas vencidos por el dolor y la espera. Son Pedri, canario de Tenerife, uno de los mejores centrocampistas del mundo, y De Jong, que no tiene demarcación ni en la vida ni en el campo, porque capitanea en cualquier sitio donde lo pongas. Pedri es un artista, por eso tratan de cambarlo todo el rato, pues quitarlo del campo es romper el nuevo equilibrio estético del Barça.

Ustedes se han encontrado ahí con una palabra, cambarlo. Se dice en Canarias, de donde vienen la psicología del arte de Pedri, de aquellas personas que son lesionadas cuando ni siquiera están haciendo algo. Pueden estar pensando, en la esquina del campo, y llega otro y lo tira contra el suelo, lo camba.

A este canario delicado y potente, de las mejores adquisiciones azulgrana de la historia, lo han cambado muchas veces. En algunas ocasiones ha regresado a flote, en el mismo campo, sin rasgar ninguna vestidura ajena, como si estuviera acostumbrado, como sus antepasados, a seguir como si no pasara nada.

Marca de calidad

A Frenkie De Jong le pasan cosas parecidas, pues caiga por culpa de otro o porque esté de ser así siempre se levanta, o trata de levantarse, para preguntar en seguida qué se puede hacer por el equipo. Cuando se repartieron las capitanías, al principio de esta temporada, no hubo duda: él era ya de los capitanes, no había discusión. Y fue Pedri, con buena vista y buena mano para el entendimiento del talento ajeno, de los primeros que salieron a decirlo: en el campo y en la vida, es decir, también en el vestuario, este holandés firme, que hace de la sonrisa parte de su juego, es insustituible en el Barça de hoy.

El Barça de hoy se parece al de anteayer, que es el de Pep Guardiola, o el de antes de anteayer, que era el de Rijkaard. Igual que ellos, Xavi tiene un cartabón que marca la calidad, aunque a veces ésta se tuerza. Pero en todas sus elecciones, hasta las que le obligan a hacer, están esos patrones que hicieron del Barça contemporáneo el equipo que es. Así que cuando ahora el equipo no juega así, con esos patrones éticos y estéticos, se le nota a toda la plantilla y se le nota, como es natural, a Xavi, que fue, antes de sentarse en el banquillo, el intérprete de aquella marca de calidad.

La inteligencia de Busquets

En el campo ha habido otros intérpretes de este modo de ser barcelonista; el primero, o primordial, ha sido Busquets, que ahora trabaja con Messi en lo mismo, pero en lugar diferente, en Miami. Busquets era la inteligencia de un hombre prestada a una bota. Muchas veces esa inteligencia encontraba, en avanzada, a Lionel Messi, y ya no están ni uno ni otro. No están en el Barça, sobre todo, y es muy difícil hallarles sustitutos.

Pero, aunque sean distintos, y a pesar de que, siendo distintos, dejaron tantas herencias, sí puede decirse que estos dos, Pedri y De Jong, aunque de lejos, tienen algo que ver con aquel dúo, pues cuando se asociaban todo el mundo sabía que algo iba a pasar de bueno para la ética, y para la estética, del juego. Y estas semanas que ya parecen años en que no está Pedri y en este amanecer que vivimos sin De Jong, al Barça de ahora le pasa algo de lo que le sucedía cuando ni Messi aparecía ni estaba Busquets. Distintos, claro, pero decisivos, héroes de un modo singular de hacerse imprescindibles.

Nunca han sido tan imprescindibles De Jong y Pedri como cuando ahora faltan. Si al menos estuvieran en el banquillo… Al menos el público podría apreciar su presencia, que es el prólogo de su modo de estar en la cancha. Volverán, ojalá, y seremos más felices, olerá mejor el fútbol del Barça. Infinitamente mejor.