Mundial femenino

Viajar 75.000 kilómetros en un mes para ver triunfar a su hija en el Mundial

Núria Panedas, madre de Laia Codina, vuelve a la otra punta del mundo para estar junto a su hija en la final del Mundial contra Inglaterra en Sidney

Núria Panedas, madre de Laia Codina, vuelve a la otra punta del mundo con el corazón a punto de explotar.

Núria Panedas, madre de Laia Codina, vuelve a la otra punta del mundo con el corazón a punto de explotar.

Lluc Perich Pérez

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No hay absolutamente nada como el amor de una madre. Nada. Quien crea que no, que se pregunte por qué razón alguien habría viajado desde Campllong (Girona) hasta Nueva Zelanda, vuelto a casa y, pasadas dos semanas, cogido un AVE hacia Madrid para volar a Australia. Casi 75.000 kilómetros -72.460, para ser exactos- son los que habrá hecho Núria Panedas para ver triunfar a

su hija Laia Codina

en el mundial este último mes. Cabe añadir los desplazamientos internos, que no han sido pocos. “¡Cada uno de ellos vale la pena, y los volvería a hacer tres o cuatro veces!”, asegura.

Mañana mismo, la madre de la primera finalista gerundense de la historia de los mundiales volverá a hacer un viaje dando la vuelta al mundo para aterrizar en Sydney. La ocasión lo merece: Estar al lado de su hija en el partido más importante que puede jugar cualquier futbolista. Las maletas, ya las tiene hechas, “porque cuando Laia me avisó que la Federación nos ofrecía un vuelo, salí pitando”, explica. La comunicación es complicada por la distancia, però Núria Panedas no desaprovechó las horas donde lo único que sabía del cierto era que volvía a Oceania. Le faltaba el cuando, pero eso daba igual, seguro que sería antes del domingo a les 12:00h, cuando se juega la final.

El mejor de los viajes

Para asegurarse que veía a su hija triunfar, Panedas no arriesgó y viajó a

Nueva Zelanda

para acompañarla en la fase de grupos. También lo hizo su otra hija, Mariona, que ha podido quedarse. España se clasificó, pero, en aquellos primeros partidos, Codina, aunque fue titular en los amistosos previos, tuvo un rol secundario. “Pero todo llega, y cuando tienes la oportunidad debes demostrar que puedes coger el sitio, y esto es lo que ha pasado”.

Ahora, volver, y además con la motivación de verla jugar la final del mundial. La pareja con Paredes -“se conocen mucho dentro y fuera del campo, que facilita mucho las cosas”- funciona muy bien, y la central de Campllong debería mantenerse por méritos propios en el once de Vilda. Mientras, Panedas no se quita la camiseta con el 14 de su hija. “¡También tengo que trabajar, pero no me lo podía perder, y ahora ya he gastado todos los días de vacaciones que tengo!”.

Todo lo que no se ve

Muchas veces las luces de las grandes estrellas del fútbol mundial esconden historias de superación, y aquellos que han estado siempre a su lado lo sabrán. “Me la imagino levantando la copa, que seria lo máximo, y recuerdo todo el esfuerzo, los sacrificios, las renuncias… hay tantas cosas detrás de estas jugadoras”, se emociona Panedas, que cuando oía a su hija contarle su sueño de niña no podía evitar pensar “pues claro, como todo el mundo… ¡pero mira ahora lo que ha hecho!”.

Quedan lejos los viajes con coche hasta Barcelona para ir a entrenar por las tardes. Se llegaba tarde a casa, “y con qué cansancio”, pero por la mañana tocaba madrugar para ir, la madre, a trabajar y, la hija, a estudiar. La vida no se para. “Suerte que nos lo combinábamos con otros padres”, respira Panedas, que nunca olvidará este mes. “Ya se lo he dicho a Laia, no tengo el corazón preparado para tantas emociones. Lloraré lo que no está escrito”.

Pase lo que pase, la madre tiene claro que “tan solo llegar a la final ya es una experiencia brutal, no sé si lo volveremos a vivir nunca más”. Pero, ¿ganarla? “Lo haremos. Es un equipo que ha creído des del principio y por esto están donde están. Estando con ellas lo ves, lo merece Laia y lo merecen cada una de las jugadoras de este equipo”.