Orantes, la conquista de América

Una remontada histórica le dio a Manuel Orantes el US Open de 1975, tras regalar un set a Nastase, levantarle cinco 'match balls' a Vilas y ganar a Connors en la final.

Orantes celebra su victoria en el US Open de 1975 ante Connors.

Orantes celebra su victoria en el US Open de 1975 ante Connors. / GETTY / JAMES DRAKE

JAUME PUJOL-GALCERAN

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Se imaginan fallar una bola expresamente para compensar un error arbitral. Creen que algún tenista del circuito lo haría en la actualidad cuando ponen en duda incluso las decisiones del Ojo de Halcón. Pues Manuel Orantes lo hizo. Y no era un punto cualquiera. Se jugaba un set ball que le daba a Ilie Nastase el tercer set en el partido de cuartos de final del Abierto de Estados Unidos que les enfrentó en 1975. El histriónico campeón rumano dominaba en el marcador de esa manga (5-3) y explotó por la decisión en su contra vociferando e insultando al juez de silla mientras las cámaras de televisión repetían el punto una y otra vez, dándole la razón.

Tras la discusión acalorada el árbitro accedió a repetir el punto y cuando se reanudó el juego, Orantes tiró la bola fuera de la pista en el primer golpe ante la sorpresa de los aficionados que le dedicaron una inmensa ovación por ese gesto. "Yo también vi que la bola había entrado. Eran otros tiempos y entre los jugadores existía un fair-play que ahora no hay", recuerda Orantes, que después ganaría el cuarto set y el partido por 6-2, 6-4, 3-6 y 6-3. "Nastase era especial. Tenía mucho carácter y perdía los papeles. Tenía mucha clase. Era una especie de Federer por su juego aunque no por su comportamiento en pista. Conmigo se llevaba bien y nunca me creó problemas cuando nos enfrentamos, aunque es cierto que en muchos partidos intentaba humillar al rival", explica del tenista rumano, que fue el primer número 1 de la historia de la ATP.

Proeza tras proeza

Tras derrotar a Nastase no acabaron ahí las proezas del "Caballero español", como escribieron en sus crónicas los periodistas de aquel partido que abriría a Orantes las puertas para conquistar su primer y único Grand Slam en su palmarés un 7 de septiembre de 1975 al vencer en la final al ídolo local, número 1 mundial y defensor del título, el estadounidense Jimmy Connors por 6-4, 6-3 y 6-3, de eso hace ya 41 años.

Nadie pensaba que Orantes sería el rival de Connors aquel día. Todos esperaban al argentino Guillermo Vilas pero, en la madrugada anterior, en la semifinal el tenista granadino dio la vuelta a los pronósticos con una remontada espectacular que ha quedado entre los grandes partidos de la historia del torneo. Orantes levantó cinco match balls y un marcador de 6-4, 6-1, 2-6, 5-1 y 40-15 a favor de Vilas. "Ese es uno de los peores recuerdos de mi vida. Me sentía invencible, me parecía imposible que pudiera perder....y lo perdí", recordaba el tenista argentino recientemente en una entrevista televisiva.

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Vilas se excusaba por esa derrota argumentando que había jugado lesionado desde el tercer set al sufrir un desgarro en una pierna. Una lesión que no le impidió ganar en el cuarto set cinco juegos seguidos y tener esos cinco match balls que desperdició, uno tras otro, para su desesperación y la sorpresa de los aficionados que se quedaron en la central del West Side Tennis de Forest Hills, donde entonces se jugaba el torneo, que no se marcharon cuando el partido parecía ya sentenciado como hicieron bastantes espectadores.

Pista de Hard-Tru

"Empezamos a jugar tarde, después de la primera semifinal y la final femenina. Además hubo varias interrupciones por la lluvia, así que a las 10.30 de la noche mucha gente se fue a casa cuando Guillermo me iba ganando fácil", explica Orantes. Se perdieron la proeza. Con 5-1 y 40-15 en contra salvó los dos primeros match balls y después ganó seis juegos seguidos para forzar el quinto set. "Luché hasta el final, le hice trabajar y acabé remontando y ganando. Nunca me creí esa lesión de Vilas. Me parecieron excusas".

El partido contra Vilas acabó pasadas las 12 de la medianoche. Los periódicos no pudieron dar la noticia al dia siguiente y muchas emisoras de radio y televisiones anunciaron que la final la iban a jugar Connors y Vilas. Un año después Orantes protagonarizaría otra remontada parecida en la final del Masters en Houston en la final ante el polaco Wojtek Fibak cuando perdía por 7-5, 2-6, 6-0 y 4-1. "Estados Unidos siempre se me ha dado bien, allí gané muchas torneos. Me gustaba el ambiente del público y su deportividad", explica.

