LAS VÍCTIMAS DE LA SANCIÓN DE LA FIFA

Los 'cracks' del futuro del Barça: Lee ¿será Messi?

El Barça detectó a Paik en un torneo infantil en Sant Cugat en diciembre del 2009. Un año después, ‘cazó’ a Lee. Los chicos surcoreanos personifican la incesante búsqueda de talento del club para moldear los futbolistas del futuro en su propio estilo. También muestran las consecuencias de no haber cumplido la normativa de la FIFA. Paik y Lee han pasado más de dos años sin competir. Desde enero, el Barça ya puede exhibir sus preciadas joyas de Asia.

"Un futbolista diferente, especial", es la definición más común de quienes le han visto progresar

Seung-Woo Lee.

Seung-Woo Lee. / periodico

JOAN DOMÈNECH

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Contigo empezó todo, podrán decirle a Lee. Alguien que le quería mal, pese a ser un crío de 12 años, o quería mal al Barça, denunció su fichaje por el club azulgrana y la FIFA inició la famosa investigación que derivó en una sanción ejemplarizante a ojos del mundo futbolístico.

No debería sentir ningún sentimiento de culpabilidad Seung-Woo Lee. Ni tampoco debería sentir ninguna carga por que le comparen con Messi, así de altas son las expectativas que suscita, alimentadas entre sus marcas (marcó 38 goles en 29 partidos a la misma edad en la que Leo hizo 37 en 30) y las similitudes futbolísticas que les aproximan, pese a que uno es zurdo y otro es diestro: la rapidez, el cambio de ritmo, el regate, incluso la envergadura. A la estrella coreana la ficharon porque era un futbolista «diferente».

«Diferente» ha sido el adjetivo repetido por algunos técnicos que le han tenido a sus órdenes para resumir el compendio de virtudes de Lee, y que sobresalen de la media entre unos chicos superdotados por haber pasado el exigente criterio de selección hasta alcanzar la categoría juvenil. «Lee es especial, marca diferencias», explica un preparador al que no se puede citar porque el club prohibe a los técnicos de la cantera que hagan declaraciones. «Fuimos una vez a África a jugar un torneo y se enfrentaba a chavales grandiosos, en un campo horroroso, y se los tiraba a todos, con perdón», recuerda. A las características del delantero, que apenas frisa el metro setenta, cabe añadir la valentía y la picardía.

EL CONTROL DEL CARÁCTER

El carácter, en definitiva. Otro rasgo que, descontrolado, se convierte en negativo. Un cóctel explosivo si se mezcla con la frustración por no poder jugar, vetado ya por la FIFA, y la adolescencia. En La Masia tuvieron que llamarle la atención más de una vez por su rebeldía. Se negaba incluso a ir al colegio (el León XIII) al que forzosamente deben acudir todos los deportistas. El club tomó medidas: después de imponer la disciplina, recompuso el entorno familiar, reunificándolo.

Sus padres y su hermano mayor, Seung Jun, también futbolista, se mudaron a Barcelona, instalándose en un piso en Sants. Además de tener representante, Pau Clavero, y una agencia detrás, Mediabase, los Lee han tenido desde el primer día la asistencia permanente de un traductor para facilitarles la vida.

«Lee es un pieza», cuenta otro empleado que le ha visto crecer. El día de su regreso a los terrenos de juego, en el Barça-Cornellà de juveniles, se revolvió un par de veces con su marcador. Protestó también al árbitro. Oyó una advertencia de uno de sus compañeros y pidió perdón al juez juntando las manos con una pequeña reverencia.

RECLUIDO EN COREA

Paik, el otro surcoreano de la cantera, había reaparecido en el partido anterior. Pese a ser compatriotas y con apenas un año de diferencia, son absolutamente distintos. Representan lo nociva que puede resultar cualquier generalización. Lee es más expansivo y extravertido. «Tiene carisma y madera de líder», dice uno de los técnicos con los que coincidido. Cuando ha estado en Barcelona. Poco en los últimos tiempos.

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Durante la espera a que concluyera el castigo, y para mantener un mínimo competitivo, Seung Woo ha acudido a todas las convocatorias de la selección. Después del verano estuvo concentrado preparando el Mundial sub-17 que se iba a disputar en Chile en octubre. Los dos últimos meses del 2015, antes de que expirara la sanción, estuvo en Suwon, entrenándose con el club de su ciudad natal, de Segunda División, por el veto de la FIFA a que lo hiciera con el Barça.

El club azulgrana, por otro lado, también pretendía mantenerle alejado de la atención mediática para que nadie le robara su joya más preciada con una oferta fabulosa. Solo abandonó el país para ver la final del Mundial de Clubs de Yokohama, invitado por el club junto con Gyeolhee Jang, otra promesa surcoreana del Barça, y el japonés Takefusa Kubo, dos víctimas más del castigo de la FIFA. Ambos regresaron a casa.

EL SEGUNDO CHIVATAZO

La reclusión del Barça venía dada porque, reglamentariamente, hasta que fuera mayor de edad, Lee era un jugador libre que no podía tener contrato con el Barça. El compromiso se ha retocado en cuanto el delantero –«le compararía más a Kun Agüero que a Messi», sugiere un técnico barcelonista– cumplió los 18 años el pasado 6 de enero. Está en la antesala del profesionalismo, entrenándose con el juvenil A y observado de reojo por Gerard López para el B. El mayor obstáculo que tiene ante sí son las repercusiones que haya podido provocar el parón. El mismo problema de Paik.

Los dos chicos surcoreanos llegaron por la misma vía: el torneo infantil que organizó de la Escola Hristo Stoichkov de Sant Cugat entre clubs catalanes y dos selecciones coreanas, que venían acompañados por una veintena de técnicos para participar en un clínic impartido por sus colegas catalanes. Antonio Sánchez, que había dado el chivatazo sobre Paik un año antes, avisó esta vez (2011) a Albert Puig, secretario técnico de la cantera azulgrana de la presencia (y la calidad) del delantero. Puig ya había anotado su nombre en un torneo anterior al que acudió en Sudáfrica.

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«Velocidad, inteligencia, resolutivo ante la portería... tenía una pinta espectacular», corrobora Albert Benaiges, un asiduo espectador al encuentro catalano-coreano y una de las voces más autorizadas y sabias en la detección y educación de jóvenes talentos. 

MODA Y CABELLO DE COLOR

Pero además de proceder del mismo país y de haber entrado en el Barça por la misma puerta, pocas similitudes tienen más. Tan diferentes son como las marcas deportivas (las más punteras de la industria) que les contrataron siendo críos, con la esperanza de que esa joya por la que han apostado confirme todas las expectativas. Les vuelve a unir el mismo afán: ser el primer surcoreano, en debutar con el Barça, uno de los clubs más populares del país.

Gracias a sus goles, Lee es una celebridad. Desde que, después de fichar por el Barça, brillara con la selección sub-16 en la Copa de Asia del 2014, marcara un póquer de goles a Laos y el equipo se proclamara subcampeón. También ha debutado con la sub-18. Sus compatriotas le han visto, además, posar en revistas de moda y con el cabello pintado de varios colores. Ahora ya le ven como siempre esperaron: de azulgrana.