Primera medalla catalana

Xammar-Rodríguez, el bronce de la clase que nunca falla

La pareja se junto después de los Juegos de Río para convertirse en una referencia mundial de la clase 470, la más laureada de la vela española.

Xammar salvó la vida a un cicloturista mientras circulaba en bici con el padre de su novia por Sierra Nevada y Rodríguez aparcó un trabajo de odontólogo en los Países Bajos pensando en Tokio.

Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez

Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez / EFE / LAVANDEIRA JR.

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"La clase es el trabajo. No hay otra", repetía Jordi Xammar (Barcelona, 1993) en un vídeo promocional de los Juegos. En junio quería ser campeón olímpico y este miércoles, en compañía de su inseparable Nico Rodríguez (Vigo, 1991), consiguió la medalla de bronce en 470, el segundo metal de la delegación de vela tras el primer bronce logrado el martes por el menorquín Joan Cardona en clase Finn.

Xammar y Rodríguez, inseparables desde que unieron sus vidas deportivas tras los Juegos de Río, estaban exultantes después de asegurar el bronce en la regata de las medallas o Medal Race. Se lanzaron al agua mientras festejaban el éxito con el resto del equipo olímpico. “Muy felices de dar una medalla a nuestro país que tanto se lo merece. Era un sueño de niño. ¡Va por España!”, era lo primero que decía Xammar desde la bahía de Tokio. “Es impresionante. Llevaba toda la vida soñando con esto”, añadía Rodríguez, el odontólogo que aparcó en 2016 sus proyectos médicos y una oferta de trabajo en los Países Bajos para embarcarse junto a Xammar y navegar en busca de una medalla en Tokio.

Xammar, hasta Río, siempre tuvo a Joan Herp de pareja. Juntos compitieron en la cita olímpica brasileña, pero Herp decidió dejar el deporte y buscar otras vías profesionales. Fue entonces cuando Nico se cruzó en el camino de Jordi y ambos, hasta ahora, se subieron al barco que nunca fallaba en una clase 470 que siempre ha tenido a bordo a navegantes con medallas olímpicas: Antonio Gorostegui, Pedro Millet, Luis Doreste, Roberto Molina, Jordi Calafat, Francisco Sánchez, Theresa Zabell, Begoña y Natalia Vía Dufresne y Sandra Azón.

Así que Xammar y Rodríguez quisieron seguir la estela de veleros navegando en las aguas de la historia olímpica y, enseguida, comenzaron a destacar en mundiales y europeos: bronce, plata y bronce, en los campeonatos del mundo entre 2018 y 2021, y bronce y dos platas en las citas continentales entre 2017 y 2021.

Ambos llegaron a Tokio con unas vidas vinculadas con el mar, aunque en el caso del regatista catalán tampoco hubiese sido extraño que en vez de la vela se decantase por el motociclismo, ya que sus padres, Pere y Cristina, se habían iniciado deportivamente en el mundo de la gasolina, hasta el punto de que Pere estuvo ligado al equipo de Sito Pons, al que le unía una buena amistad. “Sito me enseñó a nadar”, declaró Jordi Xammar al diario 'Ara'.

Fue el mismo Jordi que en 2018, estando de vacaciones en Bali, conoció la noticia del tsunami que había asolado parte de Indonesia y se apuntó a una ONG para ayudar a los damnificados. O el regatista olímpico que este mes de mayo, mientras circulaba en bici de montaña con el padre de su novia por Sierra Nevada, encontró a un ciclista moribundo en una zona montañosa de difícil acceso. El chaval se había despeñado tres días antes y había un equipo de salvamento en su búsqueda. Xammar se lo halló de casualidad, lo hidrató y llamó a la Guardia Civil. El chico se pasó unos días en la UCI, pero salvó la vida.

Nico, vigués, del Celta, como debe ser en su ciudad si también gusta el fútbol, se convirtió en la pareja perfecta sobre el agua para cerrar este miércoles la participación española en la vela, la disciplina que nunca acostumbra a fallar bajo los aros de los Juegos.