En el Abierto de EEUU ese año se había decidido sustituir la hierba por la tierra ante las críticas de los jugadores por el mal estado de las pistas que no disponían de los cuidados de Wimbledon. La federación americana (USTA) optó por el Hard-Tru que era una tierra de color verde. "Era distinta a la tierra europea. Más rápida y tenía menos coste de mantenimiento", cuenta Orantes. El experimento duró tres años mientras se construían las actuales instalaciones de Flushing Meadows en las que luego la USTA se decantó por pistas de cemento, dicen que temerosos del poderío de los tenistas europeos de esa época sobre tierra batida. Ese mismo año también se decidió jugar de noche con luz artificial por primera vez en un Grand Slam y a Orantes le tocó probarlo ante Vilas.

La presencia de Orantes en esa final de 1975 no fue ninguna casualidad. Durante la temporada había conquistado siete títulos, entre ellos los de Toronto e Indianápolis, poco antes de empezar el Abierto de Estados Unidos. "Llegaba muy cargado de partidos y con problemas físicos en la espalda que me habían obligado a parar durante seis meses el año anterior, después de jugar la final de Roland Garros que perdí con Borg".

Espina clavada

En París Orantes había dominado a la emergente estrella sueca al inicio de la final pero después de ganar los dos primeros sets, se vino abajo físicamente. "Sabía cómo ganarle a Borg, lo había hecho siempre antes. Le presionaba mucho pero no pude hacerlo aquel día y acabé perdiendo", recuerda. Una espina clavada que nunca pudo quitarse. "Creo que Roland Garros es el único torneo importante de tierra que no he ganado", se lamenta. En su carrera llegó a ser número 2 mundial y ganó 32 títulos. "En algún momento debí ser número uno, pero entonces la clasificación mundial no se daba al instante como ahora".

La experiencia de Roland Garros le sirvió meses después para afrontar la final contra Connors de otra forma. El estadounidense había ganado a Borg en las semifinales y Orantes vio el partido en el vestuario y se sentía fuerte para ganar su primer el Grand Slam. "Estaba convencido que podría vencerle".

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Y eso que no pasó demasiado bien la noche. "Después de ganar a Vilas tuve un percance logístico. Como hacía siempre tras un partido me daba un baño de agua caliente para relajar la musculación y cuando estaba llenando la bañera se atascó el grifo y se inundó el cuarto de baño. Tuve que avisar a recepción para que me arreglaran la avería... No sé a que hora me acosté y, entonces, la final se jugaba al mediodía", explica.

"La final la empecé lento y encajé un 2-0 de salida", recuerda. Pero Orantes enmendó pronto la situación. "Sabía qué hacer contra Connors. Él tenía un juego agresivo, muy plano, pero yo le jugué con golpes cortados y bolas bajas, sacándole del fondo para que me atacara y poder hacerle después passing shots". La táctica funcionó a la perfección. Orantes recuerda que en la rueda de prensa un periodista le preguntó a Connors: 'Oye, Jimbo, si te juegan como Orantes vas a tener problemas en el futuro, ¿no?' Y Connors respondió: 'No lo creo. Hay poca gente que puede jugar como hoy Orantes'.

Cheque de 25.000 dólares

El premio por esa victoria ("la más importante de mi carrera junto al Masters", admite Orantes) fue un cheque de 25.000 dólares, una cámara de fotografiar y un coche Ford Mustang, pero la copa que levantó ese día se quedó en Nueva York. Entonces al campeón no le daban ni una reproducción como en otros torneos. "Hasta 1984 no lo hicieron", dice. Orantes reclamó una reproducción varias veces pero sin éxito.

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El año pasado cuando el Tennis La Salut, el club de toda su vida en el que comenzó como recogepelotas con 9 años, decidió exponer las copas más importantes de campeones formados en sus pistas como Sergi Bruguera, Àlex Corretja o Conchita Martínez le pidio la del US Open a Orantes, que volvió a insistir a los organizadores norteamericanos que le dieran una copia. "Me pidieron 40.000 dólares porque dijeron que la hacían en la joyería Tiffany's", cuenta.

Se negó a comprarla pero en la vitrina del club de Gràcia hay una réplica de la copa gracias a otro campeón del torneo que al conocer la historia le cedió una réplica para que Orantes hiciera una copia y tuviera su trofeo muchos años después de aquella conquista de América.