Apunte
El fútbol en los juzgados, por Mónica Marchante
Pico y pala
La sombra de Ramos
Mónica Marchante
Con siete jornadas de Liga disputadas, el fútbol español parece más un campo de batalla que una competición donde los participantes confíen en la limpieza de la misma y en una disputa estrictamente deportiva donde los jugadores jueguen y los árbitros impartan justicia.
Si la tarjeta de visita de España para organizar el Mundial de 2030 es el espectáculo al que estamos asistiendo, día sí y día también, va a ser difícil conseguirlo.
Lo último es la imputación del FC Barcelona en el caso Negreira por cohecho, y no por corrupción deportiva, es decir, que ya no haría falta demostrar una posible adulteración de la competición, sino que el mero hecho de haber pagado a un funcionario, constituiría, ya de por sí, un delito de soborno.
Disparando con bala
Mientras se conoce la imputación del club, en la Audiencia Nacional declaran varios de los testigos del Caso Rubiales. Al tiempo, la Guardia Civil registra la sede del Comité Técnico de Árbitros en la RFEF, volcando ordenadores del departamento que dirige Medina Cantalejo, actual presidente de los árbitros y diana en los últimos días desde varios clubs.
A la actual federación, más débil que nunca, en pleno intento de regeneración y con elecciones a la vista, le están disparando con bala desde los juzgados y desde los clubs más poderosos de la Liga. Seguramente conscientes de esa debilidad, más de uno intente aprovecharla.
La escalada de Real Madrid TV viene de lejos, aunque el caso Negreira le haya dado coartada a quienes presumen de no hablar de los árbitros pero intoxican parapetados en el anonimato de una locución del canal del club.
Clima insoportable
Indignados, los vencedores del derbi madrileño se sienten históricamente maltratados por los arbitrajes respecto al todopoderoso Real Madrid. Esta vez no ha sido un comunicado, sino palabras del dueño rojiblanco, Miguel Ángel Gil, acusando al Real Madrid de adulterar la competición creando un clima insoportable para los árbitros.
En esto último lleva razón. El clima es insoportable y añado, también injusto. Ser árbitro ahora mismo en el fútbol español, es ser un héroe. Están en todas las dianas y nadie les defiende. Su silencio impuesto les condena aún más,. No hay quien pite en un campo minado.
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