Mundial de fútbol femenino

La llamada a las cinco de la mañana que marca una vida: el día único de Cata Coll, Codina y María Pérez en el Mundial

Las tres futbolistas y sus familiares comparten para Prensa Ibérica sus sensaciones tras un momento único

Debutantes y protagonistas en un partido histórico

Laia Codina, Cata Coll y Maria Pérez

Laia Codina, Cata Coll y Maria Pérez / RFEF - Para SPORT

Maria Tikas

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Ni Laia Codina, ni Cata Coll, ni María Pérez se imaginaban, ni en el mejor de sus sueños, lo que están viviendo estos días. Hace dos meses ni se les pasaba por la cabeza que iban a estar en la lista para el Mundial. Las tres fueron sorpresas y, el mismo día, en unos octavos de final, se estrenaron juntas. Sueño cumplido.

Laia Codina, la más esperada

Solo a la central se le pasaba por la cabeza que podría jugar. “Por cómo habían ido estos días, con la lesión de Ivana. Pero, cuando te ves allí, en el once, dices… ¡Hostia, hoy puede ser mi día!”. Lo fue. Cometió un error, confiándose demasiado con un pase atrás con demasiada potencia, que se transformó en autogol -golazo, por cierto- para dar el empate a Suiza. Sin embargo, lejos de venirse abajo se armó de confianza y se redimió con una gran actuación defensiva y con un gol, esa vez sí, a la portería rival para poner el 1-3 en el electrónico.

“Puede ser un comienzo para reivindicarme, por qué no. Si quitamos los primeros minutos… Bueno, el gol. Creo que estuve muy sólida en defensa y luego tuve la oportunidad de marcar. Con Irene [Paredes], todo es más fácil. Siempre le digo que es la jefa. Nos mantiene a raya”. 

Su madre, Nuria, y su hermana, Mariona, viajaron a las Antípodas el mismo día del debut. Llegaron con retraso y sin maletas, pero ya está todo en orden. Tanto en Palmerston como en Wellington y Auckland han aprovechado para pasar juntas los días libres. Son pura vitamina para Laia.

Cata Coll, una llamada a las cinco de la mañana

La guardameta balear cogió el avión -o los aviones- hacia Nueva Zelanda pensando que no iba a jugar y se lo tomaba como “una experiencia que siempre suma, también una pretemporada para llegar bien al Barça después de la lesión”. Sin embargo, todo cambió dos horas antes del partido, cuando Jorge Vilda apuntó en la pizarra el once. 

Empezó con un “Cata Coll”. Ya la mallorquina no vio el resto, se le nubló la vista. Iba a jugar unos octavos de final de un Mundial como titular. Y no dudó en llamar a su familia, que se había vuelto para casa después de pasar, aquí, unos días con ella. “Tuvo la agradable idea, como siempre hace cuando juega, de llamarnos para decírnoslo”, cuenta a Prensa Ibérica su padre, Fernando Coll. “Estábamos en la cama, sonó el teléfono a las cinco de la mañana. Nos despertó y nos asustó. Porque cuando recibes una llamada de tu hija a esas horas… [ríe]. Pero nos encontramos con la grata sorpresa de que iba a ser titular. Nos invadió, a su madre y a mí, la emoción”. Vieron el partido juntos, en casa, de buena mañana -eran las 7.00h en España-. 

“Escuchar el himno y ver a tu hija en la televisión… No tengo palabras. Es un sueño, porque no lo esperábamos. La lesión [rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla] ha sido muy dura, hemos vivido un año complicado. Ya cuando recibió la llamada del seleccionador para la pre-lista fue muy emocionante, imagínate cuando se confirmó que estaba en la convocatoria definitiva… Todo lo que está viviendo es increíble y a nosotros solo nos queda acompañarla en este camino. Yo siempre le digo que siga trabajando, que la exigencia requiere constancia en el día a día. Que lo está haciendo muy bien y que siga adelante, que nosotros estamos muy satisfechos y orgullosos”.

Cata tampoco daba crédito: “¡Joder, es que ni me lo creo, aún!”, decía al término del encuentro. “Es la recompensa al trabajo hecho. Me he sentido muy a gusto, cómoda y segura. Ahora toca seguir trabajando, vamos a por los cuartos y estoy segura de que vamos a llegar lejos. Todas soñamos a lo grande”. 

María Pérez, del filial al Mundial

La centrocampista catalana no fue titular -entró en el minuto 64, con un 1-4 en el marcador, por Tere Abelleira. Maria sí que no pensaba que podía llegar a jugar ni cuando arrancó el encuentro. “Que va… Estaba en el banquillo y de repente me llaman a calentar. Y pensé ‘ojo, igual ha llegado el momento’. Es un sueño cumplido”. Se intercambió la camiseta con Crnogorcevic, porque le escribió “unos días antes para pedirle que me la guardase. Si no podía ser esta, otra. Pero me la dio”. 

También su familia vio el debut desde casa. Sus padres y su hermano, que estaban bien pendientes del partido por televisión y tenían contacto constante, vía Whatsapp, con el resto de la familia y de amigos, que estaban en sus respectivos hogares. “No esperábamos que saltara al campo”, nos cuenta su padre, Francisco Pérez, que continúa: “Después de la derrota contra Japón, creíamos que el de octavos sería un partido difícil, y pensábamos que el principal objetivo del seleccionador sería asegurar la victoria con las jugadoras más experimentadas y que fueron titulares hasta entonces. Solo cuando el encuentro se puso muy a favor de España empezamos a comentar que tal vez podría tener unos minutos en el segundo tiempo. Cuando vimos que estaba calentando, dijimos ‘hoy sí’. Y así fue”. 

“Todo ha ido muy rápido, este año”, añade Francisco. “Lleva tres temporadas en el Barça y ha ido progresando hasta entrenar prácticamente todos los días con el primer equipo, aunque ha seguido jugando con el ‘B’. Pasó de la sub-23 a la absoluta por una lesión y ya se quedó. No nos esperábamos nada. Para ella es todo un sueño y, para nosotros, un orgullo”. Vendrán muchos más.